Formada en Cuba, una médica de la etnia wichí vuelve a su pueblo en Argentina para atender casos de desnutrición infantil
Al terminar la escuela secundaria en la ciudad de Embarcación, en la provincia argentina de Salta, Tujuayliya Gea Zamora supo que, a pesar de su fervoroso deseo, no le sería posible estudiar una carrera universitaria. Si Argentina estaba devastada casi por completo después de la crisis de 2001, para una adolescente indígena de la etnia wichí, en una región históricamente postergada del norte del país, la situación era extremadamente difícil.
Y lo sigue siendo. Uno de cada cinco niños desde recién nacidos hasta los cinco años de edad presenta problemas de malnutrición en Santa Victoria Este, en el límite con Bolivia y Paraguay, según un estudio realizado entre 2018 y 2019 por la Universidad de Salta (UnSa).
De hecho, desde hace al menos diez años la muerte de niños wichí en el Gran Chaco argentino es una noticia que se repite con frecuencia, que resuena fuerte en todo el país pero que al poco tiempo se olvida. Más allá de algún gesto de preocupación y varias promesas gubernamentales, el déficit de acceso al agua es histórico, el desmonte indiscriminado ha limitado los recursos de estas comunidades, y la cantidad de pozos no ha aumentado significativamente.
En 2003, cuando el sueño de estudiar parecía inalcanzable para Tujuay, su tío, también de la etnia wichí pero residente en la provincia de Chaco, se enteró que estaban dando becas en Cuba. Y a la mamá de Tujuayliya se le ocurrió escribirle una carta directamente a Fidel Castro, a través del consulado. A los pocos meses sonó el teléfono en la carnicería del pueblo. Dijeron que llamaban desde la isla y preguntaban por Tujuayliya, porque en su casa no tenían línea para ubicarla.
La primera médica wichí
Un año más tarde, con 17 años de edad, Tujuayliya se fue a vivir y a estudiar a La Habana, gracias al apoyo del estado cubano. Egresó de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) en 2010, convirtiéndose en la primera médica wichí en la historia de la comunidad.
Hoy encabeza un Programa de fortalecimiento de la Atención Primaria de la Salud en Santa Victoria Este, donde el 77 % de una población de 13.500 habitantes es originaria, principalmente de las etnias wichís, pero también chorotes, chulupíes y qom. ¿El objetivo? reforzar la articulación entre el sistema hospitalario de salud de la zona y las familias, haciendo visitas a los hogares, llevando la atención a la comunidad, y observando el entorno y otros condicionantes que, muchas veces, impiden el acceso a un derecho fundamental.
El proyecto lo ideó Zamora poco antes de la cuarentena por el coronavirus, junto a otros médicos surgidos de la ELAM, que conformaron la Agrupación de Graduados en Cuba. Era enero de 2020 y el gobernador salteño Gustavo Saenz había decretado la emergencia sociosanitaria en los departamentos de San Martín, Orán y Rivadavia, luego de la muerte de 8 niños por desnutrición.
A pesar de las dificultades que planteó la pandemia a partir de marzo, Tujuay renunció a su trabajo en el Ministerio de Desarrollo y se decidió a viajar: "Yo me voy a Salta, quisiera que alguno de ustedes me acompañe", dijo a sus colegas a través de una videoconferencia por zoom. En pocas semanas, había una decena trabajando en el territorio.
"Necesitaba ir para allá porque me parecía que dar una entrevista, opinar desde Buenos Aires o irme de visita a ver qué ocurría no era la solución. Lo que me planteé en primer lugar fue dar una devolución de toda la formación que yo recibí en Cuba. Poder trabajar por el pueblo al que yo pertenezco. El compromiso con Cuba era ese, garantizar médicos y médicas de las comunidades, en las comunidades y en las fronteras. Es parte de la idiosincrasia que transmite la ELAM a sus alumnos", explica esta profesional médica de 34 años en diálogo con RT.
Estuvieron dos semanas trabajando en el territorio, hablaron con el Ministerio de Salud de la provincia de Salta, presentaron el proyecto y consiguieron un contrato individual a cada médico para trabajar bajo el ala estatal, aunque se conformaron como equipo de Fortalecimiento de Primer Nivel de Atención a la Salud.
El grupo participa del esquema de guardias en el hospital, y garantiza la presencia de tres médicas y médicos por mes en la zona. "No queríamos hacer un trabajo de ONG. Nuestro trabajo tiene que ver con la medicina familiar o de cercanía que sí funciona en Cuba, con visitar las comunidades todos los días, atender a niños, niñas, embarazadas o a quien lo necesite", detalla Zamora.
El grupo coordina con el programa de Atención Primaria de la Salud (APS), y junto a los agentes sanitarios y el personal del Hospital de Santa Victoria Este conformaron el Equipo Territorial Intercultural del Hospital. "Vamos un médico de nuestro equipo, un enfermero, un nutricionista y a veces un médico del hospital de Santa Victoria. Ellos ya venían trabajándolo, hacían un esfuerzo, pero no tenían el recurso humano suficiente para la atención médica en territorio, por lo que las visitas en las comunidades eran esporádicas", asegura Tujuay.
La importancia del agente sanitario
El Equipo de Fortalecimiento trabaja además en la capacitación de los agentes territoriales de salud y enfermeros y enfermeras de la comunidad. Los agentes sanitarios son promotores de salud, una figura histórica que tomó mucha relevancia a partir de los 90, con la epidemia de cólera, y que permitió que el sistema sanitario saliera al territorio.
La mayoría de ellos son indígenas, conocen a las familias, visitan las viviendas e identifican situaciones que se reportan al sistema sanitario. Muchos son caciques, o no lo son pero tienen algún rol de liderazgo formal o informal. Incluso, en algunos casos son elegidos por las familias.
También participan de toda estrategia de promoción preventiva en salud. "Es la cara del sistema sanitario ante la comunidad, y la cara de la comunidad ante el sistema sanitario", sostiene Zamora. Y agrega que "son trabajadores de la salud a los que hay que rescatar, jerarquizar con mejores salarios y acompañar, por su importancia dentro del sistema sanitario y la medicina rural, para lograr que se den procesos que garanticen la autonomía de esta población en cuanto a sus decisiones de salud en la comunidad".
El marco normativo en el que se apoya el proyecto está basado en tratados internacionales y en el derecho del paciente. El convenio 169 de la OIT plantea la consulta previa, libre e informada. Toda práctica e intervención que se haga en territorio indígena debe ser consultada a las comunidades. "Queremos introducir ese concepto y facilitar su práctica, acompañando procesos de empoderamiento en salud, porque es su derecho", explica la entrevistada.
La ELAM y la medicina revolucionaria
El 15 de noviembre de 1999, el comandante y líder de la Revolución cubana Fidel Castro inauguró la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), una institución académica de primer nivel, destinada a la formación de médicos en América Latina, África y otras partes del mundo.
Pero la ELAM no es cualquier casa de estudios. Los alumnos que pasan por sus aulas se gradúan con una impronta distintiva, multicultural: están preparados para trabajar en la Atención Primaria de Salud en sus regiones de origen o en otras diferentes, siempre dando prioridad a las comunidades con mayores demandas en el orden sanitario.
En sus más de 20 años de vida, la ELAM ha formado a 30.000 médicos de 118 naciones, muchos de los cuales, debido a carencias económicas o dificultades del orden social, no hubieran podido estudiar si no fuera porque recibieron una beca de parte de La Habana. Una de esas 30.000 personas es Tujuayliya.
Zamora describe la zona rural de Santa Victoria Este como "el reino de las ONG", y aunque reconoce que vienen aportando y asistiendo a las familias originarias, lo cierto es que no ha habido cambios estructurales en 50 años. "Por más que sumen, la presencia de esas organizaciones corre al Estado de cumplir con una obligación. Necesitamos que el Estado se ocupe de la deuda histórica que tiene y como trabajadores contratados por él, trabajamos en función de eso. Queremos que la gente tenga acceso a sus derechos, sin perder autonomía", describe la médica wichí.
Y añade: "Estamos encaminados a cambiar el modo en que se ejercen las políticas públicas de salud. La aspiración más grande que tenemos es la de poder interculturalizarla y hacer que llegue a todos y todas".
La Provincia de Salta ya les avisó que en marzo se termina el dinero que hay disponible por la crisis del coronavirus, por lo que les han pedido que hagan un convenio con el Ministerio de Salud local para sostener su estadía ahí. Están pagando los boletos de sus bolsillos y ahora tendrán que pelear para que les mantengan los contratos y poder seguir atendiendo a las comunidades.
Emmanuel Gentile
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