Un grupo de internacional de científicos ha identificado en un planeta, ubicado a cientos de años luz de nuestro sistema solar, uno de los ciclos atmosféricos y meteorológicos más extremos del que se tenga registro.
Durante su investigación, que fue publicada este miércoles en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, los académicos utilizaron simulaciones computarizadas para modelar y predecir las condiciones climatológicas de K2-141b, un exoplaneta de tamaño similar al de la Tierra, compuesto por una superficie, un océano y una atmósfera de rocas.
El análisis de los patrones de iluminación del exoplaneta indica, explican los autores, que cerca de dos tercios del planeta están expuestos de forma perpetua a la luz irradiada por su Sol, por lo que alcanza una temperatura estimada en los 3.000 °C, mientras que el lado nocturno enfrenta temperaturas de -200 °C.
Como resultado de las altas temperaturas en K2-141b, los vapores de roca fundida, compuestos principalmente de sodio, monóxido de silicio y dióxido de silicio, suben hasta la atmósfera, en donde son arrastrados por vientos supersónicos que superan los 5.000 kilómetros por hora hacia el lado frío del planeta.
Una vez los gases se condensan por las temperaturas extremadamente bajas, estos se precipitan en forma de piedras sobre un océano de magma de más de 100 kilómetros de profundidad, lo que vuelve a dar inicio al ciclo.
"Todos los planetas rocosos, incluida la Tierra, comenzaron como mundos 'fundidos' pero luego se enfriaron y se solidificaron rápidamente" explicó Nicolas Cowan. "Los planetas de lava [como K2-141b] nos dan un raro vistazo en esta etapa de la evolución planetaria", agregó.
Ahora, los científicos esperan comprobar si sus predicciones sobre los comportamientos atmosféricos y meteorológicos del exoplaneta son correctas, y para ello utilizaran la información del Telescopio Espacial James Webb, que será lanzado en 2021.
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