Una cuarta parte de las muertes diarias por covid-19 en el mundo suceden en Brasil. En los últimos siete días, el promedio nacional se estima en 2.400 decesos, pero el país podría experimentar una situación aún peor dentro de unas semana, advirtieron varios expertos en diálogo con la agencia Associated Press.
Según los cálculos, el pico en el país suramericano podría situarse pronto en 4.000, ya que este viernes marcó un nuevo récord con 3.650 decesos. Una cifra aún peor que la de EE.UU., que se sitúa por encima y lidera en total de muertes a nivel global. "4.000 muertes al día parecen estar a la vuelta de la esquina", asegura José Antônio Curiati, supervisor del Hospital das Clínicas de Sao Paulo, el complejo hospitalario más grande de América Latina.
Con más de un 90 % de ocupación de camas en las unidades de terapia intensiva (UTI) en casi todos los estados y la amenaza de falta de oxígeno y medicamentos, el sistema sanitario esta casi colapsado. Bajo este panorama, Miguel Nicolelis, profesor de neurobiología que asesoró a varios gobernadores y alcaldes brasileños sobre el control de la pandemia, anticipa que la cifra total de muertos llegará a 500.000 en julio y superará la de EE.UU. a finales de año.
Desinterés del Gobierno
La prestigiosa Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) recomendó 14 días de confinamiento en los estados que estén al límite de su capacidad en las UTI. La microbióloga Natalia Pasternak, quien preside el Instituto Questão de Ciência, confía en que esta medida podría contribuir a la disminución de los casos, pero prevé que el Gobierno no la acepte. "Necesitamos una acción coordinada, y eso probablemente no sucederá porque el Gobierno federal no tiene un interés real en seguir acciones preventivas", opina.
A pesar de las restricciones sanitarias, el presidente Jair Bolsonaro continúa en su retórica de poner por encima la necesidad de evitar el colapso económico y sigue sin estar convencido de tomar medidas drásticas. Considera los cierres parciales como un asalto al derecho de ganar un sueldo y ya en varias oportunidades ha arremetido contra líderes locales y gobernadores que se han atrevido a desafiarlo implementando medidas por separado y a su manera.
"Necesitamos abrir los ojos y entender que esto no es una broma. La gente se está muriendo y, si todo sigue como está, y no se hace nada, solo Dios sabe lo que podría pasar", aseveró el alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, enfatizando que ningún alcalde quiere causar desempleo.
Mientras el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, pidió este lunes lograr un "esfuerzo concertado" en Brasil para una respuesta seria a la crisis, más de 500 economistas y ejecutivos influyentes de la nación han pedido a las autoridades una vacunación masiva.
El Gobierno ha sido objeto de numerosas críticas por haber iniciado tarde la campaña de vacunación. Desde que comenzó, el pasado 18 de enero, un total de 14.074.577 personas han recibido la primera dosis, lo que representa un 6,65 % de la población. Los expertos consideran la situación vergonzosa teniendo en cuenta que Brasil ha sido considerado durante mucho tiempo un modelo por contar con uno de los programas de inmunización más respetados del mundo.
Hasta este domingo Brasil contabiliza 12,53 millones de casos positivos acumulados desde el inicio del brote, de los que 312.206 tuvieron un fatal desenlace, tras registrar 44.326 casos nuevos en las 24 horas previas y 1.656 fallecidos.