Cuando la salud mundial está amenazada por la crisis del coronavirus, un reciente estudio demuestra que las enfermedades crónicas, junto con una sanidad pública ineficaz, ya amenazaban la salud del planeta antes de que apareciera el SARS-CoV-2. Esta situación ha dado lugar a lo que los expertos denominan 'sindemia', la conjunción de varias enfermedades y factores sociales que agravan las consecuencias de cada patología, sobre todo en una emergencia sanitaria.
Así lo expone el estudio 'Five insights from the Global Burden of Disease Study 2019' (Cinco Ideas del Estudio sobre la Carga Mundial de Enfermedades 2019), publicado este jueves por The Lancet, que insta a las autoridades sanitarias de todos los países a tomar "medidas urgentes" para atajar la "tormenta perfecta" que se ha estado fraguando durante las últimas tres décadas.
Las enfermedades no transmisibles
Así, según los autores, la epidemia que enfrenta la humanidad y que hoy se une al coronavirus es la de las enfermedades no transmisibles (ENT), con especial mención al sobrepeso y la obesidad, que conlleva aumentos en la presión arterial y en los niveles de azúcar en sangre.
Además, por primera vez se ha constatado que las cifras de enfermedades cardiovasculares han dejado de caer en varios países e, incluso, han aumentado en algunos.
El estudio, desarrollado por el Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud (IHME) de la Universidad de Washington y liderado por su director, Christopher Murray, analiza 286 causas de muerte, 369 enfermedades y lesiones y 87 factores de riesgo en 204 países.
El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, ya ha afirmado que este informe "muestra la escala del desafío que enfrentamos".
El avance de las enfermedades crónicas
El estudio desgrana cuáles son las enfermedades crónicas que más han aumentado en las últimas décadas: la hipertensión, la hiperglucemia, el aumento del índice de masa corporal (IMC), la hipercolesterolemia y las enfermedades cardiovasculares.
Su ascenso, según el informe, podrían hacer que el aumento de la esperanza de vida vivido en los últimos años llegue hasta un punto de inflexión a partir del cual se estanque o, incluso, retroceda en algunos países de altos ingresos.
La mayoría de esas dolencias son evitables y/o tratables. Para ello habría que cambiar los hábitos poco saludables, en especial la calidad de la dieta, la ingesta calórica y la actividad física. Por lo que sería necesario invertir en atención normativa, en salud pública y en investigación.
La importancia de abordar estas patologías se exacerba en momentos como el actual, donde los estudios ya señalan que factores como la obesidad, la diabetes o los problemas cardiovasculares están asociados a mayor riesgo de muerte por covid-19.
Principales factores de pérdida de salud
El estudio identifica además los diez principales factores responsables de la pérdida de salud a nivel global desde hace 30 años. Los que afectan principalmente a adultos mayores son la cardiopatía isquémica (con un aumento del 50 %), la diabetes (del 148 %), los accidentes cerebrovasculares (32 %), la enfermedad renal crónica (93 %), el cáncer de pulmón (69 %) y la sordera parcial relacionada con la edad (83 %). Otros cuatro son frecuentes desde la adolescencia: el VIH/sida (128 %), los trastornos musculoesqueléticos (129 %), el dolor lumbar (47 %) y los trastornos depresivos (61 %).
El informe solicita que las autoridades de todo el mundo adopten medidas de forma urgente para mejorar sus sistemas públicos de salud y que se esfuercen para reducir las desigualdades que hacen más vulnerables a una gran parte de la población mundial.
Malas noticias para el primer mundo
Las peores consecuencias de esta situación se desarrollan en los países más ricos, frente a aquellos países con menos ingresos, ya que estos últimos han hecho progresos importantes que han elevado su esperanza de vida y han reducido la incidencia de ciertas enfermedades contagiosas, que llegaron a ser endémicas, como la malaria o el sida.
Ahora, el reto reside en adaptar los sistemas sanitarios para atender a una población que vive más años, pero con menos calidad de vida, es decir, menos salud. La esperanza de vida sana no ha avanzado a la misma velocidad que la esperanza de vida general en 198 de los 204 países analizados: las personas están viviendo más años y también más años con mala salud.
En el caso de España, por ejemplo, la esperanza de vida sana alcanzó los 71,3 años en 2019, mientras que la esperanza de vida general llegó hasta los 83,1: es decir, casi 10 años de diferencia.
El caso de España
En España las principales causas de muertes por enfermedades no transmisibles el año pasado fueron la cardiopatía isquémica, que provocó 53.600 fallecimientos; el accidente cerebrovascular, con 37.100; la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), 31.200; el Alzheimer y otras demencias, con 29.300; y el cáncer de pulmón, con 24.500 muertes.
Además, los cinco grandes factores de riesgo que provocaron una pérdida de salud en el país en 2019 fueron: la hipertensión sistólica, que causó unas 72.100 muertes; el tabaco (69.900); la glucosa plasmática en ayunas elevada (54.500); los hábitos alimentarios (42.900); y el IMC alto (42.000).