La empresa desarrolladora de videojuegos Ubisoft ha lanzado oficialmente este jueves una de las entregas más esperadas y controvertidas del año, la sexta edición de la saga de 'Far Cry', que trae consigo la larga discusión sobre cómo se presenta la política en los juegos y si es posible prescindir de ella.
El tema cobra gran importancia en una industria que superará los 180.000 millones de dólares en ingresos en 2021, según expertos, sobreponiéndose a la industria del cine mundial (100.000 millones de dólares) y los deportes profesionales estadounidenses (unos 75.000 millones de dólares) juntos.
En la nueva entrega de Ubisoft el jugador encarna el papel de un guerrillero que intenta derrocar al dictador Antón Castillo, interpretado por el actor Giancarlo Esposito, en la ficticia isla tropical de Yara, considerada como una analogía de Cuba bajo el Gobierno comunista de las últimas décadas.
En declaraciones a Sky News, Esposito habló de la diferencia entre trabajar en la televisión y en los videojuegos: "Estoy contento de haber tenido la experiencia en 'The Mandalorian', pero en 'Far Cry' es diferente".
Explicó cómo la política del juego de 'Far Cry 6' refleja la política del mundo real en Occidente: "Conocemos parte de la historia de Antón, porque hemos visto surgir y caer a diferentes dictadores en todo el mundo". Asimismo, comparo el juego con lo que pasa en el Reino Unido, donde "es un poco como una manada de locos con el Brexit, tratando de averiguar cómo volver a ser autónomo", lo que, según el actor, se relaciona con la historia del villano principal de la historia.
"Me preocupa que la política se haya convertido más en un vehículo de entretenimiento que en un auténtico vehículo de cambio, y que políticamente nos demos por vencidos porque no vemos que se produzca realmente ningún cambio", agregó el actor.
Navid Khavari, director narrativo del título de Ubisoft 'Far Cry 6', compartió en mayo una declaración sobre el juego: "Nuestra historia es política. Una historia sobre una revolución moderna debe serlo". Sin embargo, también señaló que el juego "no quiere hacer una declaración política sobre lo que está sucediendo en Cuba específicamente".
Polémicas de Ubisoft
La desarrolladora y distribuidora de videojuegos francesa tiene la costumbre de ambientar sus juegos en escenarios con gran carga política, pero evita decir que alguno de ellos hace declaraciones políticas directas.
'Far Cry 6' no ha sido el único juego de la desarrolladora francesa controvertido por el mensaje político implícito. En 'Far Cry 5' se presenta una secta formada principalmente por hombres blancos fuertemente armados, que se apodera de un pequeño condado de Montana (EE.UU.) para vivir fuera del control del Gobierno. El primer arte promocional del juego era una versión americana de 'La última cena', con una versión alternativa de la bandera estadounidense como mantel. Varios seguidores de la franquicia han declarado que "hay numerosas referencias oblicuas" al expresidente estadounidense Donald Trump.
Lo mismo sucede con la serie de 'Ghost recon wildlands', donde, tras ser invadida por un cártel de la droga mexicano, Bolivia se convierte en el mayor productor de cocaína del mundo y en una violenta zona de guerra. Los jugadores, en el papel de agentes especiales del Gobierno estadounidense, tienen que abrirse paso a través del cártel para estabilizar la región.
Bolivia pidió al Gobierno francés que "intervenga", y ha dicho que se reserva el derecho de emprender acciones legales por su cuenta si no recibe una respuesta satisfactoria. Sin embargo, en una declaración, Ubisoft dijo que el juego es "una obra de ficción" y que Bolivia fue elegida como trasfondo para el juego debido a sus "magníficos paisajes y rica cultura".
Los videojuegos, la guerra y la política internacional
En febrero, el editor de videojuegos Victura anunció que lanzaría lo que describió como un videojuego realista de la segunda batalla por Faluya (Irak), 'Six Days in Fallujah'. Basado en docenas de entrevistas con tropas que lucharon en la batalla de 2004: "Seguimos a varias unidades a lo largo del proceso y se llega a saber cómo fue el día a día". dijo Peter Tamte, director general de Victura, a The Wall Street Journal.
Tamte explicó que el juego evitaría la política de la guerra de Irak y las perspectivas de los civiles que experimentaron la brutalidad a manos de las fuerzas estadounidenses, ya que se trata de un tema divisivo. En su lugar, el juego "generaría empatía" por los marines estadounidenses que lucharon en la batalla.
Esta campaña promocional encontró una gran oposición. Los veteranos de la batalla argumentaron que un videojuego sobre una batalla controvertida en una guerra controvertida difícilmente podía despojarse de su política sin dejar de ser fiel a su tema. "La guerra es intrínsecamente política", explicó a The Gamer el veterano de Faluya John Phipps.
"Así que decir que vas a hacer un videojuego apolítico sobre la guerra es una tontería. Muéstrame una guerra que no haya empezado por la política. No se puede. La guerra es política. Solo es una forma diferente de política", agregó.
La controversia sobre 'Six Days in Fallujah' es en realidad una historia más amplia sobre los videojuegos, el militarismo en los medios de comunicación y la ampliación de los límites de la política. Su portador más llamativo es toda la franquicia de 'Call of Duty', que construye su historia sobre la historia moderna de las relaciones internacionales y conflictos militares actuales.
La segunda entrega de la franquicia, 'Call of Duty: Black Ops', resaltó por tener asesoramiento del militar retirado Oliver North, acusado de supervisar el comercio ilegal de armas con Irán y el entrenamiento de militantes de ultraderecha 'Contra' en la década de 1980. El militar instruyó a Activision, los desarrolladores del juego, sobre cómo retratar correctamente a los enemigos de Estados Unidos.
El juego, que recaudó 500 millones de dólares en su primer día, se divide en dos escenarios: los últimos años de la Guerra Fría a finales de la década de 1980 y un imaginario conflicto de la segunda Guerra Fría en 2025.
El productor Dave Anthony, tras el lanzamiento de 'Black Ops 2', fue contactado por un exfuncionario del Pentágono que quedó "impresionado" por el realismo del juego: "Tan impresionado, de hecho, que se había visto obligado a buscarme", dijo Anthony. Desde entonces el productor ha participado en varios grupos de expertos que asesoran sobre el futuro de la guerra moderna en el mundo real.
Activision se vio envuelta en otra polémica en 2019, tras el lanzamiento de 'Call of Duty: Modern Warfare'. En esta ocasión los jugadores rusos hicieron un llamamiento para boicotear el juego, señalando revisionismo histórico.
La controversia gira en torno a una misión del juego llamada 'Carretera de la muerte'. El jugador, como agente de la CIA incrustado en una carretera desértica de Oriente Medio, es informado de que "los rusos la bombardearon... matando a la gente que intentaba escapar".
El escenario se asemeja a un incidente de la Guerra del Golfo a principios de la década de 1990, también llamado la 'Carretera de la muerte', cuando Estados Unidos y sus aliados atacaron un gran convoy iraquí en retirada por la carretera 80, lo que provocó bajas masivas y, posteriormente, acusaciones contra los militares estadounidenses por uso indebido de la fuerza.
"Resulta que el nuevo juego 'Modern Warfare' miente sobre un crimen de guerra estadounidense y lo convierte en un crimen ruso porque necesita que las fuerzas estadounidenses sean vistas como los buenos", tuiteó un usuario.
"¿Tocamos temas que se asemejan a la geopolítica del mundo en que vivimos hoy? Claro que sí, porque ese es el tema de 'Modern Warfare'", explica el director de la campaña del juego, Jacob Minkoff. "¿Contamos una historia que tenga algo que ver con los Gobiernos específicos de los países que retratamos? No", agregó.
¿Apuntarse para jugar o para servir?
Washington considera sin duda a los jugadores como un objetivo de alto valor para la divulgación y lleva 20 años utilizando los videojuegos para el reclutamiento. El más famoso de estos esfuerzos es 'America's Army', un juego militar de disparos en primera persona gratuito, lanzado en 2002 para persuadir a los jóvenes jugadores a alistarse, según el portal de noticias militares Task & Purpose.
"'America's Army' va más allá de la marca y el 'marketing' cuando difunde la ideología del Ejército estadounidense y, por tanto, indirectamente la política exterior de Estados Unidos en una cultura popular global. Al mostrar a una audiencia global por qué y cómo lucha el Ejército de Estados Unidos", concluye en una investigación científica El profesor de estudios de medios de comunicación de la Universidad de Toronto Scarborough, David B. Nieborg.
Desde el 2018, varias ramas del Ejército estadounidense han encaminado su publicidad hacia el mundo de los deportes electrónicos y la transmisión de videojuegos. Tanto el Ejército como la Armada han entrado en la industria y ambos han creado equipos de deportes electrónicos para transmitir contenidos en Twitch, la plataforma de transmisión de videojuegos en directo.
"Yo diría que, al mirar a estas generaciones, tenemos que empezar a pensar en cómo enfocan esta cuestión de dónde aplicarán su talento", dijo en una entrevista el secretario adjunto del Ejército para Asuntos de personal y reservas, Casey Wardynski.
"Tenemos que enfrentarnos a la cuestión de si esperaremos a que tengan 17 años, o empezaremos a hablar con ellos a los 12, 13, 14, 15 años, cuando se formen el conjunto de cosas que piensan hacer con su vida", agregó.
Aunque el Ejército ha dicho que su entrada en el mundo de los videojuegos es simplemente para conectar con una generación más joven, varios usuarios en redes han criticado la inversión del Gobierno de EE.UU. en este programa y su intento por completar la cuota de reclutamiento.
Un nuevo escenario de contención política
Los juegos de disparos en primera persona pueden ser propensos a la práctica de tergiversar los hechos de un entorno histórico, incluso cuando no supondría ningún cambio en la jugabilidad ser fiel a la historia. A veces, esto se debe a la mera ignorancia de los desarrolladores, otras veces se trata de una distorsión deliberada para expresar una agenda política o atraer a un determinado mercado. En algunos casos, puede ser solo por simplicidad o por fines artísticos.
Sin embargo, Joshua Foust, exanalista de inteligencia de alto nivel para el Gobierno de EE.UU., señala que todos los videojuegos presentan una visión del mundo al jugador, ya sea explícita o no, y entender esa visión del mundo puede ayudarnos a comprender lo que los propios jugadores creen.
Como parte ineludible del discurso público y como un enorme mercado mediático que ignoramos a nuestro riesgo, los videojuegos no son solo videojuegos: "Son el lugar de la contención política", agrega Foust.