En 1977, la NASA lanzó las sondas gemelas Voyager 1 y Voyager 2, cada una de ellas equipada con un gran disco de 30 centímetros, hecho de cobre y oro y con carcasa protectora de aluminio, que cuenta con materiales (sonidos, imágenes y música) destinados a representar la vida y la cultura terrestre para el caso, bastante improbable, de que un día sean encontrados por alguna civilización extraterrestre.
Desde entonces, ambos aparatos están moviéndose por el espacio interestelar. Y si bien en pocos años se quedarán en silencio por falta de energía, seguirán viaje en ellos los registros de sus discos de oro, seleccionados hace décadas con la participación del reconocido científico estadounidense Carl Sagan.
Ahora Nick Oberg, del Instituto Astronómico Kapteyn (Países Bajos), calculó con cuáles estrellas podrían potencialmente encontrarse en su camino las dos sondas, basándose en gran parte en los datos del telescopio espacial Gaia, de la Agencia Espacial Europea. En enero, este candidato a doctorado presentó su trabajo en una reunión de la Sociedad Astronómica Estadounidense.
"Nuestro objetivo original era determinar, con una precisión muy alta y utilizando el catálogo de estrellas de Gaia, qué estrellas podrían encontrar las Voyager algún día de cerca", dijo Oberg, citado por el portal Space.com. Los pronósticos finales del investigador se extendieron más allá de la probable extinción de la humanidad y hasta de una colisión de la Vía Láctea con la vecina galaxia de Andrómeda.
Más allá del Sistema Solar
Dentro de 20.000 años, las Voyager pasarán a través de la nube de Oort, una especie de capa exterior del Sistema Solar, formada por cuerpos helados en órbita alrededor de nuestra estrella. En ese momento, según las estimaciones de Oberg, los aparatos "por primera vez comenzarán a sentir la atracción gravitacional de otras estrellas con más fuerza que la de nuestro propio Sol". Unos 10.000 años después, las naves podrán acercarse a su primera estrella, la enana roja Ross 248.
El investigador cree que ambos discos tienen muchas probabilidades de permanecer legibles por largo tiempo, pero advierte que las vastas nubes de polvo interestelar de la Vía Láctea son "uno de los pocos fenómenos" que realmente podrían "dañar" los aparatos.
Fusión galáctica
No obstante, según Oberg, "es muy probable que ambos discos de oro sobrevivan, al menos parcialmente intactos, durante un lapso de más de 5.000 millones de años". Después, su futuro será difícil de predecir, porque sería ese el momento cuando la Vía Láctea choque con su vecina, la galaxia de Andrómeda, y las Voyager se verían envueltas en esa catastrófica fusión. Entonces, su destino dependerá de las condiciones de la fusión, aunque el investigador cree que podrían soportar muchos años más.
Oberg calculó que en ese gran período de tiempo es probable que cada sonda visite una estrella, desde una distancia 150 veces mayor que la existente entre la Tierra y el Sol. No obstante, es casi imposible saber de cuál se trataría.
"Aunque es posible que ninguna de las Voyager se acerque particularmente a ninguna estrella antes de que las galaxias colisionen, es probable que la nave al menos pase por las afueras de algún sistema [estelar]. Lo muy extraño es que en realidad podría ser un sistema que aún no existe, una estrella que aún no ha nacido", dijo Oberg.
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