La peor recesión en 40 años, el colapso del crudo, insurgentes y la pandemia: cómo la economía de este país se ha arruinado en solo 6 años

A la vez que aumentan la miseria y la desilusión, el Gobierno de Nigeria enfrenta varios conflictos armados y una violencia endémica que dificultan aún más la recuperación económica.

Nigeria, el país más poblado de África, sufre graves problemas económicos y crecerá tan solo un 1,8% en 2021 tras experimentar el año pasado la peor recesión en cuatro décadas, señala un informe del Banco Mundial publicado este martes.

"Es probable que el PIB de Nigeria se acerque a su nivel de 2010, revirtiendo así una década completa de crecimiento económico", señalan los expertos. Indican que la recuperación esperada está por debajo de la tasa de crecimiento demográfico, que es de un 2,6 %, de manera que "se proyecta que el PIB per cápita seguirá disminuyendo".

Miseria creciente

De los 200 millones de habitantes de Nigeria, 90 millones viven en condiciones de miseria extrema, es decir, con menos de 1,9 dólares al día. Esta cifra ya es mayor que la de la India, cuya población es siete veces más numerosa, y podría aumentar en 11 millones más para 2022, pronostican los analistas. Esto tiene lugar mientras la inflación interanual general creció en mayo casi un 18 %, y la de los alimentos más del 20 %.

De hecho, el PIB por persona lleva disminuyendo cada año en Nigeria desde 2015, tal como demuestra el llamado 'índice jollof', calculado por el grupo de expertos nigeriano SB Morgen en base al precio de los ingredientes del 'jollof', un plato de arroz con pollo muy popular en África Occidental, y que ha aumentado en los últimos seis años cerca de 1,75 veces.

Entre tanto, el desempleo, que en 2015 era de un poco más del 5 %, alcanzó a finales del año pasado el 33 %, informa The Guardian con referencia al Buró de Estadística Nacional nigeriano. Entre las personas menores de 35 años supera el 50 %, y alcanza casi el 75 % si se combina con el subempleo.

Esta situación conlleva una creciente desilusión de la población, como queda reflejado en el hecho de que entre 2014 y 2018 el porcentaje de nigerianos que querían emigrar del país aumentó del 36 % al 52 %.

La actual crisis económica es fruto de diferentes factores, siendo los más importantes la dependencia de Nigeria del crudo, la política hiperproteccionista del Gobierno y la violencia endémica en varias regiones del país.

"Nigeria está en ruinas"

Desde que en la década de 1950 se descubrieran en Nigeria enormes reservas de hidrocarburos, la economía del país se ha basado predominantemente en estos recursos. Según datos de la Administración de Información de Energía de EE.UU. (EIA, por sus siglas en inglés), en 2020 el país africano producía cerca de 1,8 millones de barriles de petróleo diarios, lo que lo posiciona en el undécimo puesto a nivel mundial. Al mismo tiempo, el crudo es responsable de alrededor del 80 % de la exportación y la mitad de los ingresos del Gobierno de Nigeria.

Esta situación hizo que el desplome del precio del petróleo en 2014 supusiera un fuerte golpe para la sociedad y el Estado nigerianos. Para mantener el tipo de cambio de la moneda nacional, la naira, y prevenir una fuerte inflación, el Gobierno decidió restringir las importaciones. En particular, se prohíbe la venta de dólares para la compra en el extranjero de alrededor de 50 productos, entre ellos el trigo y el azúcar. Además, en 2019 el presidente nigeriano, Mohammadu Buhari, ordenó cerrar las fronteras terrestres del país para las mercancías en un intento de luchar contra el contrabando. Sin embargo, estas medidas no solo no tuvieron el efecto esperado, sino que además los precios de los alimentos y otros bienes se han incrementado durante todos estos años.

"Nigeria está en ruinas. A pesar de todos sus controles heterodoxos, el Banco Central se vio obligado a devaluar la naira dos veces el año pasado. Las empresas no obtienen ni moneda estable ni acceso a dólares", cita The Economist a Muda Yusuf, director general de la Cámara de Comercio e Industria de Lagos, principal ciudad del país y su antigua capital.

Las restricciones gubernamentales desalientan a los inversores. Así, en el 'ranking' del índice de facilidad para hacer negocios el país ocupa la posición 131 de 190. Como resultado, la falta de ingresos fiscales hace que el Gobierno carezca de fondos para invertir en proyectos de infraestructura. Entre tanto, actualmente transportar un contenedor marítimo los 20 kilómetros que separan el puerto de la ciudad de Lagos cuesta unos 4.000 dólares, casi lo mismo que ha costado transportarlo hasta el puerto desde China.

"Circulo vicioso"

El estado de la economía tiene graves consecuencias sociales y políticas. Ante la propagación de la delincuencia violenta, el Departamento de Estado de EE.UU. califica Nigeria como un país "crítico" en cuanto a seguridad, y advierte que "el crimen prevalece" en todo su territorio. Además de los robos y las extorsiones, el problema se ha intensificado de tal manera que actualmente resulta peligroso incluso viajar entre ciudades, afirma a Bloomberg el consultor financiero Alvari Banu.

"La situación está empeorando. El Gobierno ha fracasado por completo en proporcionar incluso seguridad básica", sostiene.

Además, el país enfrenta varios conflictos armados que le han costado ya decenas de miles de muertos y cientos de miles de desplazados.

El más conocido de esos conflictos es la guerra que el Gobierno central libra en el noreste contra los yihadistas de Boko Haram y la filial local del Estado Islámico. A ello se suman los frecuentes enfrentamientos entre pastores y agricultores en todo el territorio de Nigeria, pero con foco en el centro del país, un fenómeno con claros tintes étnicos y religiosos. Además, en la región suroccidental de Biafra estalló en enero un movimiento insurgente de los separatistas locales. El bandolerismo rural, que se propaga en el noroeste, podría considerarse el cuarto frente: según estimaciones, en 2019 solo en los ocho campamentos más grandes del estado de Zamfara estaban basados al menos 10.000 bandidos armados.

La combinación de la violencia con la miseria y la baja productividad de la agricultura nigeriana genera "un círculo vicioso", dijo a RT el historiador Alexéi Tselunov. "Por un lado, el bandolerismo proporciona una movilidad ascendente y canaliza la acumulación y distribución del capital. Por el otro, aumenta los costos de todas las cadenas de producción, suministros de alimentos y la logística en general, agravando la pobreza", explica el experto.

Por su parte, el gobernador del estado de Ekiti, Kayode Fayemi, señala a The Economist que ante la situación actual en la sociedad nigeriana hay "un consenso casi abrumador" de la necesidad de profundas reformas económicas. "Si no lo hacemos, corremos el riesgo de la desintegración", advierte el político.

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