El chavismo retomó el control de la Asamblea Nacional (AN) con 68,4 % de los votos en las pasadas elecciones parlamentarias, arrebatándole a la oposición el único poder del Estado en el que tenía mayoría, desde el año 2015.
El mismo sector de la oposición radical que llamó a la abstención critica la cifra de participación (30,5 % de la población) en el proceso, 40 puntos por debajo de los últimos comicios legislativos, y lo usa como argumento para intentar ensombrecer el triunfo chavista y solicitar el desconocimiento internacional de los resultados.
De igual forma, el ala de la derecha radical ignora a la oposición moderada, congregada en la Alianza para el Cambio (APC), que conquistó un 17,52 % de la votación o la existencia de otro bloque opositor, agrupado en la coalición Venezuela Unida, que alcanzó 4,15 % de los sufragios.
La baja afluencia a las urnas había sido vaticinada por algunas encuestadoras, lo que habría provocado el reto lanzado por el presidente Nicolás Maduro, cinco días antes de los comicios, para intentar convencer a los abstencionistas: "Si vuelve a ganar la oposición, yo me voy de la presidencia", dijo.
Más allá de esto, los niveles de participación no le restan legitimidad al resultado. "La abstención en Venezuela no es una figura jurídica, aún cuando puede manejarse como un concepto contrario a la participación, pero no hay ninguna norma que vincule la no participación con una sanción o una obligatoriedad. No existe norma que determine qué peso puede o debe tener la abstención", explica a RT la abogada Olga Álvarez.
Evaluar la abstención
Para Álvarez, lo único que se puede hacer sobre la abstención son "evaluaciones de tipo político", que interesan a los actores pero no tienen ningún valor jurídico en sí mismas, ni pueden llevar al desconocimiento de un proceso electoral.
"En Venezuela es imposible declarar la nulidad de una elección por una escasa participación, pues no se puede determinar la voluntad de los registrados solo por no ir a votar", explica la experta.
De hecho, la única figura del derecho electoral venezolano que podría requerir un porcentaje especifico de participación es el referendo revocatorio, ya que este exige que los votos válidos para remover sean mayores a los obtenidos por el cargo de elección popular que se desea revocar.
"Del resto, la abstención no existe como figura que pueda llevar un proceso a la nulidad, no se puede argumentar y no hay ninguna normativa en Venezuela que lo contemple", agrega Álvarez, lo que, a su juicio, deja sin fundamento los ataques de la oposición y de algunos actores de la comunidad internacional, que rechazaron los resultados del proceso.
Sin embargo, la escasa participación sí convoca a los distintos voceros políticos a revisar a fondo sus gestiones o estrategias, lo que también podría orientarlos de cara a las elecciones de gobernadores, que tendrán lugar en el 2021 y las de alcaldes, un año después.
Panorama político
Muchos de los diputados electos por el chavismo celebran que el 5 de enero se instalará un nuevo Parlamento, especialmente porque se pondrá en entredicho el liderazgo de Juan Guaidó, ya que fue su cargo como máxima autoridad de la AN lo que le permitió desafiar al gobierno de Maduro, al autoproclamarse ilegalmente como "presidente interino", el 23 de enero de 2019. Sin embargo, restan enormes desafíos.
El chavismo sacó menos votos que en pasadas parlamentarias de 2015, perdiendo una parte del llamado "voto duro", por lo que debe recuperar la confianza de su militancia. Uno de los temas que requiere atención urgente es el económico, en vista del deterioro de las condiciones de vida de los venezolanos, que se ha acelerado aún más debido a las sanciones unilaterales de EE.UU. contra el país.
No obstante, el diputado electo por el Circuito 3 de Caracas, Rigel Sergent, propone hacer una lectura del retroceso en la cantidad de votos que tome en cuenta "el contexto de estas elecciones".
En ese sentido, expone: "Obtuvimos poco más de 4 millones de votos, pero estas no son unas elecciones presidenciales. Tenemos 20 años de gobierno y cinco de ellos en medio de un fuerte bloqueo y las peores condiciones económicas, por lo que sigue siendo una cifra importantísima en términos cuantitativos y más que todo cualitativos", sostiene.
Según datos del Ejecutivo, el bloqueo y la persecución económica han sido responsables de que se congelen "más de 40.000 millones de dólares" de Venezuela en entidades bancarias estadounidenses y europeas.
Por ese motivo, Sergent considera que la AN debe ahondar en normativas, como la Ley Antibloqueo, para tratar de mitigar los efectos del bloqueo económico y obtener una mayor cantidad ingresos. El reto en ese particular es que el nuevo Parlamento seguirá sin ser reconocido por EE.UU. y la Unión Europea, por lo que se espera que continúen las sanciones y la imposibilidad de acceder a los mercados internacionales.
Pero el desconocimiento a la legitimidad de la Asamblea que asumirá el próximo 5 de enero no es una carta que carezca de consecuencias. El domingo pasado, el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero pidió a la UE "una reflexión serena y sosegada" sobre su reconocimiento a las elecciones porque, de no hacerlo, consideró que puede conducir "al mayor absurdo en el derecho internacional".
"Si no se reconoce a la Asamblea que hoy se elige y la Asamblea que había ya no existe porque cumplió su mandato, y si no se reconoce al presidente Maduro por la hipotética acusación de fraude de la elección de mayo de 2018, y el presidente Guaidó era presidente por una Asamblea que ya no existe, por tanto, también termina ese hipotético reconocimiento (...) Al absurdo no se puede llegar de decir, desde determinadas instancias, que en Venezuela no hay ni Parlamento ni Presidente ni instituciones", recalcó Zapatero.
Sergent tiene claro que el panorama por venir no es sencillo y advierte que hay un reto adicional: el de convertir la Asamblea en "un espacio para grandes debates entre partidos y con el pueblo, incluso dentro del propio chavismo, porque hay una gama de diputados que son fuerzas del chavismo pero con mucha diversidad".
Para el diputado electo por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), la diversidad del chavismo no debe entenderse como una división a lo interno de sus fuerzas. "Creo que eso más que una debilidad es una fortaleza", dice.
Mientras tanto, una vez que la oposición radical pierda formalmente la mayoría del Parlamento el próximo 5 de enero, deberá replantear su estrategia ante la eventual llegada de Joe Biden a la Casa Blanca y la salida de uno de los artífices del "liderazgo" de Guaidó: Donald Trump.
Jessica Dos Santos
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