El último informe sobre violencia de género publicado este 9 de marzo por la Organización Mundial de la Salud (OMS) refleja un panorama devastador: la violencia machista continúa siendo un problema generalizado ya que cerca de 736 millones de mujeres, es decir, una de cada tres, sufren violencia física o sexual infligida por un compañero íntimo o agresiones sexuales perpetradas por otras personas.
Las cifras se han mantenido estables durante la última década. El informe, que presenta datos obtenidos en el mayor estudio realizado hasta la fecha sobre la prevalencia de la violencia sobre las mujeres, recoge datos correspondientes al periodo entre 2000 y 2018 en 161 países y zonas.
Esta violencia comienza a darse a una edad muy temprana: una de cada cuatro mujeres de entre 15 y 24 años que han mantenido alguna relación íntima habrán sido agredidas de alguna manera por un compañero íntimo cuando cumplan 25 años.
El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha explicado que "la violencia contra la mujer es endémica en todos los países y culturas" y, además, se ha visto exacerbada por la pandemia de coronavirus. "Sin embargo, no disponemos de vacunas para ponerle freno", ha afirmado, señalando como único remedio que gobiernos, comunidades y personas adopten medidas para "cambiar actitudes fundamentales, mejorar el acceso a las oportunidades y los servicios para las mujeres y las niñas y fomentar las relaciones saludables y de respeto mutuo".
De los 736 millones de mujeres en el mundo que sufren violencia de género, alrededor de 641 millones son objeto de violencia por parte de un compañero íntimo, por lo que es la forma más frecuente de violencia, con diferencia.
Además, el 6 % de las mujeres afirman haber sido agredidas sexualmente por personas que no son su compañero sentimental. La cifra puede ser mucho mayor, si se considera que los abusos sexuales aún están muy estigmatizados y en un amplio porcentaje no se denuncian ni se confiesan.
La desigualdad como principal factor de riesgo
El informe recoge que la desigualdad, sobre todo económica, es uno de los principales factores de riesgo. Así, las mujeres que viven en los países con los ingresos más bajos sufren esa violencia en una mayor medida. Hasta el 37 % de las mujeres pobres han sido objeto de violencia de género en algún momento de su vida y, en algunas regiones, como varias de las ubicadas en Oceanía, llegan al 51 %, es decir, una de cada dos. Otras regiones de Oceanía, Asia Meridional y África subsahariana superan el 33 %.
En el lado contrario, con una prevalencia menor, se encuentra Europa (entre el 16 y el 23 %), Asia central (18 %), Asia oriental (20 %), Asia sudoriental (21 %) y Australia y Nueva Zelanda (23 %).
Por grupos de edad, quienes más violencia sufren son las mujeres jóvenes. Tan solo en los últimos 12 meses, han sufrido esta lacra el 16 % de quienes tienen entre 15 y 24 años.
Apuesta por la prevención
Las mujeres víctimas de violencia de género tienen un mayor riesgo de presentar lesiones, depresión, trastornos de ansiedad, embarazos no deseados, infecciones de transmisión sexual y otros muchos problemas de salud. Es una problemática que afecta al conjunto de la sociedad y repercute en su desarrollo.
El informe de la OMS señala algunos puntos básicos para prevenir esta lacra: solventar las desigualdades económicas y sociales sistémicas, asegurar el acceso a la educación y al trabajo seguro y acabar con las discriminaciones de género.
Además, apunta otras actuaciones más concretas: servicios para mujeres que han sobrevivido a actos violentos, apoyo a organizaciones de mujeres, luchar contra normas sociales que perpetúan las desigualdades y reformas legislativas.
"Es fundamental dirigir las intervenciones a los adolescentes y los jóvenes con el fin de promover la igualdad de género y las actitudes que la fomenten", refiere la doctora Claudia García Moreno, de la OMS, que también relata que es imprescindible "actuar urgentemente para reducir la estigmatización en torno a este problema".
El informe, titulado 'Estimaciones mundiales, regionales y nacionales de la prevalencia de la violencia de pareja contra la mujer y estimaciones mundiales y regionales de la prevalencia de la violencia sexual fuera de la pareja contra la mujer', apuesta por llevar a cabo políticas que abarquen desde el cuidado de niños hasta la igualdad salarial, fortalecer el sistema sanitario para atender adecuadamente a las víctimas sobrevivientes de violencia de género y a intervenir en las escuelas cuestionando las actitudes y creencias discriminatorias y ofreciendo formación en la que se incluya educación sexual integral.