La misión Perseverance de la NASA compartió un video que muestra el primer remolino de arena —o "diablo de polvo", según lo calificó la agencia espacial— capturado por su róver desde su llegada al planeta rojo el mes pasado.
"Vi un diablo de polvo. Pueden observarlo en la distancia, detrás de mi brazo robótico, en esta vista mejorada/procesada. El diablo de polvo se mueve de derecha a izquierda y crea torbellinos de polvo en su camino", escribió la agencia espacial en la cuenta de Twitter de la misión.
Igual que en la Tierra, los vientos marcianos son fomentados por el calentamiento solar. Aunque el planeta rojo está más lejos del Sol, sigue recibiendo bastante energía solar como para que surjan los llamados diablos de polvo sobre su superficie.
Estos remolinos son columnas de aire que se forman cuando el aire caliente y menos denso, cerca de la superficie del suelo, se pone a dar vueltas al tiempo que asciende por efecto de una pequeña bolsa de aire más frío en su parte superior. Visible gracias al polvo que levanta desde el suelo, este fenómeno habitualmente ocurre en días claros (a diferencia de los tornados).
Como se explica en el sitio web de la NASA, estudiar los vórtices de polvo es de gran importancia para las misiones robóticas, a fin de determinar ciertas condiciones atmosféricas (como la dirección y velocidad del viento) que deben preverse para evitar que el polvo llene los paneles solares de los róvers.
En búsqueda de vida
El objetivo principal de la misión Perseverance en Marte es la investigación astrobiológica y la búsqueda de signos de antigua vida microbiana. El róver recopilará datos sobre la geología y el clima del planeta rojo y almacenará regolito (fragmentos de rocas, minerales y polvo que quedan en la superficie del planeta), allanando el camino a la futura exploración humana de Marte.
Además, este nuevo vehículo de exploración espacial intentará producir oxígeno a partir del dióxido de carbono existente en la atmósfera del planeta rojo. El programa de investigación está diseñado para durar un mínimo de dos años terrestres, pero lo más probable es que continúe en el tiempo.
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