En Lastras de Cuéllar, un pueblo de Castilla y Léon, en el interior de España, sus poco más de 300 habitantes están acostumbrados a hacer colas en la plaza para recoger agua embotellada que subvenciona su Ayuntamiento. Esta población tiene problemas de abastecimiento de agua potable desde hace siete años.
La situación es calificada como vergonzosa por vecinos del pueblo, aunque el alcalde de la localidad asegura que el problema está resuelto. Sin embargo, activistas como Ángel Gonzalo, miembro de la plataforma 'Ya Lastras Potable', sostienen que se trata de una solución temporal, como ya sucedió el año pasado cuando tras un breve lapso de tiempo volvió el problema. "Un país desarrollado, industrial y a la vanguardia de Europa no puede tener un pueblo que tenga este problema de abastecimiento de agua", dice Gonzalo.
En los últimos meses, los vecinos del pueblo han optado por la movilización, concentrándose cada lunes para reclamar un derecho básico.
Organizaciones ecologistas y otros actores manejan una hipótesis sobre cuál es el origen de la contaminación del agua en decenas de pueblos de España. Juan López Uralde, diputado y presidente de la Comisión de Transición Ecológica y Reto Demográfico en el Congreso, afirma que la causa se encontraría en "la implantación de grandes infraestructuras de ganadería intensiva que generan una gran cantidad residuos, tanto líquidos como sólidos, lo que se llaman los purines". Sostiene que esos purines "no son tratados adecuadamente y acaban filtrando esa contaminación a los acuíferos subterráneos".
En la única granja de vacas de Lastras de Cuéllar su propietario, Juan Carlos Fernández, reconoce que en ocasiones se hace un mal tratamiento de los purines y abonos químicos, pero asevera que su empresa sigue todas las normas y aboga por la realización de estudios rigurosos. "Nos están criminalizado", dice Fernández, que opina que la mayoría de los ganaderos hacen "las cosas bien".
La situación no fue siempre esta. Nieves Herrero, vecina de 84 años, recuerda cuando Lastras de Cuéllar tenía fuentes y en cualquier lugar se podía beber del grifo y se lamenta del deterioro de la vida en este tipo de poblaciones: "Ahora ha sido un bajón el que ha dado el pueblo. No hay de nada. Hasta los médicos nos los quieren quitar. El pueblo va boca abajo", reflexiona.
Así, en los últimos seis años el número de habitantes de la localidad se ha reducido un 22 %. Aunque los factores son variados y complejos, la falta de agua potable agrava el problema ostensiblemente. De hecho, la única escuela del pueblo cerrará sus puertas en septiembre por falta de niños.
Las esperanzas están puestas a cuatro kilómetros de Lastras de Cuéllar. A esa distancia se encuentra un manantial que puede suponer la solución a este grave problema. El Ayuntamiento, con ayuda económica del gobierno regional, está construyendo un conducto que se espera que en los próximos meses permita que haya agua potable de forma indefinida.