Hace 4.500 millones de años, la atmósfera terrestre era semejante a la de Venus debido a los gases que escapaban del océano magmático que constituía la superficie de la Tierra, ha concluido un grupo de investigadores tras una serie de experimentos de laboratorio.
Según explican los científicos, en aquel tiempo un objeto del tamaño de Marte habría impactado contra la Tierra, liberando suficiente energía como para fundir el manto entero del planeta -la capa entre el núcleo y la corteza- y convertirlo en magma.
Este evento habría reemplazado la atmósfera terrestre de entonces con una nueva, dominada por el dióxido de carbono y con una pequeña proporción de nitrógeno, similar a la composición atmosférica del Venus actual, según expone el equipo en su estudio, publicado esta semana en la revista Science Advances.
Para reproducir las condiciones de la joven Tierra, el grupo, liderado por Paolo Sossi, de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (Suiza), creó su propio magma en laboratorio tomando polvo de roca del manto terrestre y calentándolo hasta alrededor de 2.000 centígrados con láser.
Esta tarea requirió de un horno especial en el que el polvo fue suspendido en un chorro de gases, mixtos en diversas proporciones que competían como candidatos para la atmósfera temprana. Con cada nueva mixtura, los investigadores analizaron cambios en el nivel de oxidación de hierro en el magma tras enfriarlo. Comparando el nivel de herrumbre en estas muestras con el de rocas naturales del manto terrestre, los investigadores dieron con la composición de gases más cercana a la que tenía la atmósfera 4.500 años atrás.
"Lo que encontramos es, que después de enfriarse el magma, la Tierra temprana tuvo una atmósfera levemente oxidante, con dióxido de carbono como componente principal, además de nitrógeno y un poco de agua", explicó Sossi.
Asimismo, la presión de superficie era casi 1.000 veces mayor que la actual, mientras que la atmósfera llegaba a mayores altitudes a causa del gran calentamiento de la superficie terrestre.
La Tierra y Venus tenían atmósferas semejantes en aquel entonces, pero el segundo planeta perdió posteriormente toda su agua debido a su proximidad al Sol y a las mayores temperaturas aparejadas. Mientras, en la Tierra el agua se conservó en forma de océanos, que absorbieron gran parte de CO2 del aire, creando así las condiciones favorables para el desarrollo de la vida.
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