La mayoría de los peruanos cree que la candidata presidencial Keiko Fujimori solamente impugnó los resultados de las elecciones para no reconocer su derrota ante Pedro Castillo aunque no hay elementos que validen ningún fraude.
Así lo muestra una encuesta realizada por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP), que este martes fue publicada en el diario La República, y que abordó el conflicto postelectoral que enfrenta Perú luego de la segunda vuelta electoral del pasado 6 de junio.
Con el 100 % de las actas computadas, Fujimori obtuvo el 49,87 % de los votos frente al 50,12 % de Castillo, pero las impugnaciones han retrasado su declaración oficial como presidente electo.
Según el sondeo de IEP, el 69 % desaprueba que la hija del expresidente Alberto Fujimori todavía no haya aceptado los resultados de la elección. En las zonas rurales, en donde la victoria de Castillo fue más contundente que en las principales ciudades, el rechazo a la candidata aumenta hasta el 76 %.
Esta percepción es fundamental, ya que es precisamente en las mesas de las regiones rurales en donde Fujimori ha presentado el mayor número de reclamos al considerar que los funcionarios de mesa favorecieron a Castillo.
Otro dato llamativo es que en Lima, la capital, en donde ganó Fujimori, el 61 % también reprueba su resistencia a aceptar la derrota. Por otra parte, el 53% de los ciudadanos considera que su partido, Fuerza Popular, no tiene fundamento alguno para exigir la anulación de los resultados.
Así, y de manera contundente, el 66 % de las personas consultadas cree en la legitimidad de los resultados que le dieron el triunfo a Castillo, a pesar de la diferencia mínima de votos.
Polarización
La encuesta, sin embargo, no es totalmente favorable a Castillo, ya que el 49 % desaprueba la forma en que ha reaccionado después de las elecciones, rechazo que en Lima se dispara a un 61 % y en las zonas rurales baja a un 39 %.
Entre los peruanos que votaron por Castillo, el 51 % lo hizo por considerar que ofrecía el cambio que el país necesitaba, mientras que el 25 % no quería que el fujimorismo volviera al poder y el 14% porque cree que se preocupará por los que menos tienen. Uno de cada 10 peruanos que lo eligió lo hizo simplemente porque confía en él.
Con respecto a Fujimori, el 55 % votó por ella porque no quería que la izquierda o el comunismo gobernaran el país; el 20 %, porque aseguraba estabilidad y orden y el 14 %, porque ofrecía el cambio que el país necesitaba.
Después de la segunda vuelta, la candidata presentó 943 recursos ante 36 jurados electorales especiales para anular votos en mesas de sufragio de zonas rurales, con la acusación de que se suplantaron miembros de mesa y sus firmas fueron falsificadas.
Sin embargo, el diario La República publicó una exhaustiva investigación que demostró que, por lo menos en 50 mesas de votación impugnadas, las actas con los resultados fueron validadas por los representantes de su partido, Fuerza Popular, lo que echa abajo las denuncias.
Contrastes
Mientras el Jurado Nacional Electoral (JNE) analiza las mesas impugnadas, Fujimori insiste en denunciar irregularidades y Castillo actúa como virtual presidente electo. El sábado, ambos encabezaron masivos eventos junto a sus seguidores.
"Ya sabemos lo que hicieron para voltear la elección. Hoy necesitamos saber cómo lo hicieron. Si tienes algún testimonio o prueba de cómo Perú Libre hizo trampa en mesa, denúncialo en tus redes, llévala a un medio o envíala para que nosotros la hagamos pública", escribió la candidata el lunes, a pesar de que ya no puede presentar más denuncias.
En los últimos días, Castillo se ha dedicado a celebrar las manifestaciones multitudinarias en apoyo a su triunfo y en defensa del voto que se han realizado tanto en Lima como en otras regiones del país. También se reunió con representantes de la Asociación de Municipalidades de Perú y con el Consejo Nacional de Decanos de los Colegios Profesionales del Perú e incluso prometió que, una vez que tome posesión del cargo, creará el Ministerio de Ciencia y Tecnología.
Para ello, sin embargo, primero debe esperar a que las autoridades electorales confirmen su victoria, para lo cual todavía no hay un plazo límite, lo que acrecienta la incertidumbre política en Perú.