Varios ramos de flores de entre 1.800 y 2.000 años de antigüedad fueron hallados recientemente en un túnel a 18 metros de profundidad, debajo de la pirámide de Quetzalcóatl, en el complejo arqueológico de Teotihuacán, ubicado al nordeste de la Ciudad de México.
Quetzalcóatl, también conocido como 'La Serpiente Emplumada', fue uno de los dioses más importantes de las culturas de Mesoamérica, región histórica que incluía la actual mitad meridional de México, El Salvador, Belice, Honduras y la parte occidental de Nicaragua y Costa Rica. Se le consideraba como el dios de la vida, la luz, la fertilidad, la civilización y el conocimiento, por lo que las personas llevaban ofrendas al templo.
"En total son cuatro ramos de flores en muy buen estado, aún están atados con cuerdas, probablemente de algodón. Esto es un hallazgo muy importante porque habla de los rituales que se llevaron a cabo en este lugar", reveló este jueves a La Jornada Sergio Gómez Chávez, jefe del proyecto 'Tlalocan: Camino bajo la tierra', que realiza las excavaciones.
Detalló que, aunque los expertos desconocen la fecha exacta de cuándo fueron depositadas las piezas, "deben de ser muy antiguas y corresponder a las primeras fases de Teotihuacán". "Hemos encontrado objetos completos que fueron colocados en este tiro; la cerámica es también de la fase Zacuali y Miccaotli, del inicio de nuestra era, entre los años cero y 200 d. C.", agregó.
Además, Gómez subrayó que ese descubrimiento es "muy relevante", ya que permite averiguar el tipo de la flora que las culturas precolombinas utilizaban para efectos rituales. "En este mismo contexto, al estar cribando la tierra se han encontrado varios kilos de carbón, producto de una ceremonia ritual en la que se incluyeron la quema de semillas y frutos. Estas fueron encontradas junto con una extraña escultura, probablemente un incensionario con talud y tablero. No la hemos restaurado porque son objetos que hemos hallado apenas estos días", dijo.
Señaló que los investigadores decidieron no retirar por ahora los ramos del túnel, descubierto en el 2003, ya que quieren "aprovechar la humedad y las condiciones" para los trabajos de conservación. "Sabemos que si las extraemos ahorita y las cambiamos a un ambiente diferente al que han permanecido tantos siglos podría causarles algún daño", añadió.
El jefe del proyecto apuntó que este año se realiza la última fase de las excavaciones en el túnel de la pirámide de Quetzalcóatl, que han durado 12 años y durante los cuales han sido halladas más de 100.000 piezas, entre ellas objetos de cerámica, obsidiana, caracoles, conchas o restos óseos de animales.
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