Florida fue caracterizada por todos los expertos como "el 'estado bisagra' más importante" en los días previos a las elecciones de EE.UU., ya que aporta 29 de los 270 delegados electorales que se necesitan para ganar las presidenciales. De esta forma, se hace una comparación con otras jurisdicciones "pendulares", es decir, territorios donde antes de los comicios no quedaba claro si el triunfo sería para Joe Biden o Donald Trump, a diferencia de lo que ocurre en zonas históricamente demócratas, como California, o republicanas, como Texas, donde no hay sorpresas.
La particularidad del sistema estadounidense es que, más allá de porcentajes, quien gane en una circunscripción se queda con todos los electores a su favor. Por ello, puede ocurrir que el candidato más popular a nivel nacional no triunfe, como le sucedió a Hillary Clinton en 2016. En términos electorales, hay jurisdicciones más relevantes que otras, dependiendo de su cantidad de delegados.
Con ese marco, Trump vuelve a imponerse en este estado clave, tal como lo hizo en 2016, solo que esta vez obtiene una brecha mayor, logrando una distancia de casi 4 % sobre Biden. Cuando enfrentó a Clinton, se había impuesto con tan solo 113.000 papeletas, que representaba el 1 % de los votos.
Este triunfo se entiende como una base para que el actual jefe de Estado continúe en carrera: "Si tenemos Florida, lo tenemos todo", se animaba a decir en un mitín de campaña el domingo por la noche. De momento, Biden encabeza la elección, y puede ilusionarse si es que gana en otros estados bisagra pequeños, pero determinantes.
Así, Florida es considerada un "estado pendular" porque ya protagonizó elecciones reñidas, aunque desde 1994 que no gobierna un demócrata. Más allá de lo pareja que resulte cada votación, la cantidad de delegados que obtenga el ganador no se modifica: es a todo o nada.
El campo, las ciudades y el voto latino
Una de las características de este estado es la gran cantidad de latinos que residen allí: Latino Decisions indica que votaron 1,9 millones de hispanos, en un territorio con más de 21 millones de habitantes. A su vez, se calcula que más de 800.000 cubanos tienen derecho al voto, y no es una novedad que en su gran mayoría se inclina por una tendencia anticastrista, que suele ser captada por el Partido Republicano.
En cantidades menores, lo mismo ocurre con migrantes provenientes de naciones con administraciones de izquierda, como los 75.000 venezolanos que también tenían la capacidad de emitir sufragios. No son muchos, pero todo suma en una contienda tan reñida, a tal punto que la candidata demócrata a la Vicepresidencia, Kamala Harris, inició su campaña comiendo arepas en la ciudad de Doral.
De todos modos, el analista internacional Eduardo Martínez considera que, a pesar de la victoria, el presidente habría perdido muchos votos latinos a último momento: "Hubo un golpe importante en estos días. Trump sacó un decreto en donde los cubanos exiliados que viven en Miami no pueden girar remesas a sus familiares en Cuba, y eso hizo que varios cambiaran su voto en el mismo día de votación", le dice a este medio.
En efecto, estos envíos de dinero son "el sostenimiento principal para sus familias", agrega el experto. Por ello, remarca que el mandatario podría haber obtenido una diferencia mejor, de no ser por esta "muy mala decisión".
Al dividirlo por sectores, Martínez indica cómo se conformó el mapa de Florida: "Biden gana en las principales ciudades, y Trump en el sector más del campo, que se ha visto beneficiado con sus políticas económicas". Además, el especialista considera que la derrota del Gobierno "en Orlando, Miami, y otras ciudades importantes, se dio por el mal manejo de la pandemia en esas urbes".
El entendido incluso destaca un "sabor agridulce" que le habría dejado el resultado al republicano, pese al triunfo de los 29 electores: "Fue muy duro para Trump haber perdido en Palm Beach, donde tiene propiedades, e incluso Ivana Trump votó allí. Es una de sus ciudades emblemas".
Por otro lado, Martínez subraya que Florida dejó la imagen de un "estado bisagra" luego de la elección del 2000, cuando se judicializaron los comicios y el Tribunal Supremo le dio la victoria a George W. Bush sobre Albert Arnold Gore, garantizando el triunfo nacional para los republicanos.
"El Partido Republicano tenía la sensación de que Florida siempre fue un estado duro de ganar, pero en los papeles consolidaban buenos resultados", comenta. Y agrega: "Es donde se concentran las ideologías más extremas, anticentro, o antisocialistas. La derecha más acérrima. Los latinos más antidemócratas. Igualmente, Biden dio una muy buena pelea".
El 'batacazo' de Arizona
Más allá de la relevancia de Florida, Martínez destaca que, esta vez, la clave puede estar en Arizona, donde se produjo el 'batacazo' demócrata. Es que, este histórico bastión rojo se pinta de azul por primera vez, sumando 11 importantes delegados para Biden. "Siempre fue republicano, es uno de los lugares centrales de la Asociación del Rifle", dice el experto.
Martínez interpreta que la inesperada derrota de Trump en este lugar se explica porque "el voto latino fue creciendo en los últimos años", y muchos votantes se fueron inclinando hacia una tendencia más progresista. Algunas señales de ello ya había en 2016: "En la última elección tuvieron la primera mujer latina intendenta. Nunca en toda la historia los demócratas habían logrado un solo cargo en Arizona, pero los republicanos no lo vieron venir".
Martínez interpreta esto como un grave error estratégico, donde los republicanos pierden un puñado de electores "por no considerar un estado que creían propio". También acota: "Son vitales, dieron vuelta la elección. Si los demócratas confirman la victoria en los estados en disputa, llegan justo a 270, pero nunca lo habrían logrado sin Arizona".
Es decir, si Biden gana en Michigan y Nevada, donde por ahora tiene un buen desempeño, sería el próximo presidente, a menos que se judicialice el resultado.
Leandro Lutzky
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