Gaiyathiri Murugayan, una mujer de 41 años que durante meses torturó y finalmente mató a su asistenta del hogar en su apartamento de Singapur, ha cambiado de abogado y tomará medidas legales para evitar pasar el resto de su vida tras las rejas, informa The Straits Times.
El pasado mes de febrero, Murugayan se declaró culpable de 28 cargos en su contra, incluido el cargo de homicidio culposo, por el que los fiscales habían solicitado cadena perpetua. Sin embargo, durante su audiencia de este jueves (cuando debía haber recibido una sentencia) se supo que había cambiado de abogado y, según el juez See Kee Oon, también "parecía haber cambiado de postura respecto al mantenimiento de su alegación de culpabilidad".
Por su parte, el nuevo abogado de Murugayan, Joseph Chen, aclaró que su clienta quería presentar un nuevo pedido de indulgencia y que solicitarían a la Fiscalía que considerara reducir aún más el cargo, que ya había pasado anteriormente de asesinato a homicidio culposo, pues se tuvo en cuenta que Murugayan cometió sus crímenes mientras sufría de trastorno depresivo mayor. Según Chen, Murugayan planea mantener su declaración de culpabilidad de homicidio culposo.
La presentación del nuevo pedido de indulgencia deberá realizarse antes del 28 de mayo y el juicio ha sido aplazado para el 22 de junio.
El exsargento de Policía y esposo de Murugayan, Kevin Chelvam, así como la madre de esta, Prema Naraynasamy, también enfrentan múltiples cargos en relación con el abuso y la muerte de la empleada doméstica.
En mayo de 2015, Murugayan contrató a Piang Ngaih Don, una ciudadana de 24 años de Myanmar, para que la ayudara con las tareas del hogar y con el cuidado de sus dos hijos. Sin embargo, Murugayan pronto comenzó a calificarla de "lenta y antihigiénica" y ello condujo al abuso físico a partir de octubre de ese mismo año.
Las cámaras de seguridad del apartamento grabaron cómo Murugayan vertía agua fría sobre Don, la abofeteaba, la empujaba y la pateaba casi a diario. También la golpeaba con botellas de plástico o cucharones de metal, la arrastraba del pelo por el suelo, la quemaba con una plancha caliente y la estrangulaba.
Don no tenía días libres y no se le permitía poseer un teléfono móvil. Dormía apenas cinco horas por noche y era obligada a ducharse y hacer sus necesidades con la puerta del baño abierta. Sus comidas consistían en rebanadas de pan mojado y productos fríos, sacados directamente del frigorífico. Cuando murió el 26 de julio de 2016 pesaba apenas 24 kilogramos, habiendo perdido el 38 % de su masa corporal en poco más de un año. La autopsia reveló que la causa de su muerte fue privación de oxígeno al cerebro por estrangulamiento.