El agujero en la capa de ozono producido sobre la Antártida durante el 2020 es uno de los más grandes y profundos registrado en los últimos años, advirtió este martes la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
De acuerdo al programa de Vigilancia de la Atmósfera Global de la OMM, el agujero en la capa de ozono alcanzó su máximo tamaño a principios de octubre, extendiéndose por aproximadamente 24 millones de kilómetros cuadrados.
Sin embargo, actualmente cubre alrededor de 23 millones de kilómetros cuadrados, abarcando la mayor parte del continente antártico. Estas cifras se encuentran por encima de la media documentada durante los últimos 10 años.
Por su parte, Vincent-Henri Peuch, Director del Servicio Copérnico de Monitoreo de la Atmósfera del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio, aseguró que, tras el inusualmente pequeño y breve agujero de la capa de ozono registrado el año pasado, las condiciones climáticas de 2020 han provocado un agujero de grandes dimensiones, similares al de 2018.
Ante este panorama, Peuch subrayó la importancia de hacer cumplir el Protocolo de Montreal adoptado en 1987, y ratificado universalmente, el cual busca eliminar el uso y las emisiones de sustancias químicas que agotan la capa de ozono.
De acuerdo a la última evaluación científica del agotamiento del ozono del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la OMM, publicada en 2018, gracias a las medidas adoptadas globalmente la capa de ozono ha comenzado a recuperarse y podría alcanzar los niveles anteriores a 1980 para el año 2060.
Las concentraciones de ozono estratosférico, según explica la OMM, se han reducido a valores cercanos a cero sobre la Antártida entre los 20 y 25 kilómetros de altitud. Asimismo, indica que el espesor de la capa de ozono se ha reducido a un tercio de su valor típico.
La capa de ozono protege al planeta Tierra de los efectos adversos de la radiación ultravioleta procedente del Sol, por lo que de agotarse existiría una mayor incidencia de cáncer de piel y cataratas oculares, así como afectaciones a los sistemas inmunológicos. Del mismo modo, tendría efectos negativos en las cuencas hidrográficas, las tierras agrícolas y los bosques.