La relación entre la Unión Europea (UE) y algunos de los laboratorios contratados como proveedores de vacunas contra el covid-19 comienza a tensarse. Bruselas no ha encajado bien los recientes anuncios de retrasos por parte de las compañías Pfizer y AstraZeneca con respecto al calendario inicial de entrega de dosis, y empieza a exigir a estas firmas soluciones inmediatas.
El pasado viernes 15 de enero el laboratorio estadounidense Pfizer avanzó que sus entregas se ralentizarán entre finales de este mes y principios del próximo, afectando a las remesas comprometidas con varios países, entre ellos los de la UE, que se verían mermadas en un 20 %.
Una semana después era la farmacéutica británica AstraZeneca la que anunciaba un problema de producción que provocaría una probable reducción de un 60 % (respecto a la cantidad pactada para el primer trimestre) en sus entregas al bloque europeo. Los 80 millones de dosis que se esperaban para finales de marzo se quedan en 31.
La paciencia empieza a escasear en Bruselas y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ya ha dicho al respecto que el club comunitario está dispuesto a "hacer que se respeten los contratos que han sido validados por las farmacéuticas".
Así lo aseguró este domingo en una entrevista en la emisora francesa Radio Europe1, en la que, si bien no detalló a qué medidas recurrirá la UE para presionar a las compañías biotecnológicas, sí recordó que las autoridades europeas ya han dado "el primer puñetazo en la mesa", consiguiendo que "los retrasos de varias semanas anunciados" se quedaran finalmente "en una reducción del ritmo de entrega".
La Comisión Europea (CE), por su parte, ha confirmado este lunes que está presionando a AstraZeneca para que "encuentre soluciones" a las incidencias que están provocando las demoras. En concreto, el Ejecutivo comunitario detalló que la presidenta de la CE, Ursula von der Leyen, habló telefónicamente con el CEO de la compañía británica, Pascal Soriot, para insistir en que la UE "espera que cumpla su contrato". A este respecto, la mandataria europea le habría recordado "que la UE adelantó dinero antes de la autorización precisamente para asegurarse que se cumplían los plazos de entrega".
La vacuna de AstraZeneca aún no ha sido validada por la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés). No obstante, se espera que el organismo dé el visto bueno a este antígeno el próximo 29 de enero.
En los Ejecutivos nacionales de los países miembros hay diferentes actitudes con respecto a estos retrasos en la distribución de vacunas. Mientras el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, considera que suponen "una grave violación contractual", contra la que su Gobierno está dispuesto a emplear "todas las herramientas y a todas las iniciativas legales", su homólogo belga, Alexander De Croo, ha rechazado recurrir a los tribunales al considerar que poner en marcha litigios "no es la solución".
Un acercamiento europeo a la vacuna rusa Sputnik V
En medio de este accidentado contexto, la UE dirige su mirada hacia Rusia. A mediados de la pasada semana, en una rueda de prensa en la que se analizaba la evolución de la pandemia en Alemania, la canciller Angela Merkel afirmó haber ofrecido colaboración a Moscú en su proceso de obtener la validación de la vacuna Sputnik V por parte de la Agencia Europea del Medicamento.
Tras recordar que Rusia ya ha presentado la correspondiente solicitud, la mandataria alemana indicó que, en una reciente conversación telefónica con el presidente Vladimir Putin, ofreció a las autoridades sanitarias rusas el apoyo técnico del Instituto Paul Ehrlich (PEI), que tiene competencias federales en materia de vacunas y medicamentos biomédicos.
La mediación de esta entidad podría facilitar el proceso de validación de Sputnik V para los países miembros de la UE, ya que, según explicó la propia Merkel, algunos pasos y documentos requeridos por la EMA no se corresponden necesariamente con el procedimiento ruso.
La OMS advierte contra un reparto injusto y moralmente "catastrófico".
Mientras tanto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) observa con preocupación un reparto mundial de vacunas que privilegia a las principales potencias económicas del mundo y da la espalda a los países pobres, contraviniendo incluso una lógica elemental expuesta hace una semana por el director general de la entidad, Tedros Adhanom Ghebreyesus: "No sería justo que adultos jóvenes y sanos en los países ricos se vacunen antes de que puedan hacerlo trabajadores sanitarios y personas mayores en los países más pobres", dijo.
"Habrá dosis para todos, pero ahora debemos actuar como una gran familia para dar prioridad a los que están en más riesgo", añadió al respecto Ghebreyesus, que alerta de que con el actual sistema de reparto basado en el mejor postor, el mundo "está al borde de un catastrófico fracaso moral". "El precio de ese fracaso se pagará con vidas y empleos en los países más pobres", precisó el dirigente de la OMS.
En su discurso, correspondiente a la sesión de apertura del Comité Ejecutivo de la organización, que dio inicio el pasado 19 de enero, Ghebreyesus recordó que las vacunas contra la pandemia de la gripe A, que eclosionó en 2009, no llegaron a los países en desarrollo hasta después de que terminara aquella crisis; o que los fármacos para portadores del virus VIH llegaron a las regiones más pobres del planeta hasta una década después que los países ricos dispusieran de ellos.
La OMS se refiere a estos episodios pasados como "errores que no han de repetirse".
"La reciente emergencia de variantes del coronavirus altamente contagiosas hace que el despliegue rápido y equitativo de las vacunas sea aún más importante", remarcó Ghebreyesus.
Hasta ahora, las cifras no reflejan el reparto equitativo que propugna la OMS. Mientras países latinoamericanos como Chile han estado recibiendo cargamentos semanales de vacunas ligeramente superiores a las 10.000 dosis, países de la UE como España han recibido, en fechas similares, entregas de hasta 350.000 viales.
Las muestras de consciencia solidaria en un panorama marcado por la urgencia y la competitividad entre países son escasas, pero no inexistentes: México anunció recientemente su intención de reducir el volumen de su demanda a Pfizer, para que la ONU dispusiera de más dosis para repartir en los países más pobres.
"Que nos bajen y luego nos repongan", dijo el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, destacando que su Ejecutivo actuaba de esa manera para "que no haya acaparamiento" de vacunas.
Israel y su rápida inmunización
En una especie de ejemplo perfecto de eso contra lo que advierte la OMS, Israel se encuentra en estos días vacunando ya a parte de su población más joven.
Las autoridades del país anunciaron que a partir del sábado ya se podían vacunar los ciudadanos nacidos antes de 2004, tras completar las fases anteriores de la campaña de vacunación, que incluyeron al personal sanitario, a las personas mayores y a los adultos que se hubieran presentado voluntariamente.
Israel, con casi el 42 % de su población inmunizada, lidera el ranking de los países más avanzados en sus planes de vacunación, muy por delante de Emiratos Árabes Unidos (que ya ha vacunado al 24 % de sus habitantes), el Reino Unido (10,2 %), España (2,5 %) Italia (2 %) o Francia (1 %), según datos de la web Our World in Data, vinculada a la Universidad de Oxford.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, desveló a principios de enero que el contrato que su Ejecutivo firmó con Pfizer incluía la cesión de datos sanitarios de los vacunados a cambio de dar preferencia a Israel en el suministro de las vacunas y de mantener un flujo constante de entregas.
"Israel va a ser el primer país en emerger del coronavirus", dijo orgullosamente el mandatario, que participará el próximo 23 de marzo en las cuartas elecciones legislativas que su país celebra en menos de dos años.
Sin embargo, hay otro factor que parece estar detrás de la velocidad con la que Israel está obteniendo las dosis que necesita para su ambiciosa campaña de vacunación. Según reveló el diario The Times of Israel, el Ejecutivo de Netanyahu estaría pagando cada dosis de la vacuna de Pfizer a unos 19,5 euros, mientras la Unión Europea paga unos 12 euros por pinchazo, de acuerdo a los datos revelados por la ministra belga de Presupuestos, Eva De Bleeker, a mediados del pasado mes de diciembre.
Contratos aún secretos
El desencuentro por el incumplimiento de las fechas y las cantidades acordadas entre la UE y sus proveedores de vacunas tiene lugar, además, en medio de una polémica suscitada por la escasa transparencia en lo que respecta al texto de los contratos que vinculan a las partes.
Las presiones de la Eurocámara y de organizaciones civiles como la ONG Corporate Europe Observatory han hecho que la Defensora del Pueblo Europeo, Emily O’Reilly, abra una investigación y otorgue al Ejecutivo europeo un plazo, que finaliza el próximo 11 de febrero, para que responda a las solicitudes de hacer públicos todos los contratos firmados.
Hasta ahora la UE solo ha hecho pública una copia parcialmente censurada del contrato con la compañía CureVac: 67 páginas con abundante información tachada, que ha contribuido más a arreciar las críticas contra la opacidad de la UE en este ámbito que a apaciguarlas. Bruselas ha suscrito un total de seis acuerdos con otros tantos laboratorios productores de vacunas (Pfizer, AstraZeneca, Johnson & Johnson, Sanofi, Moderna y CureVac).