Fuerzas del Ejército Nacional Libio, encabezado por Jalifa Haftar, y sus convoyes logísticos sufrieron ataques de drones militares y sistemas de armas autónomas letales como el turco STM Kargu-2, que los "cazaban" y atacaban aparentemente sin control humano alguno, denunció el informe del Panel de Expertos de la ONU sobre Libia del 8 de marzo.
"Los sistemas de armas autónomas letales estaban programados para atacar objetivos sin requerir la conectividad de datos entre el operador y la munición: en efecto, una verdadera capacidad de 'disparar, olvidar y encontrar'", reportó el organismo internacional.
"Los vehículos aéreos de combate no tripulados y la pequeña capacidad de inteligencia, vigilancia y reconocimiento de los drones con la que cuentan las fuerzas de Haftar fueron neutralizados mediante la interferencia electrónica con el uso del sistema de guerra electrónica Koral", detalla el informe.
No queda claro si las ofensivas con drones dejaron víctimas entre los combatientes libios y la población civil y tampoco se precisa si hubo algún grado de manipulación por parte de los controladores de vuelo durante aquellas operaciones, pero tal y como están descritos los hechos, podría tratarse del primer ataque de drones militares contra los humanos que se llevó a cabo de forma completamente autónoma.
El despliegue de drones kamikaze tipo Kargu-2 viola la resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de 2011, que prohíbe a todos sus Estados miembros involucrarse en "el suministro, la venta o la transferencia, en forma directa o indirecta" de armamentos a Libia.
¿Quién es quién en el conflicto libio?
Desde el derrocamiento de Muammar Gaddafi en 2011 y la intervención militar extranjera, en Libia se generó una dualidad de poderes. El Gobierno de Acuerdo Nacional, creado en 2015 como órgano de transición con el respaldo de la ONU, se estableció en Trípoli y controlaba partes del noroeste del país, mientras que la mayor parte del territorio nacional quedó gobernada por la Cámara de Representantes de Libia, que opera desde 2014 con sede en la ciudad de Tobruk y a la que apoya Haftar.
En abril del año pasado, el Ejército Nacional Libio, según sus estimaciones, controlaba más del 97,2 % del territorio del país, donde se concentra el 60 % de la población. Mientras, el Gobierno de Al Sarraj ejercía poderes sobre aproximadamente un 2,8 % del territorio y un 40 % de la población.
Además de estas dos administraciones en constante rivalidad, en Libia operaban distintas milicias que ejercían control en ciertos territorios y tenían alianzas con tribus locales.
El Ejército Nacional Libio subraya que el carácter político del GAN fue el de un órgano transitorio y que sus poderes expiraron ya en diciembre de 2017. El Acuerdo Político, firmado el 17 de diciembre de 2015, estipula que "la duración del Gobierno de Acuerdo Nacional deberá ser de un año a partir de la fecha en la que la Cámara de Representantes le conceda un voto de confianza" y, "en el caso de que la Constitución no se haya completado durante su mandato, deberá ser renovado automáticamente solo por un año más".
El Gobierno de Tobruk fue reconocido por la comunidad internacional hasta diciembre de 2015. Al día de hoy, Haftar es apoyado por países como Egipto o Emiratos Árabes Unidos, que lo perciben como un 'hombre fuerte' que puede contrarrestar a los islamistas, mientras sus oponentes ven en el comandante a un nuevo Gaddafi. Tras la operación contra los "terroristas" realizada en enero de 2019 en el sur del país, las fuerzas de Haftar se apoderaron de tierras con grandes yacimientos petrolíferos.