Luego de una breve aparición en la prensa internacional, Costa Rica volvió a la calma tras días de protestas, represión policial y bloqueos en contra de un fallido acuerdo no concretado entre el presidente de ese país, Carlos Alvarado, y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Pese a la tranquilidad actual, tras jornadas de manifestaciones en una inédita convulsionada 'Suiza centroamericana', la desmejora en la calidad de vida de los costarricenses y la crisis por el coronavirus, que ha causado un incremento de la pobreza en niveles no vistos desde hace treinta años, siguen siendo el germen del descontento de la población de diferentes estratos.
El comunicador social, defensor de los derechos humanos y fotógrafo costarricense Allan Barboza, en una conversación con RT, ha analizado las razones más profundas de las movilizaciones que se iniciaron hace un mes a pesar del confinamiento por el coronavirus y las muy variadas motivaciones de diversos sectores para sumarse a estas protestas.
RT: ¿Cómo es el día a día de un trabajador en Costa Rica?
A.B.: El día a día de un trabajador costarricense es duro. Estamos hablando de que el desempleo, según datos oficiales, es de 24,4 % (antes de la pandemia andaba casi por el 20 %). La realidad es que es mucho mayor, hay mucha gente que tiene dos o tres trabajos, que tiene que "pellejearla", como decimos aquí, para llevar el sustento a sus hogares.
"Estamos en el preludio de lo que van a ser turbulencias importantes para la población costarricense"
Quienes tienen empleos fuera del sector público no tienen derecho a la sindicalización y están prácticamente en las manos de los patrones. Hay una pauperización de las condiciones laborales en el sector privado, los servicios públicos han ido desmejorando, los salarios suben muy poco y el costo de la vida sube cada año de manera impresionante, y más durante la pandemia.
RT: Analistas han afirmado que en Costa Rica "hay una olla de presión". ¿Lo consideras así?
A.B.: Hay una desmejora en la calidad de vida de los trabajadores, hay un desempleo importante, y esta acumulación de insatisfacciones han generado un malestar que se ha ido convirtiendo en una bomba de tiempo, en una olla de presión.
Estamos en el preludio de lo que van a ser turbulencias importantes para la población costarricense, en la medida en que avancen los planes neoliberales y se imponga esta salida de la crisis que afecte más a los sectores medios o al Estado, con privatizaciones, recortes o endeudamiento con organismos financieros internacionales.
RT: Según los sondeos, las manifestaciones cuentan con amplio respaldo en la población. ¿A qué atribuye esto?
A.B.: Las manifestaciones han contado con amplio respaldo en la población que no se ha visto plasmado de manera masiva en las calles, pero se percibe que hay una identificación de un grueso de la población con ellas.
En la movilizaciones hay de todo. Es una situación tan compleja que en una misma manifestación veías a un negacionista, a un pastor evangélico dando un sermón en medio de una barricada asegurando que las fuerzas represivas del Gobierno son infiltrados de la Policía Sandinista, y al mismo tiempo, estaba la derecha con pancartas en contra del comunismo.
"Quienes están capitalizando este descontento son precisamente los sectores más radicalizados hacia la derecha"
También había delincuentes armados amenazando o cobrando peaje para dejar pasar a las personas por los bloqueos y sectores populares organizados: transportistas, campesinos, personas de zonas rurales, trabajadores informales, sindicatos, universitarios. Es muy difícil comprender con claridad hacia dónde está moviéndose.
Estamos a menos de dos años de las próximas elecciones, ya se están abriendo los fuegos electorales y creo que quienes están capitalizando este descontento son precisamente los sectores más radicalizados hacia la derecha.
Esta situación la he visto desde la barrera, por cuidar la salud. Sin embargo, me parece que es bastante irregular. Por un lado, ves la participación de sectores de las capas medios que no estaban antes; por otro lado, un profundo anticomunismo; por otro, la manipulación del discurso por parte de los sectores más elitistas para sembrar la idea de que los impuestos no son necesarios y que lo que está fallando es el Estado. Todos estos elementos no los habíamos visto de manera tan dramática en una movilización. Tampoco la reacción represiva del Estado había sido tan grotesca y evidente.
Lo que sí es cierto que la Costa Rica donde no ocurría nada, que se diferenciaba de todas las demás porque no había grandes convulsiones sociales y porque todo el mundo vivía bien, está quedando en el pasado y estamos empezando a entrar en una etapa de dificultades que sin duda se verán reflejadas en las protestas que vendrán a futuro. No vamos a escaparnos como país de ese camino.
Una de las razones de fondo de ese apoyo a las manifestaciones se puede atribuir a un deterioro notorio de la calidad de vida de la población costarricense, después de 13 años de aplicación del modelo neoliberal contemplado en el Tratado de Libre Comercio con EE.UU., el resto de Centroamérica y República Dominicana.
Este tratado ha ido deteriorando los niveles de vida de una población acostumbrada a un Estado fuerte en décadas pasadas, a eso hay que sumarle los efectos económicos de la pandemia.
RT: ¿La mayor razón para realizar las manifestaciones es el aumento de los impuestos?
A.B.: La razón principal no es necesariamente el aumento de los impuestos, el tema estaba ahí pero se ha venido a agravar con la pandemia. Sin embargo, el descontento es más profundo porque hay un problema terrible de evasión fiscal, la empresa privada y las grandes transnacionales que reciben beneficios fiscales escandalosos han llevado al país a una situación extrema.
Hay maneras de enfrentarse a este dilema y eso es parte de lo que entró en juego en esta coyuntura: por un lado, están los sectores que opinan que deben adoptarse medidas extraordinarias orientadas a un régimen fiscal más progresivo, en el cual los ricos paguen como ricos y los pobres como pobres. Sin embargo, en este momento se está imponiendo la visión de quienes consideran que la crisis fiscal la deben pagar los costarricenses en general.
RT: ¿Cómo comenzó todo?
A.B.: Sucede que el Gobierno presenta una propuesta de emergencia para llegar a un acuerdo con las fuerzas de oposición para solicitar un préstamo del Fondo Monetario Internacional. Buscando un poco el balance, afecta a algunos sectores pudientes del país y se genera una respuesta bastante virulenta: por un lado, las clases medias que no quieren ser cargadas con más impuestos y, por otro lado, los sectores pudientes que, aprovechándose de ese malestar de la clase media, se han lanzado a una campaña en contra de más impuestos.
"Los sectores pudientes están impulsando una agenda que va en la dirección de conseguir un sueño largamente acariciado por las élites, que es el desmantelamiento total del estado de bienestar"
Los impuestos son necesarios, y eso viene a ser parte del detonante. Esto se había advertido ya en la huelga de hace un par de años en contra del plan fiscal y ahora en el contexto de la crisis por la pandemia estallan movilizaciones que salen del movimiento Rescate Nacional, dirigido por dos viejos políticos que vienen de las filas de la derecha y logran tener algún impacto en la combinación de las cámaras empresariales y la oposición en el Congreso, que es mayoría. Así logran frenar la propuesta que hace el Gobierno, que la echa para atrás, y se abren una serie de mesas de discusión.
La situación en el país en este momento es tranquila, no hay manifestaciones. El Gobierno está negociando con algunos sectores del país mientras que ha excluido a los que estaban dirigiendo las movilizaciones en las calles.
RT: ¿Esta propuesta afecta a todos por igual?
A.B.: La propuesta que hizo el Gobierno no afecta a todos por igual. Aprovechando esta coyuntura, los sectores pudientes están impulsando una agenda que va en la dirección de conseguir un sueño largamente acariciado por las élites, que es el desmantelamiento total del estado de bienestar que Costa Rica construyó en la segunda mitad del siglo pasado.
Tenemos un Estado fuerte que controla algunas empresas estratégicas, golpeadas tras el TLC, como las telecomunicaciones, la electricidad, los seguros, la salud, el refinamiento de petróleo, que están en la mira de los sectores pudientes que desde hace mucho tiempo han querido privatizarlas.
La propuesta de ellos es no más impuestos, recorte del gasto público y disminución del tamaño del Estado. Es lo que han estado intentando en los últimos 30 y 40 años, y hasta el momento gracias a la resistencia del pueblo costarricense, no han podido.
RT: ¿Crees que la protesta es el mecanismo más efectivo para revertir la situación?, ¿es posible que de ellas surja un cambio en tu país?
A.B.: Creo que en Costa Rica se ha demostrado históricamente que la protesta es un camino efectivo para revertir los avances de las élites y de los gobiernos y sus medidas antipopulares.
Soy optimista y pienso que estas luchas, de las cuales el grueso de la población se ha mantenido un poco al margen, pueden llegar a convertirse en la construcción de alternativas. Sin embargo, en el escenario de corto plazo, no lo veo y pienso que estas movilizaciones abonan a la derecha, tal vez no a la tradicional sino a la pentecostal más radicalizada.
RT: Al hablar de la desmejora en la calidad de vida, entonces ¿es solo un eslogan turístico el de "pura vida"?
Costa Rica ha construido una serie de mitos, que se absorben por la población, que han sido muy útiles tanto para mantener el sentido nación y la cohesión social, como para proyectarnos al mercado turístico internacional. Uno de ellos es el tema de la paz, un país sin Ejército, con un premio Nobel del Paz, con una Policía civilista, un país de gente "pura vida", una Costa Rica ecológica, igualitaria.
"La población indígena sigue luchando por la recuperación de sus territorios en manos de invasores blancos"
Se proyecta el mito de la Costa Rica ecológica, por ejemplo, cuando al mismo tiempo se acaba de aprobar en la Asamblea Legislativa un proyecto de ley que permite nuevamente la pesca de arrastre en nuestras costas, mientras que en las radios se escucha una campaña de privados que buscan que se permitan la exploración petrolera en territorio nacional.
En cuanto al mito de la Costa Rica pacífica y de "igualiticos", la población indígena sigue luchando por la recuperación de sus territorios en manos de invasores blancos y en los últimos dos años han sido asesinados a balazos dos de sus principales dirigentes, Sergio Rojas y Yeri Rivera.
Los mitos de paz, ecología y "pura vida" ayudan a exportar una imagen de estabilidad política que sirve para proyectarnos como destino turístico o como un destino para invertir y hacer negocios. Y también sirve para construir una identidad en contraposición al "otro", que le haga más fácil a las élites crear enemigos externos. Por ejemplo "el nicaragüense", en particular el sandinista, "Maduro y el castrochavismo" o la selección mexicana de futbol cuando compite contra nuestra selección.
Estos mitos han sido bien cimentados por la oligarquía, que ha ido en franca desmejora en la medida que se va aplicando el modelo neoliberal en el país. No olvidemos que Costa Rica juega un papel importante dentro de la geopolítica estadounidense para Centroamérica y lo juega en el contexto de deslegitimar y agredir a Venezuela. El proceso de militarización de la Policía costarricense ha avanzado de manera vertiginosa en los últimos diez años. En estos dos gobiernos, la Fuerza Pública da la impresión de estar cada vez más anexada, de ser un apéndice del Comando Sur de los EE.UU.
"Ha sido la primera vez que un presidente decide reprimir de manera violenta frente a la casa de Gobierno"
La Policía costarricense recibe entrenamiento de la Policía Nacional de Colombia, de Carabineros de Chile y del Comando Sur, entre otros. Además participa de las olimpiadas militares Fuerzas Comando, tiene una larguísima lista de egresados de academias militares de los EE.UU., incluida la Escuela de las Américas, y destina a sus fuerzas de seguridad más presupuesto que ninguno de sus vecinos centroamericanos.
RT: ¿Por qué los medios internacionales no nos bombardean con información sobre la represión policial en las manifestaciones?
A.B.: Se han creado cuerpos policiales muy especializados, como los linces o la Unidad Especial de Apoyo, que vienen a reforzar el aparato represivo cuando se producen protestas. Todo esto se ha venido haciendo de una manera bastante silenciosa. Ahora que estallan las manifestaciones fue bastante evidente el nivel de agresividad; la masividad y la complejidad de la respuesta policial también fue importante. Probablemente no tuvo mucho eco fuera del país, pero ha estado ahí, es una realidad cada vez más palpable.
Si bien el Gobierno decidió no reprimir las protestas inicialmente, finalmente lo hizo. Los enfrentamientos más duros fueron en las zonas rurales, en donde afectaron a comunidades enteras e incluso hubo un manifestante herido de bala. Algo inusual fue la represión frente a casa presidencial, que se extendió por los alrededores. Ha sido la primera vez que un presidente decide reprimir de manera violenta frente a la casa de Gobierno. La excusa policial fue el ataque de algunos manifestantes a los agentes policiales presentes en el lugar, sin embargo, dicha versión fue puesta en duda debido a que se filtraron en redes videos y fotos de policías vestidos de civil, algunos de los cuales aparecen luego en la primera línea de confrontación que dio inicio a la respuesta policial. Según Michael Soto, Ministro de Seguridad, fueron "infiltrados".
Nathali Gómez
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