En una gran expedición paleontológica conjunta de científicos chilenos y argentinos se descubrieron restos del esqueleto de un cocodrilo de 148 millones de años en la cordillera Patagónica del sur de Chile, informa el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia (MACN).
El hallazgo de este pequeño "abuelo" de los cocodrilos, como lo apodaron los investigadores, se produjo a 1.500 metros de altura, en un lugar donde consta un yacimiento paleontológico del período Jurásico. El sitio fue descubierto en 2004, cuando se extrajeron los restos fósiles del dinosaurio herbívoro Chilesaurus diegosuarezi. Casi 10 años después, en 2013, se realizó la expedición en la que aparecieron los restos de un pequeño cocodrilo de tierra firme.
Los científicos bautizaron a la nueva especie Burkesuchus mallingrandensis, que significa "el cocodrilo de Burke procedente de Mallín Grande". Según explicó Fernando Novas, jefe del Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados del MACN, el nombre otorgado rinde homenaje al estadounidense Coleman Burke, amante de la Patagonia y apasionado por la paleontología.
Se trata de un reptil hasta ahora desconocido, ancestro de los cocodrilos modernos, que hace casi 150 millones de años habitaba la Patagonia junto a los dinosaurios. Según el estudio de los paleontólogos sudamericanos publicado en la revista Scientific Reports, la especie encontrada ahora ocupa un lugar clave en la historia de estos animales, como lo revela la estructura de su cráneo y de sus patas traseras.
"Este era un pequeño cocodrilo de no más de 70 centímetros de largo, en claro contraste con los cocodrilos marinos de seis metros de largo que prosperaban en aquel entonces en lo que es la actual provincia de Neuquén, la cual estaba cubierta por el mar antes del ascenso de la cordillera de los Andes", detalló Novas, citado por la Agencia CTyS-UNLaM.
Por su parte, el paleontólogo Federico Agnolin, coautor del estudio, agregó que "en aquella época, en los mares existieron cocodrilos predadores, pero, en cambio, el Burkesuchus era modesto, pequeño, aunque representa toda una radiación de los cocodrilos terrestres, de los cuales se conocen muy pocos a nivel mundial".
Agnolin admitió que los científicos no habían encontrado el hocico del animal, pero su reducido tamaño, así como sus diminutos y agudos dientes, sugieren que el Burkesuchus era un carnívoro pequeño que posiblemente se alimentaba de invertebrados como insectos, crustáceos, o vertebrados de menores dimensiones como peces.
"Lo que conocemos del Burkesuchus indica que no tenía la capacidad de capturar presas de gran tamaño, o desgarrar grandes trozos de carne como si lo hacen los cocodrilos vivientes", precisó el experto.