Barbara Kogan, conocida como la 'Viuda Negra' de la ciudad de Nueva York por haber contratado a un sicario para que matara a su marido, será puesta el próximo noviembre en libertad condicional tras pasar 12 años en prisión, informa New York Post.
El millonario George Kogan, de 49 años –cuya familia era propietaria de una cadena de grandes almacenes en Puerto Rico–, fue abaleado en octubre de 1990 por un asesino a sueldo que le descerrajó tres disparos, aproximadamente un año después de presentarle formalmente a su eposa una solicitud de divorcio. Gravemente herido, fue entonces encontrado por su amante, Mary-Louise Hawkins, en una acera cercana a su apartamento en el barrio de Upper East Side. Trasladado a un hospital, murió en el quirófano.
Arrestada en 2008, Kogan se declaró culpable de contratar al mismo abogado que llevaba su divorcio para que la ayudara a encontrar a alguien que matara a su esposo, con el fin de cobrar un seguro de vida de cuatro millones de dólares. Fue sentenciada a 36 años de cárcel.
Ahora, durante una audiencia judicial que tuvo lugar el pasado 7 de julio, la 'Viuda Negra' –hoy de 77 años– afirmó que quedó "muy sorprendida" al saber que le habían disparado a su marido, contradiciendo sus declaraciones anteriores. Como fuere, consiguió la libertad condicional.
Reacción de Mary-Louise Hawkins
Por su parte, Hawkins, quién después del incidente se casó, se mudó al extranjero y cambió de nombre, subrayó que "está disgustada" con la decisión. "Ella es un animal", afirmó, y agregó: "Barbara es extremadamente buena manipulando a las personas, incluso a los oficiales de libertad condicional".
Además, aseguró a la junta de libertad condicional que Kogan libró una guerra de acoso durante 20 años antes de ser condenada a prisión. "Consiguió obtener el número de teléfono de mis padres y de vez en cuando los llamaba en medio de la noche, para pillarlos desprevenidos, y recordarles una vez más que quería el dinero y los objetos de valor que pensaba que George había dejado", declaró.
Hawkins añadió que la crueldad de la muerte de George Kogan no ha dejado de perseguirla: "No tienen ni idea de lo que es el verdadero pánico y la desesperación, hasta que ven a alguien que aman tumbado boca abajo en un charco, no, un torrente de sangre".