La Oficina del Inspector General del Departamento de Defensa de EE.UU. anunció que este enero planea comenzar una evaluación de políticas y programas destinados a eliminar el "extremismo ideológico dentro de las Fuerzas Armadas" del país.
"Nuestro objetivo es determinar en qué medida el Departamento de Defensa y los Servicios Militares han implementado políticas y procedimientos que prohíben la defensa activa y la participación activa relacionada con supremacistas, extremistas o doctrinas, ideologías o causas de pandillas criminales por parte del personal militar en servicio activo", reza un comunicado publicado en el sitio web de la oficina.
Desde el Pentágono agregaron que "no hay lugar en el Departamento de Defensa para quienes defienden puntos de vista extremistas".
"A raíz del asedio del Capitolio de los Estados Unidos el 6 de enero, los funcionarios del Departamento de Defensa volvieron a enfatizar que el departamento tiene tolerancia cero para los miembros del servicio o empleados involucrados en el extremismo, la supremacía blanca o que pertenezcan a organizaciones que buscan revocar la Constitución de Estados Unidos", prosigue el texto.
Gary Reed, director de inteligencia de defensa y contrainteligencia, aplicación de la ley y seguridad, indicó que "se está haciendo todo lo posible para eliminar el extremismo en el Departamento de Defensa", ya que "no se tolera el extremismo de ningún tipo" en la institución militar.
Se destaca que algunos de los manifestantes que irrumpieron en el Capitolio el 6 de enero eran veteranos de guerra y que también pudo haber miembros en servicio activo entre la multitud. Reed aseguró que el Pentágono trabaja "muy de cerca con el FBI para identificar a cualquier personal militar actual o retirado involucrado en comportamientos extremistas domésticos".
Por su parte, el secretario interino de Defensa, Chris Miller, ordenó una revisión de todas las políticas, leyes o reglamentos relacionados con la participación de militares en organizaciones extremistas.
El asalto de la semana pasada al Congreso estadounidense dejó un saldo de cinco personas muertas, entre ellas Ashli Babbitt, una veterana de la Fuerza Aérea con 14 años de servicio, quien recibió un disparo en el pecho.