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"It's not about just doing, it's about doing it right": Las zapatillas con las que los 'manteros' de Barcelona buscan competir con las grandes marcas

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La cooperativa Top Manta, conformada por vendedores ambulantes migrantes, ha sacado a la venta su propio calzado deportivo respetando todos los principios éticos y confeccionadas en fábricas de proximidad.
"It's not about just doing, it's about doing it right": Las zapatillas con las que los 'manteros' de Barcelona buscan competir con las grandes marcas

Los vendedores migrantes de Barcelona han dado un paso más en el camino que iniciaron hace seis años. Acaban de presentar su nueva línea de zapatillas que, bajo la marca Top Manta, han llamado Ande Dem, que significa 'caminar juntos' en wolof, una de las lenguas nativas de Senegal, país del que proceden la mayoría de los 'manteros', como se conoce popularmente a estos vendedores ambulantes.

Así, de vender copias económicas de zapatillas y de bolsos de las grandes marcas están pasando a hacerles la competencia, como ilustra el eslogan elegido para este lanzamiento, que parafrasea uno de los más conocidos a nivel mundial de la marca Nike: 'It's not about just doing, it's about doing it right' ('no se trata solo de hacerlo, sino de hacerlo bien').

Y es que su proyecto, que trata de mejorar la vida de este colectivo, se sustenta además en una serie de principios éticos, que van desde apoyar a la producción local o evitar la explotación de trabajadores hasta cuidar el medio ambiente y dejar la menor huella ecológica posible.

Un camino iniciado en 2015

El germen de este proyecto es el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes de Barcelona, una iniciativa que vio la luz en el año 2015: "El sindicato nació después de años sufriendo la violencia policial. Hablamos de brazos rotos, de violencia verbal, incluso de gente, compañeras y compañeros, que perdieron la vida por el hecho de estar en la calle vendiendo y no tener papeles", explica Aziz Faye, senegalés portavoz del sindicato.

Faye se refiere a fatales sucesos como el de la muerte de un mantero en Barcelona en 2014 al caer de una altura de 20 metros en el marco de una redada policial. Fue encontrado en el suelo inconsciente y con las esposas puestas y su caso fue archivado años más tarde. 

"Decidimos crear el sindicato para luchar contra el racismo institucional, para defender a los compañeros y compañeras y trabajar para darles una vida digna, haciéndoles acompañamientos y lo que haga falta para resolver y regularizar la situación administrativa", cuenta el portavoz del sindicato. Dos años más tarde, en 2017, llegaría su propia marca, Top Manta, "con el objetivo de llevar a cabo una actividad económica legal". Así, la doble finalidad es, por un lado, reivindicar su situación y, por otro, "proponer acciones que puedan resolver la situación sin tener que esperar la ayuda de las administraciones", remarca Faye.

Ande Dem, uniendo dos mundos

Ahora están centrados en comercializar unas zapatillas que salen al mercado al precio de 115 euros y que se fabrican desde la talla 36 hasta la 45. Por el momento solo han producido 400 pares y cuando se hayan vendido comenzarán su producción a demanda.

Faye hace hincapié en el simbolismo tanto de la marca Top Manta como de las nuevas zapatillas. En el momento de crear un logo para su cooperativa se buscó que fuera representativo, para lo que aunaron tres imágenes. La primera es el cayuco que la mayoría de los vendedores ambulantes utilizaron para llegar a Europa, "cuando nos niegan viajar legalmente", dice Faye. La siguiente imagen son olas del mar, que representan las dificultades sufridas tanto en el viaje como en territorio europeo, donde la ley de extranjería no les permite trabajar legalmente. La última imagen representa la manta, que utilizan en las calles para mostrar su mercancía, la única alternativa que les queda para trabajar y ganarse la vida.

Tras la creación de la marca, consiguieron abrir su tienda en Barcelona y un taller de serigrafía y otro de costura. Allí, además de formación en el ámbito textil y de idiomas, se ha creado un lugar para el encuentro entre este colectivo y la población autóctona: "Un espacio de encuentro entre las dos culturas, la senegalesa y la europea, porque creemos que el objetivo de construir una sociedad justa e incluyente no se puede conseguir sin hacerlo de manera colectiva", relata Faye.

Los vecinos de Barcelona visitan este recinto para colaborar, conocer al colectivo o, incluso, para solicitar ayuda. Se trata de una ventana abierta para que se puedan sumar a solucionar problemas y trabajar en la concienciación del conjunto de la sociedad. El portavoz del sindicato cree "que hay una parte importante que no acepta o no quiere aceptar la migración y esto es debido a una ignorancia, una educación que no enseña la realidad, porque cuando hablamos de migración, muchas veces se ignora la causa", sostiene.

Siguiendo a los peces para sobrevivir al expolio

Para disminuir la inmigración es necesario volver la mirada a su causa, que se encuentra en "que en nuestros países sigue la expoliación de nuestros recursos naturales", dice Faye, que pone el ejemplo de la pesca en su país de origen, Senegal.

En esta nación una buena parte de la población explotaba los mares para subsistir, pero la llegada de las multinacionales dejó a muchos de ellos sin faena. "Esa gente coge su cayuco y viaja a donde llevan los peces", cuenta Faye, que agrega que "la mayoría de personas que están aquí [en Barcelona] vivían de los mares y se quedaron sin trabajo".

Así, el portavoz apuesta porque "cualquier recurso natural que se extrae en cualquier territorio tiene que beneficiar primero la gente local. Es algo que queremos visibilizar".

Producto de cercanía

Esa filosofía la han querido trasladar a la fabricación de las 'bambas', como llaman en Barcelona a las zapatillas deportivas, Ande Dem. Todos sus componentes se han producido y ensamblado en pequeños talleres locales situados en Alicante, al este de España, y en la ciudad portuguesa de Oporto, mientras que el diseño se ha llevado a cabo en Barcelona. Su estampado, además, ha querido reflejar la diversidad, aunando diseños senegaleses y otros que reflejan la personalidad barcelonesa. 

La apuesta por la producción local, que asegure el trabajo digno y ético, es clara. La cooperativa que cobija esta iniciativa da trabajo ya a 25 personas. Pero los socios y socias que forman el colectivo está formado por alrededor de 300 personas.

"El objetivo es crear una economía propia donde todas esas personas puedan trabajar de una manera legal sin tener que preocuparse de si el gobierno les facilita trabajo o no", sostiene Faye. Considera que los discursos que se difunden desde ciertos sectores sobre que primero son los españoles, "generan un clima de rechazo que no hace más que aumentar el odio". "Creemos que no se trata de emigrantes o no, sino de que el trabajo tiene que darse a la persona que lo sepa hacer", concluye.

Además de los puestos de trabajo creados en la propia cooperativa, gracias a la colaboración con muchos colectivos antirracistas que también tienen como objetivo construir una sociedad mejor, "entre todos hemos conseguido regularizar a más de 120 personas", ilustra el portavoz del Sindicato. La cooperativa contrata a personas y el resto de colectivos, a su vez, ayuda a que otras encuentren un trabajo regular.

Ahora el objetivo es seguir produciendo productos para ampliar los puestos de trabajo: "Estamos hablando de más de 300 personas y queremos que todas tengan un trabajo digno", dice Faye. Hasta ahora habían hecho otras líneas de moda, que incluían camisetas y sudaderas, entre otras prendas.

Tras dos años trabajando en este sentido, cuando decidieron crear las nuevas zapatillas lo primero que se plantearon es "dar más valor a las personas trabajadoras y no al capital". Y no solo eso, sino también "levantar de nuevo las pequeñas empresas locales" para, de esta manera, evitar producir fuera del país y así respetar también el medioambiente.

Zapatillas 'ecológicas'

El portavoz de la cooperativa afirma que les resultaría "muchísimo más barato ir a China, a Bangladés o a Turquía para fabricar", pero poner a las personas y al medioambiente en el centro les ha empujado "a hacer todo lo posible para fabricar todos los productos aquí".

Además, explica cómo la mayoría de estas pequeñas fabricas comenzaron a cerrar y cómo con su iniciativa también pretenden concienciar a todos los que quieran fabricar de "que lo hagan con kilómetro cero".

La competencia a las grandes marcas 

Las zapatillas Ande Dem pretenden convertirse en una alternativa ética a las grandes marcas internacionales, aportando otros valores. "Hemos querido mostrar el valor de las personas trabajadoras, con unas suelas que representan las típicas de las personas obreras. Además, es un producto vegano. Todos estos valores nos interesan, no solamente fabricar un producto y venderlo", cuenta Faye.

"Si tenemos la capacidad de fabricar ese producto con ese precio, creemos que es una alternativa a las grandes multinacionales, es lo que recomendamos a todo el mundo: dejar de explotar", sostiene.

¿Qué le diría a alguien que esté dudando entre comprarse la marca de siempre o las nuevas Ande Dem? Faye lo tiene claro: "Que sepa que cuando compra la marca Nike está alimentando a una producción que no respeta ni el medio ambiente ni los derechos de las personas".

Sin embargo, con sus 'bambas' "está ayudando a personas excluidas socialmente y administrativamente y también a gente local que tampoco ha tenido el apoyo de la mayoría de las empresas grandes, que cuando llegó la crisis se fueron a los países del sur para establecer allí sus fábricas".

La inmigración no es delito

Faye detalla la realidad que hay detrás de la 'manta', un oficio del que tantas personas quieren salir para regularizar su situación. Relata algo obvio pero a veces invisible, que todas estas personas que están trabajando en la 'manta' tienen una familia, que son personas que también sienten dolor, con ganas de trabajar, que vienen aquí no con el objetivo de estar en la calle vendiendo sino para trabajar como cualquier otra persona, "que queremos formar parte del desarrollo de este país", concluye.

Además, reflexiona echando la vista atrás: "Si no tuviéramos esta expoliación, que nos vienen a robar nuestros recursos, no estaríamos aquí hoy, estaríamos en nuestras tierras, trabajándolas". Y añade: "Pero como no es así, hemos venido aquí a buscarnos la vida. La inmigración no es delito".

Y lanza la que para él es 'la pregunta': "¿Por qué hoy si un español quiere ir a Senegal solo tiene que comprar el billete? ¿Por qué no puede ser al revés?".

Mientras esta iniciativa prospera, los vendedores migrantes siguen enfrentándose a una difícil situación social: "Hay un poco de todo, negrofobia, aporofobia... Si una persona no tiene nada, te pueden discriminar, por no tener dinero". Faye apuesta por un cambio profundo: "Creemos que todas las personas deberían tener las necesidades básicas cubiertas, como alimentación, techo y poder circular libremente. Es básico, fundamental, legítimo. Cuando hacen declaraciones universales de derechos humanos lo dicen, pero no lo respetan".

Nuria López

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