Un nuevo término en la psicología social y un teléfono de emergencias unificado surgieron tras el asesinato de una joven en Nueva York bajo la mirada de varios vecinos en 1964.
En las primeras horas del 13 de marzo de ese año, la mujer, de 28 años, volvía a casa después de trabajar en un bar, cuando un hombre la apuñaló dos veces por la espalda bajo las ventanas de su edificio residencial.
Uno de los vecinos pensó que se trataba de una riña familiar y gritó desde la ventana que dejara a la chica en paz. El asesino se asustó y huyó. Kitty, malherida, luchó por llegar hasta su apartamento.
Sin embargo, diez minutos después, el asesino volvió. Encontró a la mujer exhausta en el vestíbulo trasero del edificio. Allí la apuñaló varias veces más, la violó, robó y se marchó. Aunque la ejecución del crimen duró más de media hora, solo una vecina, Sophia Farrar, salió para ayudar a Kitty, ya después del segundo ataque. Esperó a la ambulancia junto a ella, pero ya era demasiado tarde.
El asesino fue arrestado días después. Fue identificado como Winston Moseley, de 29 años, marido y padre de tres hijos. En el interrogatorio, confesó el crimen y otros dos asesinatos y violaciones, además de una cuarentena de robos. No tenía ningún motivo para atacar a Kitty ni la conocía; era un maníaco. Los exámenes psiquiátricos concluyeron que era un necrófilo.
El caso se hizo conocido varias semanas después, cuando The New York Times publicó un artículo titulado '37 que vieron un asesinato y no llamaron a la Policía'. Aunque el diario exageró tanto el número de testigos como su inacción, la publicación escandalizó al público. Un efecto particular tuvieron las palabras de un vecino que dijo que no contactó a los agentes para no "verse implicado".
Efecto espectador
Los psicólogos John Darley y Bibb Latané decidieron profundizar en los hechos. En un experimento cuyos resultados fueron publicados en 1968, hallaron que cuantas más personas presencien una situación de emergencia, menos probable es que una de ellas ayude a la víctima: en caso de un testigo, la probabilidad es del 85 %; si hay tres, baja al 31 %.
No contentos con explicaciones moralistas, los investigadores señalaron: "Generalmente afirman que las personas que no intervienen son de alguna manera diferentes al resto de nosotros, que están 'alienadas por la industrialización', 'deshumanizadas por la urbanización', 'despersonalizadas por vivir en una sociedad fría' o 'psicópatas'. […] Sin embargo, no predijeron la velocidad ni la probabilidad de ayuda", concluyeron los científicos.
911
Otra consecuencia del asesinato fue la creación en EE.UU. de una línea de emergencia unificada. Su necesidad se hizo evidente cuando uno de los testigos dijo que no llamó a la Policía porque no sabía cómo hacerlo. Como resultado, en 1968 la compañía AT&T abrió la línea 911.
En cuanto a Moseley, fue condenado a la muerte, pero después el veredicto fue rebajado a cadena perpetua. Murió en prisión en 2016.