"No me arrepiento": un recluso brasileño apodado 'Lucifer' se enorgullece de haber matado a 48 personas en prisión

El delincuente ha sido diagnosticado con psicosis y es fundador de una de las organizaciones criminales más violentas del sistema penitenciario de Sao Paulo.

Un recluso brasileño apodado 'Lucifer' se enorgullece de haber matado a 48 rivales en las cárceles estatales del país sudamericano. El hombre está condenado a 217 años y tres meses de prisión por seis asesinatos y por ordenar la muerte de otros dos presos en febrero de 2015, informa UOL.

Marcos Paulo da Silva, de 42 años, es fundador de una de las organizaciones criminales más violentas del sistema penitenciario del estado de Sao Paulo. Sus miembros tienen la obligación de decapitar a sus víctimas, arrancarles las vísceras y escribir el nombre de la agrupación con la sangre de los fallecidos en las paredes de las celdas y patios.

Silva fue detenido en 1995, a los 18 años de edad, por hurto y atraco. Sin embargo, desde entonces ha encadenado diferentes sentencias por delitos cometidos dentro de las cárceles. "Cuando llega a una prisión, es cuestión de tiempo para matar, engañar y volver a practicar actos de barbarie contra presos, visitantes y oficiales", declaró un guardia al medio, señalando que el peligroso preso "necesita tratamiento urgente".

Declaración judicial

Al parecer, todos los homicidios cometidos por 'Lucifer' han sido dentro del sistema penitenciario, pues no hay registros de que realizara ese tipo de crímenes en las calles. "No me arrepiento de haber matado a esas personas, porque la pelea fue justa. Había muchos violadores y ladrones que robaban a los presos dentro de la cárcel", declaró ante un juez.

En la misma declaración, cuya fecha no ha sido especificada, Silva admitió que había matado a 48 presos, entre ellos, cinco personas que fueron asesinadas en 2011 y otros dos rivales en 2015. Su historial de prisión contiene 30 faltas disciplinarias graves.

El singular apodo de Silva se debe a uno de sus tatuajes, que reza "Lucifer mi protector", y a los tridentes, demonios, calaveras y la esvástica que luce en su piel.

Según los psicólogos consultados UOL, su "alta peligrosidad" no se debe a una enfermedad mental, sino a un "trastorno de personalidad antisocial".

Sin embargo, los expertos de una de las cárceles donde estuvo recluido aseguran que también tiene psicosis y necesita tratamiento por parte de un equipo multidisciplinario especializado que no existe en las unidades federales. Desde el 31 de julio de 2020, el delincuente se encuentra confinado en la Penitenciaría Presidente Venceslau 1.