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¿La yerba mate de Argentina empeoró su calidad? El Gobierno endurece la regulación de la infusión más tomada del país y enciende el debate en redes

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Las autoridades encontraron exceso de polvo en este popular producto, así que las empresas que no cumplan con los nuevos estándares, recibirán sanciones económicas.
Imagen ilustrativa

La administración de Alberto Fernández anunció este lunes el lanzamiento de un nuevo reglamento para controlar la calidad en la elaboración de la yerba mate, tras registrar deficiencias en el producto, consumido de manera masiva en Argentina.  

El decreto publicado por el Gobierno señala que uno de los mayores orgullos del país sudamericano tiene una importante falencia: "Los resultados de análisis de laboratorio de las muestras de yerba mate tomadas por los funcionarios del INYM, evidencian a través de los años un incremento en el porcentaje de polvo de palo". Esta peculiaridad, además de bajar la calidad, genera que el bebedor consuma ese polvo, e incluso puede producir que se tape la bombilla al momento de succionar.

La presencia de polvo se genera al procesar el 'palo' de la yerba, un derivado que, a simple vista, parece pedazos pequeños de caña. Sobre ello, las autoridades locales señalan que las empresas están usando un exceso de esta variante, algo que se "debe regular y controlar en miras a la obtención de un producto de buena calidad". 

Por ello, el Ejecutivo impuso nuevas pautas y condiciones para producir la yerba, controlando la cantidad de palo y polvo que hay en el producto final, para garantizar su "inocuidad".

De esta forma, cada muestra de yerba mate no podrá tener más del 35 % de palo, incluyendo la fibra cruda. El Estado también hizo hincapié en que el palo descartado en los procesos productivos no podrá ser reutilizado, ante las sospechas de que las firmas están llenando los paquetes con ese material de mala calidad. 

"Resulta necesario exigir que la yerba mate que se comercialice en el país cumpla con especificaciones microbiológicas", agregó el Gobierno. En 2017, bajo la administración de Mauricio Macri, ya se había lanzado un reglamento sobre la "recepción y secanza" de la yerba, pero ante las faltas detectadas en las inspecciones, las nuevas autoridades decidieron adaptar las pautas e impulsaron el nuevo reglamento para controlar la calidad de la materia prima. 

En efecto, aquellas compañías que no cumplan, podrán ser multadas por "el equivalente a 10.000 kilogramos de yerba mate al precio oficial vigente al momento del pago", se lee en el Boletín Oficial. 

Críticas en redes

Algunos detractores de la determinación oficial expresaron su rechazo en Twitter, al considerar la medida como innecesaria.

Para el economista Iván Carrino, la regulación es un acto de "soberbia".

Con ironía, otro cibernauta remarcó que esta clase de intervenciones estatales se aplican para crear nuevas oficinas y cargos públicos, a su entender, de forma injustificada. Igualmente, todavía no se anunció la instalación de nuevas secretarías. 

Así, "yerba mate" se convirtió en tendencia a las pocas horas de publicarse el decreto. 

Ante las críticas virtuales, Juan José Szychowski, presidente del INYM, aclaró en Radio Continental que "siempre se está controlando la cantidad de palo, polvo y hoja en la yerba por el código alimentario". A su vez, acotó que "la novedad es la modernización a las normas".

Su importancia en la cultura nacional

El mate es, por excelencia, la infusión más querida por los argentinos. Ideal para tomarlo solo o entre amigos, esta popular bebida caliente es parte de la cultura del lugar, y es difícil encontrar a alguien que no disfrute de un buen trago amargo en ese país del Cono Sur, aunque hay quienes necesiten echarle un poco de azúcar. Acompañando reuniones, películas, horas de trabajo o tiempos de relajación frente a un bello paisaje, las mañanas y tardes son protagonizadas por la mateína, que a muchos los despierta más que el café.   

Si bien cada nativo cuenta con su ritual personal para el armado del mate, y su particular forma de cebar —servir—, los expertos coinciden en que la fórmula perfecta es colocar la yerba en el matero, con la bombilla —sorbete de metal o madera—, y luego el agua entre 75 y 80 grados. En las zonas más calurosas, también se toma frío, incluso con jugos frutales: esta refrescante combinación se llama tereré.

Regresando al mate clásico, una vez armado, algunos lo sacuden, para mezclar bien todos sus componentes. Otros, más creativos, le añaden yuyos y saborizantes naturales, como cáscaras de mandarina. Quien no sepa prepararlo correctamente, corre el riesgo de ser reprobado por los bebedores más exigentes. De hecho, el 'matienzo' es tan importante para la vida cotidiana argentina que no son pocos los que simulan disfrutarlo cuando están en grupo, aunque realmente no toleren su fuerte sabor. 

Es que, el consumo del mate en Argentina es un asunto serio. Tal es así que la nación sudamericana cuenta con el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), cuya entidad afirma que este producto icónico empeoró en los últimos años.

El mate en tiempos de pandemia

Una de las principales características de este producto regional, también amado en Uruguay, y consumido en Paraguay y el sur de Brasil, es el acto de compartir. Es decir, usar la misma bombilla por todos los presentes, muchas veces sin importar los antecedentes clínicos de ninguno.

Así, la pasión por el mate en Argentina es tan grande que, en medio de la pandemia, se despertó la preocupación de médicos infectólogos por los riesgos de contagios. De hecho, el Ministerio de Salud se vio obligado a lanzar campañas especiales para que cada ciudadano use su bombilla individual, al menos por un tiempo.

Podría decirse, sin exagerar, que uno de los mayores desafíos ciudadanos fue aprender a 'matear' de modo responsable, para evitar la propagación del coronavirus. Aunque algunos argentinos cumplieron con las recomendaciones gubernamentales, a otros les costó adaptarse a la "nueva normalidad".

Eliminar el trabajo esclavo en los yerbatales, la deuda pendiente

Más allá de la calidad del producto final, en muchos casos la producción de yerba argentina es caracterizada por las malas condiciones laborales, calificada por varias organizaciones sociales como trabajo esclavo.

Solo entre 2011 y 2015, el Registro Nacional de Trabajadores y Empleadores Agrarios (RENATEA) contabilizó cerca de 1.000 empleados, entre hombres, mujeres y niños, como potenciales víctimas de trata laboral. Entre los tratos degradantes, se destacaban la falta de higiene, exceso de horas trabajadas, remuneración inferior a la debida y mala alimentación. Gran parte de esas irregularidades provenían de los yerbatales, aunque actualmente hay pocas estadísticas.

Aquella entidad cobró gran protagonismo durante el kirchnerismo, cuando el control recaía sobre autoridades estatales, algo que cambió en 2015: desde el mandato de Macri, y tras un fallo de la Corte Suprema, la fiscalización depende del Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Empleadores (RENATRE), una organización con alta participación de los sectores patronales. Con la modificación, se redujeron mucho las denuncias por malos tratos y violaciones a los derechos laborales, pero los movimientos sociales advierten que no disminuyó la cantidad real de irregularidades.

Frente a esta insignia del trabajo informal, algunos argentinos optan por consumir yerba orgánica producida por cooperativas y agrupaciones campesinas, que prometen respetar a los obreros y cuidar al medio ambiente. 

El principal exportador a nivel mundial

Los tres países que más yerba producen son: Brasil (61,01 %), Argentina (28,64 %) y Paraguay (10,35 %), con números del 2017. Asimismo, la Secretaría de Agroindustria argentina señaló, usando cifras del 2018, que ese país sudamericano es el principal exportador del mundo, con el 43,1 % del mercado. También es la nación con mayor superficie cosechada.

De toda la producción nacional, el 86,8 % se dirige hacia el mercado interno, y el resto se comercializa en el exterior. Entre los principales importadores de la yerba mate, se destacan: Uruguay (37,6 %), Siria (35,8 %) y Chile (6,1 %), seguidos por Alemania (3,4 %), EE.UU. (3,3 %) y España (2,9 %). Estos últimos tres destinos, donde no se acostumbra a tomar mate, satisfacen la demanda de residentes argentinos, uruguayos, o amantes de la infusión en general, que no pueden comenzar el día sin una buena cebada.

Leandro Lutzky

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