Decenas de mujeres polacas han podido sentir ya los efectos de las nuevas restricciones impuestas a la ley del aborto, una medida que, a pesar de que todavía no ha entrado en vigencia, ha propulsado en ese país eslavo y predominantemente católico las mayores protestas desde el colapso del bloque comunista.
El pasado 22 de octubre, el Tribunal Constitucional polaco prohibió los abortos por malformación del feto. El caso es que, según las estadísticas, en los últimos años alrededor del 98 % de los abortos realizados en Polonia han respondido precisamente a esa causa, lo que significa que ese fallo judicial prohíbe allí prácticamente toda interrupción voluntaria del embarazo.
Esta decisión, que forma parte de la política conservadora que el partido gobernante Ley y Justicia viene aplicando desde 2015, marca el primer cambio en esa ley desde 1993. Es resultado, sin duda, de muchos años de esfuerzos gubernamentales por imponerse al rechazo de movimientos feministas y otras fuerzas sociales.
Tras el fallo tribunalicio, y sin que todavía haya cambiado oficialmente la norma, son ya numerosas las mujeres a las que los centros médicos han denegado el derecho de abortar en razón de malformaciones congénitas, según lo señaló a The Independent la activista Antonina Lewandowska.
En esas circunstancias, asegura haber ayudado a más de 60 mujeres con embarazos problemáticos, "que están solas y lloran por teléfono, preguntando qué hacer". "No soportan pensar que van a convertirse en un incubadora o ataúd andante, que no sobrevivirán. Es abominable, es una tortura", dijo.
"El Gobierno está convirtiendo a las mujeres en ataúdes andantes al obligarlas a mantener embarazos improcedentes. Esto pone la vida de las mujeres en riesgo, es increíblemente peligroso", recalcó.
Lewandowska precisó que en Polonia, país de 37 millones de habitantes, se realizan unos 1.000 abortos al año. Y resaltó que las mujeres con malformaciones fetales podrían tanto morir por shock séptico como sucumbir a pensamientos suicidas.
La activista comentó que las movilizaciones que arrancaron el pasado 23 de octubre se han ido transformando drásticamente desde entonces. "Comenzaron como manifestación por el derecho al aborto, y ahora son una protesta antigubernamental", dijo. Y sostiene que la decisión del tribunal fue la gota que colmó el vaso para gente extremadamente molesta por las acciones del Gobierno en los últimos años.
Ante la presión de los manifestantes, de los cuales un 60% son mujeres, el Gobierno ha aplazado la enmienda, mientras que el presidente Andrzej Duda ha propuesto una nueva medida que permite poner fin al embarazo cuando el feto tiene problemas que amenazan su vida, pero siempre que no se relacionen con trastornos como el síndrome de Down.
Las protestas alcanzaron su punto máximo el 30 de octubre, cuando 150.000 personas salieron a las calles de la capital del país, Varsovia, y exigieron no solo la anulación de la decisión del tribunal, sino también un cambio en el rumbo político de Polonia.