Jackson Palmer, uno de los creadores de la divisa digital dogecóin, publicó este miércoles en su cuenta de Twitter un hilo donde expresó por qué no quiere regresar al mercado de criptomonedas.
En particular, el programador australiano sostuvo que "la criptodivisa es una tecnología hipercapitalista inherentemente de derechas, construida principalmente para amplificar la riqueza de sus defensores a través de una combinación de evasión fiscal, supervisión regulatoria disminuida y escasez impuesta artificialmente". Agregó que actualmente el mercado es controlado por "un poderoso cartel de figuras adineradas" e incorpora "las mismas instituciones vinculadas al sistema financiero centralizado existente que supuestamente se propusieron reemplazar".
Como resultado, se trata de un sistema con distribución de ganancias extremadamente desigual y que se nutre de recursos de novatos "ingenuos y desesperados financieramente", atraídos por el "culto a 'hacerse rico rápidamente'", opina Palmer.
"La explotación financiera, sin duda, existió antes de la criptomoneda, pero esa está construida casi especialmente para hacer que el embudo de la obtención de ganancias sea más eficiente para los que están en la cima y menos protegido para los vulnerables", añade.
Para demostrar cómo la ética que domina en la esfera favorece a los ricos, Palmer señala que los pequeños inversores quedan desprotegidos, al tiempo que los jugadores clave se glorifican: "¿Perdiste la contraseña de tu cuenta de ahorros? Tu culpa. ¿Fuiste víctima de una estafa? Tu culpa. ¿Multimillonarios manipulando los mercados? Son genios".
"Es como tomar las peores partes del sistema capitalista actual (por ejemplo, corrupción, fraude, desigualdad) y usar un 'software' para limitar técnicamente el uso de intervenciones (por ejemplo, auditorías, regulación, impuestos) que sirven como protección o redes de seguridad para la persona promedio", concluye el programador.
Junto con el estadounidense Billy Markus —quién también salió del proyecto—, Palmer creó el dogecóin en 2013, cuando tenía 26 años. Según contó en 2018 en una entrevista con The Sydney Morning Herald, era crítico con las criptodivisas desde el inicio y creó el 'token' como una broma. "Pero luego rápidamente se convirtió en algo legítimo... y en ese momento pensé: 'Dios mío, ahora me siento responsable de esta broma'", recordó y afirmó que había distribuido todos los dogecoines.
"Tenía unos pocos millones de dogecoin, que no eran nada. Valían cinco o diez mil dólares. Y lo di todo a organizaciones benéficas que estábamos apoyando desde el principio", dijo.