La última vez que naturalistas observaron un Otus brookii brookii, una subespecie del autillo rajá que habita en las islas asiáticas de Borneo y Sumatra, fue en 1892. Más de ciento veinte años después, un grupo de investigadores ha logrado documentar este ave nocturna, como queda recogido en el estudio publicado en abril en la revista Wilson Journal of Ornithology.
El descubrimiento tuvo lugar en mayo de 2016, cuando Andy Boyce, ecólogo del Centro de Aves Migratorias del Instituto Smithsoniano (EE.UU.), vio al pájaro y lo fotografió en los bosques del monte Kinabalu, en el estado de Sabah (Malasia), detalla Smithsonian Magazine. En aquel momento, el experto se encontraba estudiando el diferente comportamiento de las especies de aves en función de la elevación de su hábitat, en el marco de una investigación de diez años para recibir el doctorado.
Boyce estaba capturando y midiendo pájaros cantores, cuando recibió en su móvil un mensaje del biólogo Keegan Tranquillo, que le informaba del insólito avistamiento en la zona de un raro búho con ojos naranjas. El experto pensó enseguida en el Otus brookii brookii y se dirigió al lugar que le indicó su compañero.
"Había nerviosismo y expectación mientras intentaba llegar, esperando que el pájaro siguiera allí. Sólo sentí una enorme emoción, y un poco de incredulidad, cuando vi por primera vez al pájaro y me di cuenta de lo que era", recuerda el hombre.
Sin embargo, los siguientes intentos de dar con el pájaro fracasaron, aunque Boyce visitó el lugar del hallazgo durante casi dos semanas. La tarea se complicaba, porque el mundo científico carece de datos sobre el canto de esta subespecie.
"No podemos conservar lo que no sabemos que existe"
Dado que el ave no ha sido capturado nunca, los científicos no han podido realizar estudios de observación a largo plazo. Sin embargo, se estima que el búho redescubierto pesa alrededor de 100 gramos y es un 25 % más grande que el resto de aves nocturnas de la región. Además de por sus ojos, el búho destaca por el color de su plumaje, con matices negros, grises y marrones oscuros. La escasa densidad de los Otus brookii brookii explica la dificultad de observarlo.
Por otra parte, el estudio publicado constata la falta información sobre el hábitat principal de este búho, mientras que tampoco se dispone de datos sobre las vocalizaciones, distribución, biología reproductiva y tamaño de la población. No obstante, podría ser catalogado como una especie a tenor de su plumaje y pautas de distribución geográfica.
Más allá de todas estas dificultades, la observación de Otus brookii brookii demuestra su existencia, lo que contribuiría a la conservación de esta subespecie. "No podemos conservar lo que no sabemos que existe. Las especies se extinguen tan rápido que, probablemente, estemos perdiendo especies que ni siquiera sabíamos que existían", resalta Boyce.