La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés) aprobó el pasado 30 de abril una versión más potente de la naloxona, un medicamento de emergencia que inhibe el efecto de los opiáceos y ayuda a reducir las muertes por sobredosis de sustancias como la heroína, la oxicodona y el fentanilo. De este modo, se autorizó a la multinacional británica Hikma Pharmaceuticals a producir un aerosol de naloxona, denominado Kloxxado, que duplica la dosis disponible (pasa de cuatro a ocho miligramos) del ingrediente activo.
A medida que se ha disparado el número de muertes por opioides en el país norteamericano, el uso de ese preparado se ha generalizado, no solo por parte de los profesionales de la salud, sino entre las familias de los adictos y de otras personas, ya que si se administra rápidamente puede contrarrestar los efectos de una sobredosis de opioides, normalmente en cuestión de minutos. El año pasado, los decesos asociados a esa situación en EE.UU. fueron más de 66.000, una cifra récord que continúa en drástico aumento, según informa el diario The Washington Post
No obstante, la llegada al mercado de esta nueva naloxona ha generado desacuerdos en ciertos sectores, que consideran innecesaria una variante que supere los cuatro miligramos por dosis y les preocupa que pueda derivar en una peor abstinencia. El uso de este medicamento en pacientes dependientes de opioides puede provocar dolores corporales, diarrea, taquicardia, fiebre, náuseas o vómitos, nerviosismo, inquietud o irritabilidad, entre otros efectos secundarios. Asimismo, los detractores creen que la decisión de la FDA es impulsada por "creencias falsas" de que el creciente consumo de drogas más fuertes requiere un antídoto más poderoso.
"Va a enfermar más a la gente"
La naloxona se vende en una presentación que incluye dos dosis de cuatro miligramos cada una. Durante un episodio de sobredosis, se administra una de ellas, y de ser necesario la siguiente, con dos o tres minutos de diferencia. No obstante, una investigación de 2017 concluyó que de 2.166 personas que sufrieron sobredosis de opioides, solo 195 requirieron una segunda dosis de naloxona y 53 una tercera.
De acuerdo con Corey Davis, director de un proyecto de defensa de las políticas que buscan minimizar los daños asociados con el consumo de drogas, no hay "ningún" programa de reducción de tales efectos para los consumidores de drogas en el que se considere necesaria esta nueva presentación del fármaco. Incluso, muchos temen "que va a enfermar más a la gente" y que hará que los dolorosos síntomas de abstinencia aparezcan más rápido y sean más severos, añade.
"Biomédicamente, las soluciones que tenemos con naloxona funcionan. Puede que se necesite algo de paciencia y habilidad. Pero esas son cosas que se pueden enseñar y aprender", opina al respecto Nabarun Dasgupta, epidemiólogo la Universidad de Carolina del Norte, que estudia la naloxona.
"Podría salvar una vida o dos en el camino"
La FDA asegura que una de sus prioridades es "aumentar el acceso a la naloxona y colocar este importante medicamento en manos de quienes más lo necesitan". En ese contexto, Patrick Glynn, de una unidad de investigaciones especiales sobre narcóticos para el Departamento de Policía de Quincy (Massachusetts), considera que cualquier herramienta adicional puede ser útil, principalmente por el creciente consumo de fentanilo mezclado con otras drogas, que lo hacen más potente.
David Belian, portavoz de Hikma, afirma que el porcentaje de llamadas a servicios de emergencias médicas relacionadas con sobredosis que requieren múltiples dosis de naloxona, ha aumentado en los últimos años y que "es posible que sea necesario administrar múltiples dosis, debido a la mayor potencia del fentanilo en relación con otros opioides". Al respecto, datos nacionales de servicios médicos de emergencia en EE.UU. mostraron que 25.131 pacientes, de un total de 173.016, requirieron dos dosis de cuatro miligramos de naloxona, mientras que otros 4.018 recibieron tres dosis, 1.590 necesitaron cuatro dosis, y 815 requirieron cinco o seis.
"Podría salvar una vida o dos en el camino (...) El hecho de que esto haya sido aprobado no es necesariamente algo malo; simplemente, no es la respuesta completa a las necesidades del público", destaca Raeford Brown, profesor de anestesiología en la Universidad de Kentucky.
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