Un equipo de buzos polacos ha encontrado varios cofres cerca de los restos de un barco de guerra nazi que se cree que llevaba la legendaria Cámara de Ámbar, saqueada durante la Segunda Guerra Mundial, y que ha permanecido extraviada durante 75 años, según lo anunció esta semana la compañía polaca que realiza la búsqueda Baltictech.
El buque alemán Karlsruhe fue descubierto en septiembre de este año a unos 88 metros bajo el nivel del mar, frente a las costas de Ustka (Polonia). Lo localizaron buzos que exploraban la zona en busca del acorazado naufragado, que se hundió el 13 de abril de 1945 tras ser atacado por aviones soviéticos en el mar Báltico.
Cuando los exploradores regresaron al lugar la semana pasada, un robot submarino de inspección reveló la presencia de unos 10 cofres y otros objetos que rodean los restos del buque de guerra. "Como sospechábamos, alrededor del naufragio y, particularmente, frente de su proa, se han derramado muchos artículos del interior del barco", dijo el equipo.
Aunque algunos baúles parecían estar abiertos, uno de ellos presentaba "sellos de goma especiales", lo que alimenta la esperanza de que contenga algunos elementos valiosos dentro, como pinturas o incluso tesoros de ámbar.
La Cámara de Ámbar, diseñada por maestros alemanes, fue regalada al emperador ruso Pedro I el Grande en 1716. Desapareció durante la Segunda Guerra Mundial tras ser robada por las tropas nazis que saquearon el Palacio de Catalina, situado en la ciudad de Tsárskoye Seló, en las afueras de la entonces Leningrado.
Desde entonces, el destino de la Cámara de Ámbar, considerada como la octava maravilla del mundo, es incierto, si bien los investigadores parecen tener una nueva pista.
Los historiadores mencionan que, en su último viaje, el Karlsruhe partió con mucha prisa y fuertemente escoltado desde el puerto de Konigsberg con un gran cargamento. Llevaba consigo 1.083 refugiados y 360 toneladas de carga.
La investigación de los restos del Karlsruhe se suspenderá hasta abril del próximo, año ya que el invierno puede dificultar las operaciones. Anteriormente el equipo de Baltictech advirtió que la recuperación de la carga podría suponer un coste millonario, además de requerir la ayuda de buzos militares, que tienen permiso para descender a grandes profundidades.