La Audiencia Provincial de Córdoba (Andalucía, España) ha impuesto una pena de 20 años de cárcel a un cura docente de la asignatura de religión en un colegio de la misma ciudad por abusar sexualmente de forma continuada de cuatro de sus alumnas, que eran menores de edad. El condenado ha sido absuelto de otros dos delitos de la misma índole dado que en estos casos los tocamientos, a juicio del tribunal, carecían de "significación sexual".
Los hechos sentenciados se remontan a los cursos escolares de 2012/2013 y 2014/2015, años en que las víctimas eran todas menores de 13 años. El profesor cometió los abusos aprovechando varias situaciones de cercanía con las niñas: cuando las invitaba a su despacho para ofrecerles golosinas; en clase, cuando las sentaba sobre sus rodillas para corregir las tareas; o cuando las menores se quedaban a solas con él en el aula, por algún motivo, durante el tiempo de recreo.
El caso clave que destapó los abusos
En 2014 hubo un episodio que traería consecuencias especialmente graves. Durante un campamento, el profesor de religión convenció a dos alumnas para que le acompañaran a una sala a recoger golosinas para el resto de los niños. Allí les invitó a que se sentaran sobre sus rodillas. Una de ellas logró escabullirse, pero la otra, de 11 años, permaneció en el lugar y fue abusada.
A su regreso a casa, la menor contó a sus padres lo sucedido. Estos escribieron una carta al colegio y el profesor fue cesado el 2 de diciembre de 2014, pero no se emprendieron acciones legales por parte de la familia de la niña ni del centro escolar.
La menor, por su parte, quedó marcada con profundas secuelas, hasta el punto en que su pediatra tuvo que derivarla a la Unidad de Salud Mental para tratar los efectos que los abusos generaban en ella: sentimientos de angustia respecto al lugar (el colegio), bajada de rendimiento, miedo generalizado a los hombres y un trastorno de adaptación.
Cinco años después
El proceso judicial contra el maestro no daría comienzo hasta cinco años después, en mayo de 2019, y lo haría por circunstancias casi fortuitas: en aquellas fechas, la clase a la que pertenecía la alumna que sufrió los abusos en el campamento estaba organizado su fiesta de graduación, a la que acudió también el docente abusador.
El encuentro con él provocó en la chica un fuerte estado de ansiedad que le llevó a beber en exceso hasta alcanzar un profundo estado de embriaguez. Cuando fue asistida por agentes de la Policía Local, les reveló los hechos, lo que llevó a las autoridades competentes a iniciar la investigación de oficio. Tanto la menor como sus padres tuvieron que formular entonces una denuncia a la que más tarde se sumaron las otras cinco víctimas.
Además de la pena de prisión, los jueces le han impuesto al sacerdote una inhabilitación para cualquier profesión u oficio, sea o no retribuido, que implique contacto regular con menores. Además deberá indemnizar a las víctimas con 16.000 euros.