El máximo ídolo del fútbol argentino, Diego Armando Maradona, forjó una leyenda a base de goles, regates, 'caños', pases excelsos y 'chispazos' que se inventó cuando nadie imaginaba que sería humanamente posible. Pero al 'Diez' se le recordará por siempre como el pibe del humilde barrio de Villa Fiorito (Provincia de Buenos Aires) que desafió a los poderosos con el balón pegado a los pies.
Maradona falleció el miércoles a los 60 años en la Provincia de Buenos Aires, víctima de un paro cardíaco. La noticia conmocionó a jugadores, excompañeros de cancha, técnicos y hasta presidentes y exmandatarios de Argentina y el mundo entero.
Más allá de los escándalos que rodearon la vida del 'Pelusa', los hinchas jamás podrán olvidar la imagen del muchacho de 1,65 metros, cabello negro rizado y el balón pegado a una pierna zurda que parecía de acero, con la misma que devolvió el orgullo a los de abajo, aunque para muchos únicamente se tratase de un simple partido de fútbol.
El inicio de la leyenda
En 1976, Maradona debutó a los 15 años en Argentinos Juniors, un modesto club de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que pasó de pelear por no descender a la segunda división a conseguir el subcampeonato cuatro años después. El 'Diez' fue el máximo goleador en cuatro torneos consecutivos, una hazaña suficiente para que la directiva cambiase el nombre del estadio a Diego Armando Maradona.
Argentinos Juniors no pudo mantener en sus filas al jugador más buscado. Maradona firmaría con Boca Juniors, el club de sus amores, y con el equipo 'xeneize' conseguiría el único campeonato que acumuló en la liga local.
En 1982, el '10' llegó al F.C. Barcelona, pero una hepatitis y una grave lesión frustraron los deseos de Diego Armando de triunfar en Europa, al menos hasta ese momento.
El hijo adoptivo de Nápoles
Para sorpresa de muchos, el argentino dejó al F.C. Barcelona y se sumó a un equipo humilde de la Serie A, al que los equipos ricos del norte —A.C. Milan, Juventus de Turín y el Inter de Milán— miraban con desdén: el SSC Napoli. La ciudad de Nápoles, al sur de Italia, adoptó como un hijo propio a Maradona desde su llegada y el Pelusa no los defraudó.
En una de sus primeras declaraciones, el futbolista argentino declaró: "Quiero convertirme en el ídolo de los pibes pobres de Nápoles, porque son como era yo cuando vivía en Buenos Aires".
Maradona cambió la imagen del SSC Napoli y desató la euforia en la ciudad napolitana, desbordada por ver cómo el jugador cargó en sus hombros al equipo para conseguir el primer 'scudetto' de su historia en 1987, una hazaña que repetiría en 1990.
El futbolista argentino forjó así su leyenda en Nápoles. Los hinchas lo perseguían en las calles y le compusieron una canción en su honor: "Mamá, ¿sabes por qué me late el corazón? He visto a Maradona, he visto a Maradona".
El astro argentino devolvió el gesto con golpes espectaculares y trofeos, incluyendo la Copa de la UEFA en 1989, el único torneo continental del SSC Napoli.
A Maradona los napolitanos le ofrecieron su amor y agradecimiento eterno. En las calles de la ciudad, hay decenas de murales en honor al mejor futbolista que han visto, uno que se sintió en casa estando a miles de kilómetros de Buenos Aires.
"¡Solo muere quien es olvidado y en Napoli serás inmortal!", así se despidió el club de su máximo ídolo.
Por eso, el miércoles, miles de hinchas salieron a las calles de Nápoles para despedir a Maradona, en una de las noches más tristes que recordarán los habitantes de la ciudad.
La venganza por las Malvinas
En la cima de su carrera, Maradona también comandó a la selección argentina de fútbol durante el Mundial de México de 1986. Los aficionados locales llenaron todos los estadios en donde se presentó el 'Diez'.
La albiceleste no defraudó y avanzó hasta cuartos de final para enfrentar a Reino Unido, en un encuentro que estuvo cargado de tensión política tras la Guerra de Malvinas de 1982, en el que soldados argentinos e ingleses se enfrentaron por la soberanía de las Islas del Atlántico Sur, que culminó con el triunfo de la corona británica.
Fue en este encuentro en donde Maradona anotó dos de los goles más famosos de toda su carrera, uno con una genialidad, en la que arrancó desde medio campo y se quitó de encima a cinco jugadores ingleses —bautizado como 'El gol del siglo'— para empujar el esférico en la red, y otro con una trampa, al usar la mano para ganar el balón al guardameta —apodado como 'La mano de Dios— y darle la victoria a su selección.
Pero para Maradona la victoria en cuartos de final contra Inglaterra fue más que un partido de fútbol. Representó una 'vendetta' por lo sucedido a su pueblo en la guerra, en la que murieron 649 argentinos.
"Sabíamos que los argentinos habían muerto allí, que los habían matado como los pájaros. Y esta fue nuestra venganza", escribió el '10' en una autobiografía. "Era algo más grande que nosotros, estábamos defendiendo nuestra bandera", explicó sobre el mítico triunfo en el Estadio Azteca.
El ídolo argentino terminaría siendo el gran protagonista del Mundial de México de 1986, en el que levantó el trofeo ante un Estadio Azteca repleto que se rindió a sus pies, los mismos que usó para devolver el orgullo a los más humildes.
José Beltrán
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