Las palabras "chayote" o "chayotero" son términos de uso común en México para referirse a un sector de los medios de comunicación y periodistas que recibe dinero a cambio de generar una influencia en la información que se publica en la prensa.
Chayote proviene del vocablo de idioma náhuatl 'chayutli', y es el nombre que recibe el fruto de la planta conocida como chayotera. Su nombre científico es 'sechium edule' y es una especie endémica del territorio mexicano. Este fruto comestible es de color verde claro y tiene una forma alargada y rugosa.
¿Pero cómo fue que este fruto se convirtió en un concepto usado cotidianamente en redes sociales para criticar a un sector de la prensa mexicana?
El espinoso chayote
"Es un término coloquial, del argot periodístico. El chayote es un fruto originario de Mesoamérica. Un fruto verde que tiene dos presentaciones: una lisa y otra con espinas. Entonces debes agarrarlo con mucho cuidado para que no te espine", explica el profesor Arturo Guillemaud Rodríguez, autor del libro 'Diccionario de comunicación'.
El académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) cuenta que el vocablo se popularizó en la década de 1970, durante el mandato de Luis Echeverría (1970-1976) como presidente mexicano.
Durante un viaje en avión de Echevarría junto a varios reporteros, según explica Guillemaud, uno de los jefes de prensa llamaba a cada uno de los periodistas a un rincón apartado de la aeronave para darles "una dádiva, un dinerito extra", aparte del sueldo que percibían trabajando con sus respectivos medios.
Así, con la expresión "vamos a ver cómo se riegan los chayotes", el funcionario hacía el reparto de dinero, cuenta el académico.
"No fue la primera vez que se empleaban estas dádivas. Desde la década del presidente Álvaro Obregón, en la década de 1920, 'los cañonazos de 50.000 pesos' indican que ya existía el concepto. Pero era un 'cañonazo' para el dueño del medio", agrega.
El académico apunta que ya en la década de 1940 aparece un "personaje fundamental en el desarrollo del chayote": Carlos Denegri.
Dicho periodista, que vivió su auge entre 1940 y 1960, fue retratado recientemente como protagonista de la novela de no ficción 'El vendedor de silencio', del escritor Enrique Serna.
"Fue el rey del chayote. A través de su columna y estar presionando a funcionarios públicos, guardando información y llevándola ante los funcionarios, iba cobrando ciertas dádivas y privilegios que no tenían el resto de los reporteros y los periodistas", narra Guillemaud.
"La novela de Serna hace una descripción muy cruda, muy humana, de cómo terminó este personaje, muerto de un balazo por parte de su última esposa", apunta el académico.
El entrevistado sostiene que esta "escuela" que dejó Denegri fue continuada por otros periodistas mexicanos.
Mecánica del chayote
La función del chayote era que el Gobierno compraba subrepticiamente al reportero a cambio de recibir buen trato en los medios o contar con información privilegiada antes que nadie.
"Compromete al periodista con el funcionario. Esto se da en un contexto en el que el reportero de a pie gana una miseria. De este modo, el chayote muchas veces iguala o supera el salario de muchos periodistas", explica Gillemaud.
De este modo, tanto dueños de los medios como el Gobierno se beneficiaban de esta práctica.
El académico señala que esta práctica se dio a lo largo de todo el periodo en que gobernaron en México partidos como el PRI y también el PAN, un periodo de alternancia que comenzó a partir de la primera década del siglo XXI.
También apunta que cuando el reportero era de mayor rango, el 'chayote' (o simplemente 'chayo') era mejor pagado por las oficinas de Gobierno, por lo que la fuente política recibía mejores dádivas que la fuente policiaca, por ejemplo.
"Posteriormente se sofistica y se convierte en la publicidad oficial que reciben los medios", explica Guillemaud.
Esto ha provocado que en las últimas décadas la publicidad oficial haya sido utilizada en muchos casos como un "fraude", a decir del académico, para que el Gobierno apoye a medios afines, muchas veces sin que siquiera cuenten con el tiraje o una audiencia que amerite pagos millonarios.
El presidente contra los medios
El conflicto entre el actual presidente, Andrés Manuel López Obrador, y varios medios mexicanos se detonó luego de que el mandatario quitase a varios periódicos, revistas y columnistas varias "prebendas".
De acuerdo a un informe de las organizaciones Fundar y Artículo 19, en 2019 el Gobierno mexicano ejerció 3.246 millones de pesos (152 millones de dólares) por concepto de publicidad oficial.
Esta cifra implica una tercera parte del gasto hecho durante el primer año de su antecesor, Enrique Peña Nieto (2012-2018), que gastó 9.632 millones de pesos (449 millones de dólares), y poco más de la mitad de Felipe Calderón (2006-2012) en su primer año, 7.381 millones de pesos (344 millones de dólares).
López Obrador ha optado por hacer de sus conferencias de prensa matutinas un instrumento de batalla política para contrarrestar algunas campañas mediáticas orquestadas desde la oposición, lo que permite entender los continuos choques del mandatario con algunos de los periódicos más importantes del país, como Reforma o El Universal, a los que ha llegado a calificar como "pasquines inmundos".
Estos señalamientos, a su vez, han recibido críticas por parte de organizaciones defensoras de derechos humanos, que consideran que los comentarios del presidente atentan contra la libertad de expresión.
En este sentido, Guillemaud considera que las conferencias matutinas de López Obrador han sido utilizadas como un instrumento para contrarrestar el ataque mediático contra el Gobierno, a pesar de que, al mismo tiempo, la continua exposición del mandatario ante los reflectores ha generado un desgaste de la imagen del presidente.
"Pierdes un privilegio y lo que tienes que hacer es estar golpeando. Y era un privilegio de muchos millones de pesos proveniente del dinero público", apunta el experto en comunicación, quien asegura que algunos montajes televisivos ocurridos en administraciones anteriores operan bajo esta lógica.
Pero a pesar de que varios comunicadores han sido puestos en evidencia por su manejo político de la información, esto no ha tenido repercusiones legales.
"Una parte del chayote y la influencia del periodista es la intocabilidad, ser intocable, que nadie te pueda tocar, estar más allá de la ley. Eso es grave", concluye Guillemaud.