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Un inesperado balotaje en Perú: ¿podrá Pedro Castillo ganar a Keiko Fujimori en la segunda vuelta?

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Los líderes de la derecha ya han comenzado una campaña de criminalización contra el candidato izquierdista, aunque eso suponga desdecirse de sus críticas a la era fujimorista.
Un inesperado balotaje en Perú: ¿podrá Pedro Castillo ganar a Keiko Fujimori en la segunda vuelta?

Pedro Castillo ha sido la gran sorpresa en la primera vuelta de las elecciones peruanas. Le ha sacado seis puntos de ventaja a Keiko Fujimori y ahora ambos competirán el 6 de junio en la segunda vuelta. Así, ya se pueden ir perfilando cuáles son los puntos fuertes y débiles de cada candidato para la contienda que se avecina.

Por los momentos, Ipsos, una encuestadora cuya sede principal está en París, ha publicado un estudio esta semana que otorga la victoria a Castillo, con once puntos de diferencia sobre Fujimori, en el balotaje.

¿Cómo se puede explicar está inesperada situación electoral?

El resultado de la primera vuelta implica barajar las cartas de la política peruana. Ningún resultado puede ser previsto porque Castillo ha introducido nuevos elementos que han modificado la percepción sobre el modelo existente.

El primer elemento a contemplar es lo que se puede analizar como una nueva contradicción, que realmente es muy vieja pero que se encontraba solapada. Se trata de la diferencia radical entre Lima y el resto de regiones.

Lima concentra el poder político, económico y mediático, pero sobre todo, una lógica de pensamiento que se distingue del resto del país, en tanto como capital está muy marcada por una tendencia procolonial que pretende occidentalizar a un país caracterizado por un glorioso pasado indígena.

En este marco, Castillo emergió en sentido contrario, con una potente utilización simbólica que rescata justamente al Perú rural, campesino, indígena.

Así, el balotaje estará marcado por la distinción entre la capital y el mundo rural, pero, sobre todo, por las diferencias entre los sectores más desposeídos y las clases que han podido ascender gracias al empuje de la economía peruana, que logró salir de la crisis de los ochenta y emprender un modelo económico neoliberal que ha generado crecimiento económico, pero también un cúmulo de malestares que hoy se han disparado y que son el factor de empuje de la candidatura de Castillo.

Un excelente manejo simbólico

El caballo, el sombrero, el hombre rondero, el maestro de escuela o un lápiz como logo: Pedro Castillo irrumpió con el uso de la simbología popular del Perú profundo. Justamente lo que es considerado atávico por las elites y las clases en ascenso. Su procedencia de Cajamarca le ofrece autenticidad en el uso de estos símbolos.

El candidato izquierdista se hizo conocido sobre todo a partir de 2017, siendo dirigente de una huelga de maestros que se inició en Cuzco pero terminó sacudiendo todo el país. Varias organizaciones magisteriales fueron abandonando la huelga y negociando con el gobierno, pero la facción dirigida por Castillo se mantuvo en lucha hasta que pudo conseguir algunas conquistas sociales. 

Castillo no parece ser un político que sabe utilizar los símbolos populares, sino un líder que viene desde el mismo tejido cultural que produce lo simbólico. Allí radica su fuerza electoral en un país eminentemente rural

Así, su liderazgo se relaciona con un luchador social que mantiene sus principios y que, aunque demostró capacidad de negociar, mantuvo firmes las demandas de las bases magisteriales.

Como 'rondero', su liderazgo se ubica en otro lugar. Las rondas son organizaciones de base que existen desde los 70 del siglo pasado y se basan en producir autodefensa en las comunidades rurales frente a los flagelos que el Estado no puede controlar. Comenzaron defendiéndose del robo común y el abigeato, pero se fortalecieron al punto de enfrentar a Sendero Luminoso. Siguieron creciendo hasta llegar a la propia Lima. Mujeres rurales también se han organizado de esta forma para enfrentar al machismo.

De esta manera, Castillo no parece ser un político que sabe utilizar los símbolos populares, sino un líder que viene desde el mismo tejido cultural que produce lo simbólico. Allí radica su fuerza electoral en un país eminentemente rural. No se trata de un vendedor de izquierdismo. De hecho, perteneció al partido de derecha de Alejandro Toledo, hoy preso en EE.UU.

Su campaña se basó en visitar comunidades rurales y ciudades de los territorios más excluidos. Muy pocas veces fue a Lima. Aun así, ganó en las cinco regiones más pobres.

Pero su candidatura no solo tiene fuerza simbólica, también puede nuclear un conjunto de organizaciones de base para solidificar su iniciativa política. En un reciente comunicado interpela a los ronderos, a los magisterios, sindicatos, organizaciones vecinales y clubes deportivos, entre otros, a tomar las riendas de Perú.

Estas son organizaciones que pueden dividirse, pero también que pueden dar un vuelco a la política peruana, tomando en cuenta que su oponente, Keiko Fujimori, tiene mucha resistencia en contra.

La posición de la derecha

Castillo representa un duro golpe para la derecha, sobre todo la más liberal, que veía con asco al fujimorismo y lo que representó en Perú: una dictadura, mano dura, cierre del Congreso y debilitamiento total de la institucionalidad liberal y los derechos humanos. Pero ahora, la derecha no tiene más opciones que apostar por Keiko Fujimori.

El fujimorismo viene muy cuestionado y debilitado electoralmente y es posible que el apoyo de la derecha, muy fragmentada y deslegitimada, no sea suficiente para ganar en el balotaje

Su baluarte, Mario Vargas Llosa, ha sido el primero en darle el apoyo a la candidata, a pesar de ser un oponente acérrimo del fujimorismo y haberla considerado "un cáncer" en comicios pasados. Igual que el escritor, el resto de líderes de derecha ya han comenzado una campaña de criminalización contra Castillo, independientemente de su postura sobre la era fujimorista.

Como resulta obvio, Keiko Fujimori va a emprender una campaña de llamado a la unión nacional contra el candidato izquierdista, pero no sabemos si tendrá éxito.

El fujimorismo viene muy cuestionado y debilitado electoralmente y es posible que el apoyo de la derecha, muy fragmentada y deslegitimada, no sea suficiente para ganar en el balotaje.

En una situación de desgaste sociopolítico como la que vive Perú, donde se suceden presidentes de manera alocada, con una gran apatía política por parte de las mayorías, resulta indeterminable la conducta electoral el día de las elecciones. Sobre todo, porque las opciones se han salido fuera de las casillas del 'establishment' político.

Y para decir más, es probable que buena parte del electorado se sienta cercano a Castillo en tanto el lenguaje criminalizador en su contra es el mismo que utilizan las élites contra los sectores más humildes, que al final son quienes deciden.

La mediática limeña, unida a la 'gente de bien', han comenzado un proceso de ataque para tratar de revertir el crecimiento de Castillo, pero pueden terminar echándole más leña al fuego, como ha ocurrido con muchos candidatos en América latina.

El candidato podría estar en proceso de un crecimiento exponencial si la gente más pobre siente solidaridad automática con él, debido a la similitud entre los ataques en su contra y las formas históricas con que las élites excluyen a las mayorías: burlándose del color de piel, las forma de vestir y hablar, su cultura, organización y procedencia.

El sismo no ha llegado solo a la derecha. La izquierda se ha visto sobrepasada. Muchos sectores progresistas veían en la universitaria Verónika Mendoza la posibilidad de lograr un gobierno racional mucho más potable que el de Castillo.

Pero el electorado peruano ha resultado mucho más radical. Han equiparado a la candidata izquierdista con el consenso liberal y han preferido un hombre de pueblo para pasar a segunda ronda. Incluso a pesar de las posturas conservadoras que este muestra en varias materias claves como el aborto o la homosexualidad.

Así, vamos a un balotaje muy polarizado donde se enfrentan dos modelos completamente diferentes de país. 

¿Podrá vencer Castillo al maremágnum que se le avecina? ¿Logrará la derecha peruana desdecir todo lo que han denunciado sobre el fujimorismo? ¿Qué estarán pensando las mayorías populares sobre su participación el 6 de junio? Estas interrogantes se irán despejando a medida que se acerque la fecha prevista para el balotaje.

Ociel Alí López

Es sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela. Ha sido ganador del premio municipal de Literatura 2015 con su libro Dale más gasolina y del premio Clacso/Asdi para jóvenes investigadores en 2004. Colaborador en diversos medios de Europa, Estados Unidos y América Latina.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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