Mozambique se dirigió esta semana a los países de la Unión Europea, pidiendo ayuda para la lucha contra los yihadistas, en un conflicto que continúa en el norte del Estado desde el 2017 y este año vive una nueva escalada.
Desde su inicio, la guerra ya se ha cobrado la vida de unas 1.500 personas, mientras que cientos de miles de residentes se vieron obligados a abandonar sus casas y huir.
Los enfrentamientos se producen en su mayoría en la provincia de Cabo Delgado, una de las regiones más ricas en recursos naturales del país y con la mayor reserva de rubíes del mundo. En la región se encuentran los 3 mayores proyectos de producción del gas natural licuado de África, cuya actividad —se estima— puede generar ingresos de miles de millones de dólares.
¿Cómo se desarrolló el conflicto?
A pesar de la posesión de grandes reservas de recursos naturales, los ingresos de la población de Mozambique no crecieron y las 3 provincias del norte —Cabo Delgado, Niassa y Nampula— mostraron los mayores niveles de pobreza en el país. El hallazgo de los yacimientos de rubíes y gas entre los años 2009 y 2010 no cambió nada.
La situación social contribuyó al rápido crecimiento de las filas del grupo Ansar al-Sunna —llamado también 'Al-Shabaab' por los residentes locales—, que en el 2015 apareció en la región, de mayoría musulmana, como un movimiento religioso y de donde proviene la mayor parte de los militantes. El movimiento, que está luchando para aplicar los principios de la sharía en todo el país, criticó a los imanes locales y creó sus propias mezquitas, que proporcionaron dinero a los residentes para que tuvieran una oportunidad de comenzar un negocio.
El presidente de Mozambique, Filipe Nyussi, admitió a finales de julio que los integrantes de Al-Shabaab prometieron trabajo y así aumentaron el número de sus seguidores. "Es terrible ser engañado por personas que dicen que pueden proporcionar empleos, pero cuando llegas, no hay empleos y te ves forzado a unirte a ellos", afirmó.
El movimiento se hizo más radical y pronto tomó las armas. El masivo conflicto armado entre los combatientes, que presuntamente tienen vínculos con el Estado Islámico, y las fuerzas armadas gubernamentales empezó en octubre del 2017, después de que atacaran 3 comisarías de Policía en la localidad de Mocimboa da Praia y mataran a 17 personas. A lo largo de 3 años tras su surgimiento, realizaron una serie de ataques contra los asentamientos civiles y lograron apoderarse por un tiempo de algunas localidades en Cabo Delgado, mostrando un alto nivel de violencia hacia sus víctimas.
Los militantes quemaron decenas de viviendas y cometieron masacres que dejaron cientos de muertos, en algunos casos decapitando a sus víctimas. Además, varias de sus atrocidades las cometieron frente a niños. "Quedaron muy traumatizados por lo que vieron durante los ataques. Los mataron delante de sus ojos", relató Joaquina (nombre cambiado), residente de una aldea en la provincia, después de que tuviera que abandonarla con sus hijas y nietas durante un ataque de combatientes. Su casa fue completamente quemada.
En agosto, los grupos armados obtuvieron una vez más el control del puerto de Mocimboa da Praia, que desempeña un papel importante en el sistema del transporte de gas.
Además, en septiembre atacaron complejos turísticos lujosos en las islas Sita y Vamizi. De acuerdo con testigos del ataque en Vamizi, los combatientes les dijeron a todos: "corran" si quieren seguir con vida. "Todos abandonaron la isla", recordó.
Presuntas violaciones de DD.HH. por las fuerzas gubernamentales
Mientras se desarrolla el conflicto, surgieron reportes de violaciones de derechos humanos que presuntamente cometieron las fuerzas gubernamentales, que luchan con el apoyo de grupos de mercenarios, en Cabo Delgado. El 9 de septiembre, Amnistía Internacional publicó un informe en el que, después de analizar una serie de imágenes, instó a las autoridades del país a realizar una "investigación independiente e imparcial de las torturas y otras violaciones graves, cometidas por las fuerzas de seguridad". Señaló que recibió 5 videos y 3 fotos, en los que los agresores aparecieron con uniformes de las Fuerzas Armadas de Defensa de Mozambique y la Policía de intervención rápida del país.
"Los videos y las imágenes muestran el intento de decapitación, tortura y otro maltrato de prisioneros; el desmembramiento de presuntos combatientes de la oposición; posibles ejecuciones extrajudiciales; y el trasporte y la descarga de un gran número de cadáveres en aparentes fosas comunes", reza.
Por su parte, Deprose Muchena, director regional de Amnistía Internacional para el este y África meridional, declaró que "este comportamiento viola los principios fundamentales de la humanidad". "Los abusos atribuidos al grupo, conocido como 'Al-Shabaab', nunca pueden justificar otras violaciones por las fuerzas de seguridad de Mozambique", destacó.
Mientras tanto, en las redes sociales se difundió también un video que muestra cómo presuntos integrantes de las fuerzas de defensa mozambiqueñas matan a una mujer desnuda en la misma provincia. De acuerdo con Amnistía Internacional, los soldados la identificaron como una miembro del movimiento yihadista, la golpearon con un palo y luego la mataron a tiros. En total se efectuaron 36 disparos, informa la ONG.
Tras la publicación del informe de Amnistía Internacional, el Ministerio de Defensa del país desmintió las acusaciones y afirmó que los militantes a menudo se hacen pasar por militares de las Fuerzas Armadas. "Una de las tácticas, usadas por los terroristas en sus incursiones macabras contra la población, es pretender ser elementos de las Fuerzas de Defensa y Seguridad en un velado intento de confundir a la opinión pública nacional e internacional", señaló el portavoz del Ministerio, el coronel Omar Nala Saranga. "Las Fuerzas de Defensa y Seguridad reiteran que no convienen con ninguna forma de tortura, intentos de decapitación, maltrato o actos ilegales", agregó.
Crisis humanitaria grave
La guerra se cobró la vida de al menos 1.500 personas. Al mismo tiempo, agravó la pobreza y provocó una crisis humanitaria en la región, que obligó a más de 300.000 personas a abandonar sus viviendas en Cabo Delgado, de acuerdo con un informe del Programa Mundial de Alimentos de la ONU (PMA), publicado este 22 de septiembre.
"Estamos profundamente preocupados por la evolución de la situación humanitaria en Cabo Delgado, donde el conflicto y la violencia han dejado a la gente sin acceso a la comida y medios de vida", declaró Antonella D’Aprile, representante del PMA en Mozambique, afirmando que la crisis se agudiza por el hecho de que la provincia tiene el segundo mayor nivel de desnutrición crónica en el país.
En este contexto, el Programa Mundial de Alimentos informó que "necesita urgentemente 4,7 millones de dólares al mes para ayudar a aquellos que se desplazaron internamente al norte de Mozambique".
Petición de ayuda
Este martes, Mozambique envió una carta al jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Josep Borrell, en la que no solo pidió ayuda para el entrenamiento de sus Fuerzas Armadas, sino manifestó la necesidad de equipo médico y asistencia humanitaria a las víctimas de la guerra.
"El Gobierno de Mozambique y la UE han abierto un diálogo político, con un enfoque en las cuestiones humanitarias, de desarrollo y de seguridad en Cabo Delgado", respondió un portavoz del bloque, agregando que sus países "revisarán todos los medios de soporte disponibles".
Por su parte, a principios de septiembre, Sudáfrica declaró que puede prestar ayuda al Estado vecino, pero necesita una solicitud oficial para esto. "Si es más soporte de la inteligencia, si es la Marina de Sudáfrica patrullando la costa, si es la asistencia de nuestra fuerza de defensa, nosotros, como Sudáfrica, estamos dispuestos [a proporcionarlo], pero debemos tener indicación del Gobierno de Mozambique", precisó la ministra de Asuntos Exteriores sudafricana, Naledi Pandor. "El surgimiento del conflicto en Mozambique es una reversión preocupante de la paz que ha caracterizado a la SADC [Comunidad de Desarrollo de África Austral, por sus siglas en inglés] durante muchos años", opinó y reiteró que "Mozambique ha mantenido contacto con varios de nuestros países y todos nosotros estamos estudiando cómo podríamos ayudarles".
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