Alicia Verónica Rubio Calle, diputada de Vox en la Asamblea de Madrid, ha causado un gran revuelo en Twitter tras difundir uno de los últimos bulos sobre las vacunas contra el coronavirus: el de que provocan magnetismo y convierten a la persona que las recibe en una suerte de imán.
La parlamentaria, conocida por abogar por clases de costura en los colegios en vez de feminismo y por su preocupación por el "lesboterrorismo", ha compartido casi una treintena de videos de diferentes personas a las que se les adhieren todo tipo de objetos metálicos.
"Tengo bastantes vídeos de vacunados con imantación en el lugar de la vacuna. Me gustaría que me dijeran si esto está sucediendo o no", escribió la política en un tuit que posteriormente fue eliminado de la plataforma, antes de preguntarse: "Y, si es así ¿por qué sucede? Si no es así, ¿por qué se han confabulado tantos ciudadanos en contar este cuento?".
"A mi tía Enriqueta se le ha pegado un Ford Escort"
Como era de esperar, su publicación ha generado una ola de burlas por parte de los usuarios. "A mi tía Enriqueta se le ha pegado un Ford Escort y no hay manera de soltarlo. Ahora duerme en el garaje", reza uno de los tuits humorísticos.
"Mis suegros llevan ya la segunda dosis y estoy abrazado a ellos twitteando desde el chip 5G que le inyectaron", escribe un internauta, mientras que otro bromea que ahora usa a su padre "para llevar todos los cubiertos a la vez", para ahorrar el tiempo.
"Esto da mucho miedo, a mi madre la han vacunado y no puede acercarse a la cocina, en cuanto entra todos los imanes de la nevera saltan y se le quedan pegados. Nosotros hemos aprovechado para ponerle un posit con la lista de la compra", asegura otra publicación.
¿Por qué no es cierto?
Los portales maldita.es y snopes.com, especializados en verificación, han desmontado el bulo. "Es completamente falso. Por supuesto que no tienen ni metales pesados ni componentes magnéticos", aseguró Jaime Jesús Pérez, vocal de la Asociación Española de Vacunología. En la misma línea, el físico Alberto Nájera sugiere que el supuesto efecto puede ser momentáneo y producirse gracias "a la humedad de la piel o a ejercer una pequeña presión".
Por otro lado, el químico Fernando Herranz subraya que "para conseguir una atracción como la que, supuestamente, muestran esas imágenes haría falta una cantidad de material magnético debajo de la piel bastante grande, más que lo que te inyectan de la propia vacuna de hecho".
En la misma línea, Al Edwards, profesor asociado de Tecnología Biomédica de la Universidad de Reading (Reino Unido), sostiene que "no hay nada magnético en las vacunas", y que "la mayor parte de lo que se inyecta es agua con algunas sales, para hacer la inyección menos dolorosa, y una cantidad absolutamente diminuta de vacuna".
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