El fallecimiento del presidente de Chad, Idriss Déby Itno, a causa de las heridas sufridas en combates contra rebeldes en el norte del país durante el pasado fin de semana, provocó incertidumbre y confusión en la nación, uno de los principales socios de EE.UU. y Europa en la lucha contra el terrorismo en África.
Después de anunciarse la muerte de Déby tras más de 30 años en el poder, el Ejército chadiano estableció este martes un consejo militar de transición encabezado por el hijo del fallecido mandatario, Mahamat Idriss Déby Itno, también conocido como Mahamat Kaka, que ejercerá el liderazgo del país durante los próximos 18 meses, a pesar de que la Constitución chadiana, que ha sido suspendida, requería que el presidente de la Asamblea Nacional (el Parlamento) se hiciera cargo del poder en caso de vacancia o incapacitación del presidente.
Mientras tanto, el organismo de transición anunció inmediatamente la disolución del Gobierno y el Parlamento del país y también ordenó el toque de queda y el cierre de las fronteras de Chad, que volvieron a abrirse este miércoles. Por su parte, una fuente informó este miércoles que el Ejercito Nacional libio se prepara para desplazar sus unidades hacia la frontera con Chad tras la muerte del presidente.
Déby gobernó Chad "con mano de hierro", apoyándose en su pequeño grupo étnico (los zaghawa), en los ingresos que genera el petróleo y en el respaldo de Occidente, principalmente de Francia, para mantener el control, según Judd Devermont, director del Programa África del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (EE.UU).
La incursión rebelde de este abril, liderada por el Frente para el Cambio y la Concordia en Chad (FACT), fue solo la última rebelión armada a la que se enfrentó Déby durante las tres décadas que estuvo en el poder. Justo antes de su muerte había sido reelegido para un sexto mandato con el 79,32 % de los votos y afirmó haber repelido la marcha de los rebeldes hacia la capital.
Pero ¿qué consecuencias tendrá la muerte Idriss Déby para el Sahel, una región plagada de yihadistas y violencia, y para el propio Chad?
Occidente pierde "un socio eficaz en materia de seguridad"
Ante todo, la muerte del presidente chadiano ha privado a los países occidentales de un aliado clave respecto a la seguridad en la volátil región del Sahel, donde los grupos yihadistas están ganando fuerza, afirman analistas mencionados por AFP. Esos expertos señalan que el fallecimiento de Déby amenaza con traer aún más inestabilidad a una zona turbulenta de importancia estratégica que incluye Burkina Faso, Chad, Malí, Mauritania y Níger, y que se extiende a lo largo del límite sur del Sáhara, desde el océano Atlántico hacia el mar Rojo.
Thomas Schiller, director de la Fundación Konrad Adenauer en el Sahel, con sede en Malí, subrayó a Tagesschau que la muerte de Déby fue un "revés para la estabilidad en el Sahel". Detalló que "recientemente se ha producido una serie de reveses que dificultan aún más la estabilización de la región", entre ellos "el golpe de Estado en Malí y las condiciones caóticas tras las elecciones en Níger". "Como resultado, será cada vez más difícil conseguir que toda la región sea estable", añadió.
Según el experto, tampoco está claro qué pasará con el liderazgo del G5 del Sahel, un marco institucional creado para coordinar y hacer un seguimiento de la cooperación regional para políticas de desarrollo y seguridad. La alianza de los cinco Estados de la zona "tiene una fuerza de intervención transfronteriza conjunta contra el terror que se extiende en la región, y Chad ocupa actualmente la presidencia", agregó.
Casi todos los países que rodean a Chad –Libia, Níger, Nigeria, Sudán, Sudán del Sur y la República Centroafricana – están sumidos en una guerra civil o sufren violencia yihadista o inestabilidad crónica.
Cameron Hudson, investigador principal y experto en África del Centro de Estudios Atlantic Council (EE.UU.). explicó que "Chad se encuentra en una crítica encrucijada en materia de seguridad para todo el continente africano y durante muchos años no solo ha sido un aliado incondicional de Occidente, sino también un socio eficaz en materia de seguridad". El especialista subrayó que Déby tenía uno de los pocos ejércitos de África que eran capaces de "proyectar poder fuera de sus fronteras", lo que lo convirtió en "el favorito de la comunidad antiterrorista" en la región.
Déby, que tenía 68 años, antiguo rebelde y militar de carrera, tomó el poder en 1990 tras dar un golpe de Estado y fue considerado durante mucho tiempo por Francia, la antigua potencia colonial, como el comandante de un Ejército en el que se podía confiar. El actual presidente francés, Emmanuel Macron, le rindió homenaje este lunes refiriéndose a él como un "amigo valiente" y un "gran soldado", mientras que la ministra de Defensa, Florence Parly, elogió al mandatario chadiano como un "aliado esencial en la lucha contra el terrorismo en el Sahel".
Por su parte, Paul Melly, experto en el Sahel del Instituto Real de Asuntos Internacionales (Reino Unido), apuntó que Déby "estaba dispuesto a enviar fuerzas chadianas para asumir algunos de los puestos más duros, en el norte de Malí, por ejemplo". Tropas de Chad se encuentran también de guarnición en el vecino Níger, y fueron desplegadas en Nigeria en 2019 para luchar contra el grupo terrorista islámico Boko Haram, que ha intensificado los ataques dentro de Chad.
¿Podrá el hijo de Déby mantener el poder?
Sin embargo, Melly puso en tela de juicio que el Consejo Militar de transición, liderado por el hijo del fallecido mandatario, Mahamat Kaka, sea capaz de mantener el "sistema de hombre fuerte" sin la "figura totémica" de Déby.
Según Judd Devermont, Mahamat Kaka, de 37 años, se enfrentará a "oponentes internos y externos" para mantener el poder. Primero, el pequeño grupo étnico zaghawa, que fue la principal base de apoyo del fallecido mandatario pero al mismo tiempo una fuente constante de oposición, podría no ver con buenos ojos el ascenso del hijo al poder. A medida que Déby colocaba a sus hijos, hijas y cuñados en los puestos más altos, provocaba la ira de otros zaghawa que querían su turno en el poder. También hay una creciente fricción entre el poder y los árabes chadianos, cuyo descontento con el Gobierno ha ido en aumento.
Otro factor a tener en cuenta es la opinión pública chadiana, que, tras décadas de sufrir bajo el mandato de Déby, en los últimos años se ha envalentonado y podría manifestarse contra esta toma de poder inconstitucional, agregó el experto.
Por otra parte, los rebeldes también podrían aprovechar la incertidumbre actual y reiniciar operaciones. El Gobierno de Chad se ha enfrentado a constantes rebeliones durante las últimas tres décadas, y podrían surgir otros grupos descontentos para desafiar al Consejo Militar interino, opinó Devermont.
Chad está "entrando en un territorio inexplorado"
Mientras, el especialista en África de International Crisis Group, Richard Moncrieff, subrayó que actualmente Chad está "entrando en un territorio inexplorado". "Es de temer una dañina crisis de sucesión, mientras que las fuerzas gubernamentales y los rebeldes han estado luchando entre sí en el norte y el centro del país", dijo.
Los grupos del FACT, que cuentan con armas adquiridas en una Libia asolada por la guerra y que en su última incursión llegaron a 150 kilómetros de Yamena, la capital de Chad, ya han manifestado tras el fallecimiento del mandatario su intención de avanzar hacia la ciudad. "Existe la posibilidad de que veamos una batalla en las calles de Yamena que podría desencadenar fuerzas que aún no conocemos", concluyó Cameron Hudson, de Atlantic Council.
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