Afganistán y Venezuela han sido los dos movimientos de repliegue que ha hecho el Gobierno de EE.UU. en los últimos días. Incluso el mismo fin de semana.
En Afganistán, sin embargo, la retirada se convirtió en huida. Con la forma desesperada como salió de Kabul, EE.UU. ha lanzado una señal de debilidad en cuanto a la protección que efectivamente puede darle a sus aliados, es decir, a los que apostaron por él en Irak, Siria y Afganistán cuando a comienzos de siglo era una máquina de guerra imparable.
Si los análisis que hacía a finales de siglo el gurú y exconsejero para la Seguridad Nacional de EE.UU. Zbigniew Brzezinski eran acertados, lo que está ocurriendo en esos países implica que el país norteamericano está culminando su etapa de "primer imperio global".
Para Brzezinski el dominio del 'tablero Eurasiático' significaría también el control del mundo. Su doctrina terminó siendo la que llevó a los republicanos a invadir Afganistán en 2001 e Irak en 2003, cuando en 1990 se habían negado a hacerlo.
Al final, su libro, 'El gran tablero mundial: La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos', era el documento elaborado y actualizado, para el momento de los atentados contra las Torres Gemelas, que mejor guiaba a la nación para consolidarse como "la primera potencia global". Así, las invasiones fueron la respuesta automática del presidente George W. Bush, aturdido por los atentados.
Los lectores del gurú pueden sentir cierto asombro si recordamos que la retirada de Afganistán y Oriente Medio no son el único lugar donde el Gobierno de EE.UU. se ha visto en la obligación de replegar fichas durante estos meses.
La firma del memorando en México entre el Gobierno venezolano y la oposición significa una retirada política, mucho más ordenada en comparación a Afganistán, pero al fin y al cabo una retirada del intento de intervención directa.
En el propio Caribe, el histórico patio trasero de EE.UU., el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, ha tenido que hacer movimientos para desactivar la política prointervencionista que tuvo el país norteamericano durante varios años.
La firma del memorando en México entre el Gobierno venezolano y la oposición y el respectivo reconocimiento al gobierno de Maduro, ocurrido el mismo fin de semana de la huida de Kabul, significa una retirada política, mucho más ordenada en comparación a Afganistán, pero al fin y al cabo una retirada del ensayo de interinato y el intento de intervención directa.
La toma de Kabul por los talibanes y la firma del memorando que reconoce a Maduro no son signos que indiquen una implosión por parte de EE.UU., pero sí evidencian que está sufriendo una transición de 'potencia global' a 'una potencia mundial'. Es al menos lo que podría inferirse de la lectura de Brzezinski sobre los hechos que develaban, para finales de siglo pasado, una transición hacia un orden mundial hegemonizado de manera casi total por EE.UU. y su maquinaria de guerra.
Entre huidas y retiradas
En Afganistán, la retirada venía preparándose desde hace muchos años: las conversaciones con los talibanes vienen desde el 2012 y el expresidente Donald Trump la implementó de manera mucho más agresiva que cuando Blinken era subsecretario de Estado.
Esa gestión de Blinken durante la presidencia de Obama, donde ejerció como vicesecretario de Estado de 2015 a 2017 y como asesor adjunto de Seguridad Nacional de 2013 a 2015, es a la que puede atribuirse la responsabilidad de los actuales hechos en Afganistán, porque en aquella ocasión no pudo desmontar la arquitectura prepotente que había armado Bush. Cuando ya la potencia militar incontestable que fue desde los noventa hasta comienzos de la segunda década del presente siglo venía perdiendo la fuerza, los EE.UU. mantenían el rostro de imperturbable arrogancia.
Blinken, huyendo de forma desordenada como en Afganistán o retirándose ordenadamente como en Venezuela, está perfilando una nueva condición geoestratégica donde EE.UU. ya ha perdido de manera formal su hegemonía planetaria. Ahora va perdiendo la arrogancia.
Venezuela: una retirada con memorando
La firma del memorando es un desmontaje de lo que fue el centro de la campaña de Trump para asegurarse el estado de Florida en las elecciones de 2020: una campaña de abierta intervención hacia Venezuela. Los demócratas parecen haber asumido su derrota electoral en ese importante estado o, en todo caso, han preferido bajar el grado de temperatura en el conflicto con Venezuela, para no terminar por ver a Juan Guaidó, otro de sus aliados, con un triste final que confirme la desgracia que sufren los 'amigos' más leales de EE.UU.
La gestión de Blinken está en la mira. Adaptar a EE.UU a una nueva condición geopolítica es un verdadero reto y ha comenzado muy mal, aunque, hay que decirlo, está ejecutando la que es su única opción: la retirada de los lugares que no puede controlar
Guaidó ya es, desde que su 'interinato' no cuajó, un Ashraf Ghani (el presidente afgano que huyó), aunque siga en su propio país.
Aún no se sabe cómo será la eliminación final del 'interinato', que tiene como fecha de caducidad el 1 de diciembre, según han revelado informaciones de medios de la derecha regional.
Solo falta que, una vez se termine de desmontar el proyecto de 'interinato', Biden diga de Guaidó lo mismo que dijo de Ghani: que no tuvo valor para luchar. No obstante, esto es lo que sobre el exdiputado venezolano ya dice toda la oposición radical, que se embarcó en esa aventura aupada por las expectativas de una salida de Maduro por la fuerza y que solo alimentó la votación republicana en Florida.
La Plataforma Unitaria que devela el memorando de entendimiento es un nombre que trata de darle una salida honrosa al 'interinato', pero que tendrá que negociar no tanto con el gobierno sino con las otras oposiciones, que ya tienen un rumbo electoral claro.
Entre huidas y retiradas, la gestión de Blinken está en la mira. Adaptar a EE.UU a una nueva condición geopolítica es un verdadero reto, y el secretario de Estado ha comenzado muy mal, aunque, hay que decirlo, está ejecutando la que es su única opción: la retirada de los lugares que no puede controlar.
Ociel Alí López
Es sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela. Ha sido ganador del premio municipal de Literatura 2015 con su libro Dale más gasolina y del premio Clacso/Asdi para jóvenes investigadores en 2004. Colaborador en diversos medios de Europa, Estados Unidos y América Latina.
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