Un estudiante de la Universidad Concordia, de Montreal (Canadá), se sorprendió al enterarse de que el profesor que imparte su curso en línea de historia del arte está muerto desde 2019. Ningunos de sus compañeros de clase sabía ese detalle, y Aaron Ansuini lo descubrió accidentalmente la semana pasada, cuando le escribió un correo para hacerle una pregunta y en respuesta recibió una esquela.
En un hilo de Twitter, Ansuini cuenta que el docente figura como el titular del curso y "técnicamente todavía está dando clases", porque todos siguen aprendiendo con las conferencias que dejó grabadas en vida. Y aunque subraya que como estudiante no es raro encontrarse y aprender de textos y obras de personas que ya han fallecido, lo que lo "desconcertó" es que, por lo general, esa vicisitud se conoce con antelación y no por casualidad, como le sucedió.
"Ese sentimiento, cuando un profesor titular todavía está dando clases más allá de la tumba...", expresa el alumno en la red social.
El portal Slate, que divulgó la noticia, se comunicó con la universidad, que confirmó que François-Marc Gagnon, profesor del Departamento de Historia del Arte, había fallecido hace mucho, y explicó que gran parte de su trabajo escrito y de una serie de charlas suyas en video siguen dando sustento a un curso en línea. La Concordia aclaró que, en principio, el material no estaba destinado a ser usado en el currículo de las clases presenciales, pero con la actual pandemia de coronavirus, que obligó a trasladar los programas al mundo virtual, fue una opción para continuar con la enseñanza.
El docente responsable del curso es oficialmente Marco Deyasi, junto con dos asistentes de enseñanza que también interactúan con los estudiantes y califican los trabajos. No obstante, las conferencias de Gagnon continúan siendo una "herramienta de enseñanza", según un portavoz de la institución.
Las publicaciones póstumas suelen ser comunes dentro del ámbito creativo, donde las obras pueden vivir más allá que su autor y, en algunos casos, incluso resultar lucrativas y beneficiosas para empresas o plataformas que logran sacarles provecho. "Gracias a las tecnologías digitales, las celebridades muertas pueden aparecer en anuncios, los músicos fallecidos pueden tocar en espectáculos en vivo y los datos de redes sociales de las personas pueden manifestarse como 'chatbots'", pero "¿Tiene realmente la universidad derecho a beneficiarse de las conferencias de un difunto? ¿O cobrar a los estudiantes la matrícula completa cuando no pueden acceder a su profesor?", comenta al respecto Slate.
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