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¿Concienciación o circo mediático? Cómo el testimonio de maltrato de Rocío Carrasco, hija de 'La Jurado', impactó a la sociedad española

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Desde la emisión del documental 'Rocío: contar la verdad para seguir viva' han aumentado un 42 % las llamadas al teléfono que atiende a las víctimas de violencia de género.
¿Concienciación o circo mediático? Cómo el testimonio de maltrato de Rocío Carrasco, hija de 'La Jurado', impactó a la sociedad española

El relato de malos tratos de Rocío Carrasco, en horario de máxima audiencia, ha sacudido muchas conciencias y vuelto a poner el foco sobre la violencia de género que sufren en España alrededor de 600.000 mujeres al año. Ha hecho que muchas personas teclearan en Google 'luz de gas', que se hablara del circo mediático que acompaña a veces a estos testimonios, que se vuelvan los ojos hacia la revictimización y que personajes, incluso del más alto nivel de la política, se hayan pronunciado.

Rocío Carrasco, conocida durante mucho tiempo como Rociito, es una de las mujeres más populares de España. Su fama comenzó con su nacimiento, al ser la única hija del matrimonio de la cantante Rocío Jurado y el boxeador Pedro Carrasco. Después llegaría su exposición mediática en programas del corazón y su carrera como presentadora en televisión.

Máxima audiencia

Desde la semana pasada, el canal Telecinco comenzó a emitir el documental 'Rocío: contar la verdad para seguir viva', donde Carrasco relata su historia de maltrato, su intento de suicidio y la separación de sus hijos. Se prevé que conste de cinco entregas en las que se comprimirán las 60 horas de grabación de su testimonio. Su estreno fue todo un récord de audiencia, con casi 4 millones de telespectadores, cerca del 40 % de la audiencia, a una distancia estelar de sus competidores más cercanos.

La irrupción de este testimonio de maltrato se ha producido en el contexto de un programa dedicado a la crónica rosa, acompañado por una tertulia en plató para analizar cada una de las confesiones de una mujer que se rompía casi en cada frase que pronunciaba; y en una cadena cuyo ciclo de producción se retroalimenta, es decir, los contenidos de unos programas sirven de base para el de otros. De esta manera, Carrasco estará presente durante semanas en la gran mayoría de la programación del canal.

La aparición de Carrasco en un escenario de máxima audiencia está ayudando a colocar en el centro de atención pública un problema que como punta del iceberg tiene a más de 60 mujeres asesinadas cada año, pero que, sin embargo, según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) solo preocupa al 0,2 % de los españoles.

Su efecto ya se está dejando sentir. Desde la emisión, el Servicio de Atención Telefónica a Mujeres Víctimas de la Violencia (SATEVI) del País Vasco, ha recogido un incremento de las llamadas de un 30 %. En algunas de las comunicaciones las mujeres atendidas refirieron haber visto el documental y haberse visto reflejadas con la situación que se relataba.

A nivel nacional, las consultas al teléfono 016, que atiende a las víctimas de violencia de género, se dispararon un 42 % la semana posterior a la emisión de este programa con respecto a la semana precedente.

En las redes sociales se han generado varios hashtag de apoyo a Carrasco, como #RocioSeLibre, #RocioVerdad o #RocioYoSiTeCreo, un movimiento que asemeja a un nuevo #MeToo a la española y que fue trending topic en el país durante varias jornadas consecutivas.

Circo mediático

El modo en que esta historia de maltrato ha llegado a los hogares de millones de españoles ha suscitado mucho debate. Por un lado, se ha puesto en valor que este testimonio se mostrase en un espacio de prime time, porque ayudaría a llegar a muchas más personas, a sensibilizar sobre esta lacra y a que muchas mujeres se pudieran ver reflejadas en las experiencias contadas.

Sin embargo, el formato elegido ha tenido muchos puntos negros ampliamente criticados. En la tertulia participaban muchas de las personas que durante 20 años contribuyeron a estigmatizar a Carrasco, haciéndose eco de la única versión pública hasta ahora, la de su exmarido, Antonio David Flores, y lanzando todo tipo de hipótesis, calificativos e, incluso, insultos que han marcado durante todo este tiempo a Rocío Carrasco. Solo hubo un pequeño cambio en la composición de los comentaristas de este formato al dar cabida a una psicóloga especialista en violencia de género y la periodista Ana Pardo de Vera, también experta en esta cuestión.

Durante la emisión del documental, las declaraciones que impactaron a la audiencia eran interrumpidas por el presentador del programa con un alegre tono para anunciar que los espectadores podrían ganar 12.000 euros si mandaban un sms o hacían una llamada de teléfono. Algo que ha sido visto como una manera de lucrarse gracias al tirón de un drama personal.

Las redes sociales, por su parte, continuaron con la dinámica del programa y numerosas cuentas de Twitter pedían RT o Like en función de si se estaba del lado de la presunta víctima o del presunto maltratador, como si se tratara de cualquier otro chismorreo propio de los espacios dedicados al corazón.

La actitud de la cadena de televisión ha sido muy criticada igualmente. Tras la emisión del primer capítulo de la serie biográfica sobre Rocío Carrasco, y tras la gran repercusión pública que tuvo, la productora La Fábrica de la Tele, el canal Telecinco y el conglomerado audiovisual Mediaset, decidieron prescindir laboralmente de Antonio David Flores.

La decisión, aplaudida por parte de la ciudadanía, también ha sido censurada por el modo en que tuvo lugar, puesto que el documental llevaba meses grabado pero esperaron a la emisión del primer capítulo para llevar a cabo el despido. 

La revictimización

Desde que saltó esta bomba, se ha puesto el foco en la revictimización de las víctimas de violencia de género, debido a que el caso de Carrasco lo ilustra a la perfección.

Tras su divorcio en 1999, que puso fin a un matrimonio de tan solo tres años, Carrasco guardó silencio hasta la actualidad. Los pocos detalles de su vida privada que se conocieron durante este periodo provenían de su exmarido que, durante todo este tiempo, ha dado exclusivas a revistas del corazón y ha participado en programas televisivos de crónica social dando su versión de los hechos y hablando de su expareja y de los dos hijos que tienen en común.

Carrasco llegó a denunciarle por maltrato físico y maltrato psicológico en 2016, pero los tribunales desestimaron la demanda en primera instancia por falta de pruebas, aunque el caso todavía puede ser reabierto. Tras el testimonio televisivo se ha cuestionado la Justicia del país, por conservar todavía una visión patriarcal.

En el caso de Rocío Carrasco se juntan varios aspectos de la revictimización, no solo la que tiene que ver con los duros procesos judiciales a los que se enfrentan este tipo de víctimas y el señalamiento de su entorno. Al ser una figura conocida además ha sufrido el escarnio público. Una estigmatización labrada en los platós de televisión, que tras ser repetida durante 20 años, se trasladó también a la calle.

El calificativo de mala madre ha sido repetido hasta la saciedad, por tertulianos y personas anónimas, antes de conocer los motivos del alejamiento de sus dos hijos, antes de que trascendiera que había sido víctima de violencia filial por parte de su hija mayor, condenada por los tribunales, así como otros detalles que han visto la luz recientemente.

Además, Carrasco ha tenido que luchar contra el perfil de víctima de violencia de género que recoge el imaginario colectivo, que tiene en mente a una mujer con pocos recursos y formación, de clase social baja y poca personalidad. Las expertas no han parado de repetir que se trata de un perfil falso y que cualquier mujer puede sufrir violencia machista.

Reacciones

Las reacciones que ha suscitado estas confesiones no se han limitado al ámbito de las redes sociales y de la ciudadanía, que en su gran mayoría han creído el relato de Carrasco y se han situado a su lado.

También importantes personajes del ámbito del periodismo, la política o el arte se han manifestado. Quizá la reacción más importante llegó de la mano de la ministra de Igualdad, Irene Montero, que no solo publicó un tuit en el que decía que "el testimonio de Rocío Carrasco es el de una víctima de violencia de género" y en el que agregaba que "cuando una mujer denuncia públicamente la violencia puede ser cuestionada o ridiculizada", sino que intervino al día siguiente en directo en televisión para abordar este asunto y apoyar a Carrasco.

Una de las cuestiones más señaladas por la ministra ha sido la responsabilidad de los medios de comunicación a la hora de tratar la violencia de género, de evitar la revictimización de quienes la sufren, de visibilizar este problema social y de ayudar a las mujeres que lo padecen.

Nuria López

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