Un medicamento a base de equinácea purpurea, planta utilizada originariamente por los indígenas americanos con fines curativos, y usado para el resfriado común, es objeto de un ensayo clínico en España para comprobar su eficacia contra el covid-19.
Tras la autorización de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, los investigadores del Hospital Clínico Universitario de Santiago y del Hospital de Barbanza, ambos en la comunidad autónoma de Galicia, comenzaron a principios de julio el ensayo ECCO-2 (acrónimo de equinacea y covid) en cuatro hospitales.
A los pacientes que llegan al servicio de urgencias y son diagnosticados con covid-19, se les da la opción de participar, y a quienes aceptan se les aplica lo que se conoce como "doble ciego", es decir, reciben el fármaco o el placebo.
Hasta el momento, 50 personas han participado en el ensayo clínico, pero el objetivo es reclutar a 230, siempre que no sean pacientes vacunados, para no interferir en los resultados. Todos son supervisados durante cuatro semanas y al terminar ese plazo, se someten a un análisis estadístico y matemático de datos que permitirá verificar si ha funcionado el tratamiento.
Jesús R. Requena, profesor bioquímico adscrito al Centro Singular de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas (CIMUS) y a la Universidad de Santiago de Compostela, es uno de los promotores de la investigación y conversó con RT sobre el ensayo.
RT: ¿Cuál es el objetivo de este ensayo?
JR.R: Ahora mismo no hay ningún tratamiento para la enfermedad. Hay muchos para las complicaciones del covid-19. Por ejemplo, en algunos pacientes, si se produce disnea (dificultad para respirar) se les da oxígeno; a otros, si tienen trombos, se les pone heparina. A los que entran en fase de 'tormenta de citoquinas (fase de complicaciones serias), se les administra dexametasona [hasta ahora único fármaco que la OMS ha considerado eficaz contra la forma grave de covid-19].
Son fármacos que atacan las complicaciones de la enfermedad, pero no hay ningún antiviral que se pueda dar al principio de la enfermedad y que actúe contra el propio virus y su proliferación.
Esperamos, si nuestra hipótesis es correcta, que la equinacea pueda reducir el número de días de la enfermedad, de días de fiebre e incluso mejorar la evolución y disminuir el número de ingresos hospitalarios.
RT: ¿Qué propiedades tiene la planta?
JR.R: Es una planta que utilizaban los indígenas americanos para tratar inflamaciones y que luego llegó a Europa, donde se comprobó que tiene esas propiedades.
El fármaco con el que trabajamos en el ensayo viene en forma de cápsulas. Cada una lleva una cantidad de raíz de la planta perfectamente medida y siempre preparada de la misma manera. La fitoterapia tiene como problema principal que muchas veces haces una infusión, y puede ser más o menos fuerte, o la has dejado más o menos tiempo. Esto, en cambio, está estandarizado.
Es un fármaco que se vende en las farmacias y está regulado por la Agencia Española del Medicamento y la Agencia Europea del Medicamento.
Al mismo tiempo, hay un estudio suizo reciente que sugiere que tiene una propiedad directamente antiviral, que es capaz de impedir la replicación del propio coronavirus. Pero estos son por ahora resultados preliminares.
Hacemos un ensayo clínico nivel 4, que es cuando se utiliza un fármaco que ya se usa para una cosa para ver si sirve para otra.
RT: ¿Se tratará de una opción accesible para todo el mundo?
JR.R: Claro. Al principio de la pandemia se propusieron varias opciones de posibles fármacos antivirales. Todos nos acordamos de la famosa hidroxicloroquina, tomada por Jair Bolsonaro y Donald Trump. Esto, desgraciadamente, fue prematuro porque no se habían hecho ensayos rigurosos y se demostró después que no eran eficaces. El fallo fue vender la piel del oso antes de cazarlo y empezar a utilizarlos antes de comprobarse su eficacia.
La hidroxocloroquina es un medicamento barato, fácil de producir. En cambio, otro viral que se probó, el remdesivir es carísimo y vale miles de dólares por tratamiento. Eso no vale. Tiene que ser algo sencillo y accesible para todo el mundo.
RT: ¿Serviría como prevención para quienes no tienen la vacuna o son reacios a ponérsela?
JR.R: No. La gente que no se ha vacunado lo que tendría que hacer es vacunarse. Hay que imaginarse la enfermedad como una carrera de obstáculos y quien hace esa carrera es el virus. Una vacuna es un obstáculo enorme para él y si además te lavas la manos, usas mascarillas, etcétera, menos probabilidades de contagiarte. Pero si encima tienes un fármaco que te ayuda, pues mucho mejor. Son diferentes etapas de protección y actuación.
Sería simplemente para la gente que contrae la infección en las circunstancias que sean.
Marta Miera
Si te ha gustado, ¡compártelo con tus amigos!