El FMLN, sigla sin la que resulta imposible explicar la historia reciente de El Salvador, se perfila como el gran perdedor de las elecciones legislativas del domingo 28 de febrero. Todas las encuestas auguran resultados apocalípticos para el único partido en contienda que se autoproclama de izquierda, y que hace apenas dos años retenía la Presidencia de la República.
El Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) va camino a convertirse en una fuerza residual en la Asamblea Legislativa, con una intención de voto inferior al 5 %, cuando su mínimo histórico es el 19,8 % cosechado la primera vez que participó en unas elecciones, allá por 1994.
"Estamos listos para pasar por una etapa de resistencia dentro de la Asamblea, que nos permita seguir siendo la voz que denuncie las truculencias que hace la derecha", dice a RT Damián Alegría, actual diputado del FMLN, en un atípico ejercicio de sinceridad preelectoral.
Nacido en 1957, Alegría lleva toda una vida –y no es licencia literaria– ligado a la sigla FMLN. Se integró en el Partido Comunista Salvadoreño (PCS) tras la masacre del 28 de febrero de 1977 en la plaza Libertad de San Salvador, cometida por la dictadura contra ciudadanos que protestaban por el fraude electoral. Las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL), el brazo armado del PCS, fueron una de las cinco organizaciones armadas que en octubre de 1980 dieron vida a la guerrilla del FMLN.
El diputado busca la reelección este 28 de febrero, corre en la casilla número 11 por el departamento de San Salvador, pero sabe que sus posibilidades de reelección son ínfimas, por no decir nulas.
"El pueblo salvadoreño va a aprender la lección –dice Alegría– y va a entender que los demagogos no resuelven la situación del país, y posiblemente el pueblo cambie su decisión para las próximas elecciones; este es un tema de aprendizaje histórico, y nosotros también debemos asumir que debimos impulsar más cambios".
El demagogo al que se refiere es Nayib Bukele, presidente de la República desde junio de 2019, exmilitante del FMLN, partido del que fue expulsado en octubre de 2017.
Un escenario apocalíptico
La Universidad Centroamericana (UCA) presentó su última encuesta el 12 de febrero. Según esta medición, Nuevas Ideas, el partido creado ad hoc por el presidente Bukele, arrasará en su primera cita con las urnas, con una intención de voto del 68,8 %. El FMLN apenas cosechó el 3,7 % de las simpatías. Otras encuestas son aún más pesimistas para los efemelenistas.
Hasta la irrupción del bukelismo, el sistema de partidos salvadoreño se consideraba uno de los más estables del continente, en torno al binomio surgido de la guerra civil: la exguerrilla del FMLN y su antagónico, el derechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA). En todas las elecciones celebradas entre 1994 y 2018, la mayor incógnita era saber cuál de esos dos partidos ganaba y cuál quedaba en segundo lugar.
Fueron los Acuerdos de Paz –firmados el 16 de enero de 1992– los que permitieron que la guerrilla del FMLN se convirtiera en partido político. Desde su primera participación en unas legislativas, en 1994, acumula nueve comicios. El menor respaldo lo obtuvo en su debut electoral, con el 19,8 % de los votos válidos, mientras que en 2009 –su cenit– alcanzó el 43 %. Las encuestas para este 28 de febrero le dan entre el 2 y el 7 %.
"Yo no sé si el Frente se va a levantar de esto, porque no veo un liderazgo claro en el partido, alguien que pueda empujar", dice Óscar Picardo Joao, un respetado académico de la Universidad Francisco Gavidia.
Por muy malos que sean los resultados el domingo, Alegría se niega a creer que sean el principio del fin: "En los procesos revolucionarios hay altibajos, y como FMLN ya hemos conocido momentos bajos; en la guerra pasamos momentos muy difíciles, que incluso pusieron al FMLN en la posibilidad de desaparecer, por el espíritu unitario nos mantuvo".
El diputado cree que el fuerte descenso que anuncian las encuestas se debe a "una mezcla, entre el repudio de los sectores de derecha y ultraderecha, que se han infiltrado dentro de las fuerzas del presidente actual, y hay también un grupo de personas que eran muy seguidoras del FMLN pero esperaban más en los 10 años en los que gobernamos".
Mirar al futuro
Alegría está convencido de que en un futuro no muy lejano el FMLN resurgirá y volverá a ser un partido clave en la escena política. La siguiente cita con las urnas es en 2024, año en el que los salvadoreños tendrán una cuádruple cita electoral: presidenciales, legislativas, municipales y al Parlamento Centroamericano.
Desde fuera del partido, incluso para analistas que tiempo atrás formaron parte o fueron simpatizantes del FMLN, la debacle electoral pronosticada para este 28 de febrero no será tan sencilla de superar.
Dagoberto Gutiérrez, excomandante guerrillero y firmante de los Acuerdos de Paz, se alejó del FMLN a finales de los noventa. "El FMLN aún no le ha pedido perdón al pueblo por lo que hicieron cuando gobernaron", dice Gutiérrez, "y por eso el pueblo está cobrándole las cuentas; por eso el FMLN va a desaparecer políticamente, aunque aún no desaparezcan electoralmente".
Nayda Acevedo, politóloga y defensora de derechos humanos, se expresa en términos similares: "El FMLN tiene el desgaste de haber gestionado la cosa pública y no haber resuelto la cotidianidad de los salvadoreños; su discurso socialista y de defensa de los pobres chocó con que en la práctica no transformó nada, y la realidad ha terminado sobreponiéndose".
Desde adentro del partido, sin embargo, Alegría reitera que el Frente volverá a ser lo que fue, porque "el FMLN es el partido de los pobres, el partido de los trabajadores, el partido de la gente sin recursos". Exactamente los sectores sociales que hoy por hoy se han convertido en la base social del bukelismo.