Aunque en el imaginario americano se ha instalado la figura de la pipa de paz como símbolo del diálogo, un grupo de excombatientes colombianos elabora con sus propias manos una propuesta diferente para sellar el cese de la confrontación: una cerveza "que sabe a paz".
Carlos Alberto Grajales, gerente de la cerveza artesanal 'La Roja', es un exguerrillero reincorporado que formó parte de las filas de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) desde principios de la década de los noventa hasta la firma de los acuerdos de paz con el Estado colombiano, que se iniciaron hace cuatro años.
'La Roja' comenzó con una producción modesta de 60 litros, en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) Antonio Nariño, en Icononzo, en el Tolima (centro-oeste), y hoy es una asociación compuesta por 24 personas, de las cuales 22 son reincorporadas, y tiene una planta en Bogotá que produce 5.000 litros cada 25 días.
¿A qué sabe 'La Roja'?
Si se habla de sus características, 'La Roja' es un tipo de cerveza Ale, con un grado alto de amargor, con sabor muy marcado a cebada tostada, de color rojo y con 5,5 grados de alcohol.
No todo el gusto de esta bebida depende de sus ingredientes, pues la historia colombiana en los últimos cincuenta años ha hecho que su solera sea particular.
"Es una cerveza que sabe a paz, a la construcción de un país distinto. Nosotros lo intentamos a través de la confrontación armada y no fue posible. Creemos que este tipo de proyectos muestra que hay una alternativa distinta al capitalismo", afirma Grajales al tratar de definirla.
Sin embargo, el tono amargo también está presente: "Es la historia a veces lúgubre, triste y penosa que trae 'La Roja' atrás". Grajales destaca que con este proyecto productivo los excombatientes "apuestan a la esperanza" y evitan caer en el escepticismo frente a las dificultades "de un Gobierno que pretende acabar y destruir los acuerdos".
Para este exmiembro de las FARC, esta cerveza "es un compromiso" y la búsqueda de "otra posibilidad" diferente a la lucha armada que estuvo "53 años intentando llegar al poder pero no pudo". "Es otra forma de hacer el trabajo que hacemos desde hace muchos años: buscar transformar este sistema injusto", explica.
Los comienzos
Su nacimiento no fue un "soplar y hacer botellas". Llegar hasta la creación de este líquido espumoso supuso una serie de ensayos y errores con otros emprendimientos previos que se desdibujaron en el camino.
Según lo estipulado en los acuerdos de paz, la reincorporación de los exguerrilleros supone, entre otras cosas, la realización de actividades productivas sostenibles que hagan posible el desarrollo de ese proceso. Para ello, el Estado colombiano debería garantizar el aporte de ocho millones de pesos (unos 2.000 dólares) como apoyo económico para iniciar los proyectos.
A pesar de lo paradójico que resulte, fue precisamente el incumplimiento del punto de la reincorporación por parte del Gobierno el que hizo que quienes hoy desarrollan 'La Roja' buscaran alternativas de negocio para autofinanciarse. "Necesitábamos una iniciativa que nos permitiera la sostenibilidad de los reincorporados pero también el apoyo al trabajo social que desarrollamos", afirma Grajales.
En un inicio intentaron con mercados campesinos pero no funcionó "por falta de condiciones y de recursos"; luego comenzaron con el proyecto de la cerveza tras las visitas de Wally Broderick, un ingeniero forestal colombiano de origen irlandés, amigo de Grajales, al ETCR Antonio Nariño. "Es un cervecero artesanal y comenzó a decirnos que había una posibilidad de crecer con esa iniciativa y así hicimos un curso con él", narra.
Ollas de la guerra
Con lo aprendido en ese primer curso de cervecería artesanal surgió la motivación para abrir la producción: "Vimos que es algo sencillo pero de mucho cuidado. No tiene grandes dificultades" .
Grajales recuerda que comenzaron cocinando la bebida y haciéndola "en las ollas" que traían "desde la guerra". Además, compraron unos fermentadores de plástico pequeños, de 25 litros, y así arrancaron. "Con lo que se producía, se revendía y se reinvertía. Eso nos dio la posibilidad de ir creciendo", explica.
Ya con la cerveza lista y luego de asesorarse, supieron que debían llamarla de alguna forma para registrarla. "Hicimos una reunión en el ETCR con varios compañeros y comenzaron a surgir nombres: 'La marquetaliana', 'La guerrillera', hasta que salió alguien y propuso 'La roja de la montaña'. Al final definimos entre todos que se llamara 'La Roja'", relata.
En esos primeros días fabricaban 100 cajas que se vendían. "El problema era que pedían de muchos lados y no teníamos la posibilidad de tener toda esa producción", dice. Cuando ya la existencia se fue incrementando llevaban entre 20 y 40 cajas a Bogotá (a unas tres horas de distancia de Icononzo), que se vendían inmediatamente. Allí comenzaron a identificar que su rentabilidad era posible.
Actualmente tienen dos años y medio de funcionamiento, han ido creciendo e invirtiendo en maquinaria para subir las ventas y tienen distribución en las ciudades de Bogotá, Cali (Valle del Cauca), Medellín (Antioquia), Popayán (Cauca) e Ibagué (Tolima).
De Icononzo a Bogotá
Si bien 'La Roja' nació en el ETCR del Tolima, su planta tuvo que mudarse a Bogotá. Grajales explica que debido al incumplimiento del Gobierno con los acuerdos, estos espacios de reincorporación aún no les pertenecen a los excombatientes y el uso del suelo no permite la explotación industrial, lo que impedía que hicieran los registros necesarios para que la empresa creciera. "Nos tocó hacer una inversión muy fuerte y trasladar la empresa", cuenta.
Al hablar de sus consumidores de la cerveza, afirma que han identificado que son jóvenes afectos al proceso de paz, principalmente, y que hasta ahora no han tenido problemas de estigmatización.
La crisis por el coronavirus ha hecho que, como tantos otros negocios, hayan tenido que cambiar su modo de distribución ante el cierre de bares y restaurantes. "El primer mes no vendimos nada y eso nos asustó porque tenemos obligaciones financieras", explica y agrega que después de varias publicaciones en algunos medios de comunicación, los consumidores volvieron a comprarles y se decidieron por la venta a domicilio.
En cuanto a su vinculación social, al ser una asociación tienen como objetivo el fortalecimiento del trabajo comunitario. Actualmente lanzaron la edición especial de una cerveza llamada 'Pola Paz', en colectivo con las cervecerías Sumeria, Fómeque y la marca de ropa Manifiesta, para destinar parte de las ganancias a la construcción de jardines infantiles para los hijos de los excombatientes en los ETCR de Icononzo y Planadas, ambos en el Tolima y Mutatá, Antioquia.
Nathali Gómez
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