Caracas se convirtió en un lienzo a cielo abierto en los sitios donde se veían las heridas causadas por las sanciones y la pandemia. Se trata de un ambicioso proyecto de transformación de la ciudad, a contrarreloj y con recursos limitados, para conmemorar el bicentenario de la batalla que consolidó la independencia venezolana y americana.
En menos de dos meses, la imagen de la capital parcialmente inactiva y aún con restricciones por el coronavirus, comenzó a cambiar. En cada avenida, un ejército de personas trabaja para asfaltar las vías, pintar las señalizaciones, recuperar espacios públicos, llenar de murales cada pared y preparar la capital venezolana para los doscientos de la Batalla de Carabobo, un "emblema entrañable" —como afirma el poeta Gustavo Pereira en el portal del centro de investigación Instituto Samuel Robinson—, que marcó el nacimiento político de la república y fue un detonante para que se dieran situaciones similares en varios países al sur.
El color y la luz han ido tomando los espacios que hasta hace poco estaban abandonados. Miles de jóvenes decidieron salir de su confinamiento para plasmar en los muros su visión sobre los símbolos de los pueblos originarios, los rostros de los caraqueños y "la más grande batalla de nuestra historia" que "está hoy más viva que nunca", como lo dijo en 2012 el fallecido presidente Hugo Chávez, apasionado por el estudio de la historia venezolana.
Caracas espera batir un récord con la superficie de murales más extensa del país, que corresponde a los 70 mil metros cuadrados de las paredes que forman parte de la recientemente rebautizada autopista Gran Cacique Guaicaipuro, que comunica a las parroquias Petare (este) y Caricuao ( suroeste), separadas por casi 30 km de distancia.
Un 'Forastero' en San Agustín
Víctor Rodríguez, el ilustrador y muralista conocido como 'Forastero', habla sentado mientras varias personas se acercan para preguntarle sigue. El día anterior se cayó de un andamio mientras pintaba la fachada de una casa en la plazoleta El afinque de Marín, en la parroquia San Agustín, un barrio caraqueño donde se respira la identidad cultural afrovenezolana.
Señala el andamio y recuerda cómo trató de evitar un golpe mayor. Él, junto a su compañera Carolina Jiménez y algunos habitantes de la comunidad, entre los que se encuentran Barvaby Palacios, Eiber Brito, Carlos Jiménez y Kelvin Castro, participa en el proyecto ' Guaguancó de colores ', impulsado por la Alcaldía de Caracas y la fundación cultural 100% San Agustín que desde hace años realiza la recuperación integral de la zona.
Explica que actualmente hay unas diez casas que están interviniendo, además de la parte trasera del Teatro Alameda, inaugurado en 1943. "Este sitio era un basurero y le decían cementerio porque encontraban cuerpos", dice mientras señala un colorido mural de 50 metros que describe la vida cotidiana del barrio. En su creación, que llevó solo seis días, también participaron estudiantes de la Universidad de las Artes como parte del Plan Caracas patriota, bella y segura, desarrollado por el Gobierno venezolano, a propósito del bicentenario de la Batalla de Carabobo y Día del Ejército.
"Contar nuestra historia"
Sobre cómo desarrollar su trabajo en un país bloqueado, considera que "se requiere de mucho esfuerzo y dinero", porque las restricciones también han causado que escaseen, o sean muy costosos, insumos imprescindibles como pinturas, pinceles, brochas, pigmentos, rodillos y spray .
"Todos los que estamos aquí son muralistas de calle, grafiteros, artistas plásticos. Caracas se está transformando , no sólo se está llenando de murales del Bicentenario, estamos demostrando al mundo que estamos volviéndonos a liberar".
'Forastero' cree que los murales también están concebidos para hablar sobre la historia y la cultura. "No queremos decorar las paredes, queremos que hablen". Y es que sus creaciones no solo se encuentran en San Agustín, se pueden ver en los muros que ha intervenido en años anteriores ya propósito del bicentenario en otras parroquias caraqueñas.
Un récord en la autopista
Por estos días, en las vías rápidas de la ciudad hay algo más que carros y motos. En cada paredón hay decenas de jóvenes con chalecos fluorescentes y rostros pintados como indígenas amazónicos que trabajan hasta doce horas para culminar con el proyecto muralístico más grande de Venezuela.
Al frente de un equipo multidisciplinario de casi 300 personas se encuentra el muralista Nikolay Shamaniko. La meta es en sí una batalla en contra del tiempo, pues se busca intervenir con colores, representaciones de petroglifos y rostros de habitantes de los pueblos originarios en los paredones que se extienden a lo largo de esta autopista principal surcada por varios puentes y distribuidores. El proyecto ha sido financiado por la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa), en compañía de otras instituciones del Estado.
Luis Daniel Bastidas, productor de campo en el distribuidor La Araña, explica que los muralistas han tenido que subirse a terrenos de difícil acceso bajo un intenso sol que nubla la visión. "Los muchachos lo han disfrutado y han aprendido acerca del tema. Con este proyecto, la gente salió a la calle, a expresarse a nivel artístico, a trabajar en logística, en la cocina. Se han generado millares de empleos directos e indirectos".
Por su parte, Humberto Zacarías, coordinador de pintura en las zonas de la autopista y artista plástico, cuenta que con la temática indígena se busca "dar a conocer nuestras raíces, hacernos propietarios de que los ancestros nos dieron a través de la sensibilidad, la luz y los colores ".
"Toda la ciudad está de fiesta"
El pintor caraqueño Edgar Guerrero habla de los murales como "un trabajo combativo ideológico y de descolonización" que busca la "ampliación de la propia cultura" y "un reconocimiento de lo que somos".
Sobre los preparativos que han irrumpido en la cotidianidad signada por la pandemia, dice: " Toda la ciudad está de fiesta porque celebramos doscientos años de nuestra herencia en común, de lo que logramos como Estado nación".
Al referirse a la participación de los jóvenes que se han volcado a pintar en los distintos espacios de la ciudad los define como un "movimiento muralista poderoso". "Esta vez tenemos al pueblo haciendo arte".
"El muralismo en Venezuela ha sido una ventana de comunicación y de resistencia, pero también de denuncia, que además eleva, conmueve y, de manera contundente, lleva un mensaje", agrega el artista plástico que ha enfocado su obra en la temática independentista e indígena.
Si bien el 24 de junio de 1821 el imperio español sufrió un contundente quiebre ante la estrategia del Ejército Libertador, liderado a plenitud por Simón Bolívar y conformado por el pueblo venezolano, principalmente, la guerra no terminó en las sabanas de Carabobo (a dos horas de la capital), sino que se extendió por varios años más hasta que la presencia realista se redujo a su mínima expresión.
Al respecto, el historiador venezolano Pedro Calzadilla manifiesta que la conmemoración de los hechos de Carabobo se hace "bajo el aliento del espíritu unionista" del proyecto histórico bolivariano, si bien la lucha por la soberanía y la independencia continúan.
Nathali Gómez
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