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La historia del médico y científico que se convierte en el primer beato de Venezuela

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El camino a la beatificación lo inició en 1949, el entonces arzobispo de Caracas, monseñor Lucas Guillermo Castillo.
La historia del médico y científico que se convierte en el primer beato de Venezuela

Este viernes, el reconocido llamado 'médico de los pobres', el doctor José Gregorio Hernández Cisneros, se convertirá en el primer científico venezolano en ser beatificado y que podrá recibir el titulo de santo de la iglesia católica, una vez se apruebe un segundo milagro.

La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) realizará la ceremonia de beatificación en el campo abierto de la iglesia del colegio La Salle, ubicado en las faldas del Parque Nacional Warairarepano. El evento lo iba a presidir el secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, pero su viaje fue cancelado a última hora "por razones de fuerza mayor", vinculadas a la pandemia. En su lugar estará el Nuncio Apostólico en Caracas, Arzobispo Aldo Giordano.

Originalmente, el acto se iba a realizar en uno de los estadios de la Universidad Central de Venezuela (UCV), en Caracas, donde transcurrió gran parte de la vida de Hernández, quien será beato después de haber sido considerado como 'El Venerable', título otorgado en 1986 por el papa Juan Pablo II por su vocación para atender a las personas necesitadas.

El día previo a la beatificación, el Papa Francisco envió un mensaje a los venezolanos: "Sé con cuánta ilusión esperaban desde hace muchos años el momento en que la Iglesia confirmase algo que ustedes creían firmemente: que 'el médico del pueblo' está junto a Dios", dijo en un video divulgado por El Vaticano.

Francisco definió a Hernández como "un hombre amante de la sabiduría, de la investigación, de la ciencia, al servicio de la salud y de la docencia. Es modelo de santidad comprometida con la defensa de la vida, con los desafíos de la historia y particularmente como paradigma de servicio al prójimo. Como un buen samaritano, sin excluir a nadie. Es un hombre de servicio universal".

La imagen de José Gregorio no solo es religiosa, sino que forma parte de la cultura popular. Se encuentra en murales, grafitis, carteles, afiches, estampitas, camisetas, en las camas de enfermos y tumbas de difuntos. El camino a su beatificación lo inició en 1949, el entonces arzobispo de Caracas, monseñor Lucas Guillermo Castillo.

¿Cuando comenzó el mito?

La historia santa de José Gregorio Hernández es atribuida por los feligreses desde el día de su muerte: el 29 de junio de 1919. Esa fecha, el médico, que vivía en la parroquia caraqueña de La Pastora, se dirigía a atender a una paciente y fue atropellado al cruzar la calle.

Según los relatos, Hernández había ofrecido su vida por el fin de la Primera Guerra Mundial, hecho que se concretó con el tratado de paz firmado el día anterior a su muerte.

Su velorio se realizó al día siguiente en la casa de sus hermanos. Fue tan masivo que tuvieron que trasladar su féretro al paraninfo de la UCV, cargado por estudiantes y discípulos. Luego fue enterrado en el Cementerio General del Sur, lugar donde estuvieron sus restos hasta 1975.

Ese mismo año fueron exhumados, a solicitud de El Vaticano, para resguardarlos. Desde entonces los restos mortales de Hernández se mantienen en la Iglesia de La Candelaria, en Caracas, lugar en el que volvieron a ser revisados en 2020 como parte del proceso de beatificación.

¿Qué hizo en vida?

Nació el 26 de octubre de 1864 en Isnotú, un pequeño pueblo del estado occidental Trujillo, en los andes venezolanos. Sus padres fueron Benigno Hernández y Josefa Cisneros. Su madre hacía labores del hogar y su padre tenía un almacén de mercancías secas, víveres y farmacia.

José Gregorio quiso ser abogado, pero su padre le sugirió tomar la medicina como profesión. En 1878, con apenas 13 años de edad, fue enviado a Caracas para terminar la preparatoria y estudiar filosofía.

Luego entró a la UCV con 17 años. Al graduarse, en 1888, fue reconocido como el estudiante más destacado de Medicina. Además, se convirtió en políglota: hablaba inglés, francés, portugués, alemán, italiano y latín. Llegó a tener conocimientos de hebreo, le interesaba la música, la filosofía y la teología.

Regresó a su natal Isnotú, porque decía que debía atender a la gente más necesitada. Allí instaló un consultorio popular y priorizó sus servicios a personas sin recursos. Le preocupaban las distintas afecciones de la época, sobre todo el paludismo y la tuberculosis, enfermedad que él mismo sufrió al punto de recibir los santos óleos.

En 1889 viajó a Francia y Alemania a profundizar sus conocimientos. Fue enviado por el entonces presidente Juan Pablo Rojas Paúl (1888-1890) para contribuir a la modernización de la medicina local. Retornó en 1891 y se inició como docente al abrir las nuevas cátedras de Histología Normal y Patológica, Fisiología Experimental y Bacteriología en la UCV.

La cátedra de Bacteriología fue la primera en América. También fue el primero en Venezuela en publicar un trabajo en esa área: Elementos de Bacteriología, en 1906. Luego fundó el Laboratorio de Fisiología Experimental de Caracas e importó el microscopio, elemento vital para revolucionar la medicina venezolana.

Hernández también realizó otros aportes relevantes para la ciencia y la academia, por ello lo consideran impulsor de la docencia científica y pedagógica en Venezuela. En 1917, viajó a Nueva York y Madrid para realizar nuevos estudios y un año después regresó a Caracas. Allí enfrentó la pandemia de influenza por el virus H1N1, conocida también como 'la gripe española.

Polémicas para su beatificación

Las historias sobre sus milagros no se limita al catolicismo venezolano, sino que se extiende a otros cultos religiosos y pueblos latinoamericanos.

Su imagen más conocida es la de un hombre blanco de bigotes, que lleva un traje de vestir con corbata y un sombrero negro. La estatuilla está común en millones de hogares, altares e iglesias.

Su poder curativo o intercesión divina ha sido centro de polémicas entre factores de la iglesia, la cultura popular y la santería, debido a que su imagen ha sido tomada para la ejecución de rituales no católicos.

Las prácticas no católicas y la falta de documentación verificable sobre sus milagros, enlodaron por décadas su beatificación, proceso que se reactivó en 2013, cuando se presentó la propuesta formal en una plenaria de cardenales en Roma.

Ahí se entregaron los documentos de dos supuestos casos milagrosos (fechados en 1986 y en 2009), junto a más de 2.100 testimonios a favor del "Siervo de Dios", como también se le conoce. El propio presidente venezolano, Nicolás Maduro, se reunió con el Papa Francisco y le entregó una estatuilla.

Ninguno de estos casos pasaron las evaluaciones de Roma. Sin embargo, en 2017 habría ocurrido el milagro que selló su beatificación: el de Yaxury Solórzano, una niña que a los 10 años de edad fue víctima de un asalto a mano armada junto a su padre. La pequeña recibió un disparo en la cabeza que le provocó pérdida de masa encefálica.

Los médicos advertían que si Yaxury lograba sobrevivir, sufriría una discapacidad severa. Su madre aseguró que había pedido la intercesión de José Gregorio y 4 días después de ser intervenida, la niña comenzó a reaccionar y a los 20 días estaba completamente sana y sin secuelas.

Entre enero y junio de 2020, se oficiaron los procesos respectivos que finalmente habrían atribuido a Hernández la salvación de la vida de Yaxury.

Con la beatificación, José Gregorio se une a otras tres mujeres venezolanas santificadas: María de San José, Candelaria de San José y Carmen Rendiles.

La celebración de su día, como oficializó el Papa Francisco, se efectuará cada 26 de octubre, fecha que coincide con su natalicio y la tradición venezolana.

Orlando Rangel Y.

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