Multimillonario ruso construye un hogar para 'la última ermitaña' de la taiga siberiana (FOTOS)

En lo más profundo de la taiga siberiana, la ermitaña Agafia Lýkova, representante de los viejos creyentes de la Iglesia ortodoxa, que vive aislada de la civilización, espera poder instalarse pronto en su nueva casa de madera, cuya construcción ya ha comenzado con el apoyo del multimillonario ruso Oleg Deripaska.

Víktor Nepómniashchi, director de la reserva natural de Jakásski, en cuyo territorio se encuentra la choza de la mujer, anunció en Facebook que ya están llegando los materiales de madera a la zona, un proceso que describió como "la etapa más difícil" debido a lo inaccesible del territorio.

Para reducir el tiempo de construcción en el sitio, la casa se ensambló primero en la ciudad de Abakán, capital de la república rusa de Jakasia. A continuación, se enumeraron los troncos y la cabaña se desmontó, con la intención de trasladarla en tres autos y un tractor a un centro de descanso situado a 250 kilómetros de la vivienda de Agafia. Desde allí, la casa se envía por partes en hidrodeslizadores al lugar donde vive la mujer, explicó Nepómniashchi, que precisó que serán necesarias al menos 18 entregas para completar el proceso.

Lýkova pidió ayuda al multimillonario en noviembre de este año. Deripaska prometió superar las dificultades con la entrega de materiales y construir una nueva casa para la anciana. El empresario también envió en helicóptero comida y otros artículos a la ermitaña, y ayudó a transportar al lugar a Nikolái Sedov —hijo de uno de los geólogos soviéticos que descubrieron a la familia de Lýkova en la década de los 70— quien ayudará a Agafia durante el invierno. 

Agafia es la única sobreviviente de una familia de los viejos creyentes que huyó de la civilización en los años 30 y que vivió totalmente aislada desde entonces. En 1978, la familia, que no había visto a ningún ser humano desde hacía décadas, fue descubierta por un grupo de geólogos soviéticos. Los científicos vieron que los ermitaños eran totalmente autosuficientes y conservaban el fervor religioso. Por su manera de vestir y los instrumentos primitivos que utilizaban en su vida cotidiana, estos anacoretas parecían salidos del siglo XIX. 

Para Agafia, que era una de los cuatro hijos de la familia, los geólogos fueron los primeros extraños que conoció en su vida. Hoy en día, esta anciana de 76 años sigue viviendo sola en la taiga y se niega a mudarse a un pueblo o ciudad.

Los viejos creyentes son cristianos ortodoxos partidarios de la vieja liturgia que no aceptaron la reforma del patriarca Nikon en 1654 y que, debido a las persecuciones a lo largo de la historia, huyeron a las partes más remotas e inaccesibles de Rusia

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