Desigualdad y falta de acceso a varios servicios, problemas clave de la infraestructura en EE.UU.

El plan propuesto por Joe Biden busca mitigar la deplorable condición en que se encuentran muchos de los puentes, ferrocarriles y aeropuertos del país y también el suministro de agua y de electricidad, entre otros servicios.

El Senado de EE.UU. ha aprobado este martes el plan presidencial de infraestructura, promovido por Joe Biden como una medida en contraposición al desarrollo de China y un paso hacía la economía 'verde'. Este proyecto de ley es también una medida de emergencia ante el deplorable estado de la infraestructura del país, donde la desigualdad se ha convertido en uno de los mayores problemas.

La iniciativa, valorada en 1,2 billones de dólares, supone la mayor inyección de gasto federal estadounidense en esta área en décadas. Y esto es lo que efectivamente requiere la economía, a juzgar por el informe emitido en marzo pasado por la Sociedad Estadounidense de Ingenieros Civiles, donde se le otorgó una calificación 'C–' al estado de la infraestructura del país.

En lo relativo a los puentes, el 42% de ellos tienen al menos 50 años de antigüedad y un 7,5% se consideran estructuralmente deficientes. Pese a esto, 178 millones de viajes se realizan todos los días a través de esos viaductos, que podrían colapsar. En general, el 40% de las carreteras son mediocres o se encuentran en malas condiciones. Según reconoce el propio Gobierno, EE.UU. tiene una de las tasas de mortalidad por accidentes de tráfico más altas del mundo industrializado.

Otra de las categorías críticas es el suministro de agua. El sistema de tuberías es tan antiguo y está tan desactualizado que cada dos minutos se rompe una. Cada día se pierden más de 22.000 millones de litros de agua, suficiente para llenar más de 9.000 piscinas. La propia Casa Blanca cifra en 10 millones de hogares y 400.000 las escuelas y centros infantiles sin agua potable y un problema adicional: las tuberías son de plomo, un peligro para la salud, especialmente la de los niños.

En cuanto a los trenes, si bien EE.UU. tiene la red de transporte ferroviario más grande del mundo, principalmente consiste en envíos de carga de carácter privado. El servicio de pasajeros deja mucho que desear y la alta velocidad es prácticamente anecdótica. Las autoridades priorizaban el transporte aéreo durante décadas, pero ningún aeropuerto estadounidense se encuentra entre los 25 mejores del mundo, según las clasificaciones que se citan desde la propia Casa Blanca.

A causa de estas múltiples desventajas y por razones del precio, un 45% de los estadounidenses no tiene acceso al transporte público.

Otros de los puntos que intentan mejorar son el acceso a la banda ancha y la red eléctrica, que está obsoleta, algo que demostraron los cortes de energía en Texas hace unos meses.