La ola de disturbios iniciada el viernes en Sudáfrica no se detiene y ha provocado un número indeterminado de muertes.
Según el ministro de la Policía, Bheki Cele, el total de fallecidos en las protestas se eleva a diez. Sin embargo, Reuters señala que solo en dos de las nueve provincias del país, Gauteng y KwaZulu-Natal, han muerto una treintena de personas.
La violencia se desencadenó tras el encarcelamiento de Jacob Zuma, presidente sudafricano entre 2009 y 2018, que el jueves se entregó para cumplir 15 meses en prisión por negarse a cooperar con una investigación judicial sobre presuntos casos de corrupción ocurridos durante su mandato.
Imágenes tomadas desde la zona de los disturbios muestran centros comerciales saqueados y edificios quemados, así como una fuerte presencia policial en las calles y grandes grupos con decenas de manifestantes detenidos.
Las autoridades llaman a la calma
La Policía y el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, condenaron la violencia e hicieron un llamamiento a la calma, instando a los ciudadanos a "expresarse dentro de la ley".
"Infraestructuras claves, como carreteras nacionales, se han visto afectadas, ralentizando el transporte de bienes y servicios", declaró el mandatario, quien lamentó que "la gente haya sido intimidada y amenazada y algunos hasta hayan resultado heridos". "También he oído que algunos habrían muerto", añadió.
Los disturbios "amenazan a la vida de la gente" y dañan los "esfuerzos para reconstruir la economía", criticó, recordando que la Constitución del país permite manifestarse de forma pacífica, pero "no puede haber ninguna justificación en absoluto" para "acciones destructivas".